Capítulo 9

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Diana había pasado, las casi quince horas de vuelo, con los ojos cerrados, intentando recrear todo lo que le había sucedido durante su viaje, escenificando cada momento como si estuviese montando una película, pero había una escena que, a pesar de intentar mantenerla a raya se apoderaba de todo su ser. El momento en el que sintió los cálidos y suaves labios de aquel hombre, a quien no había visto el rostro.

Después de tantas horas debería sentirse cansada o al menos somnolienta, pero había venido soñando durante todo el vuelo. Aunque sí que se moría por tomar algo fresco. Así que recogió su maleta, fue a la cafetería del aeropuerto para comprar un helado y se sentó en una de aquellas sillas de plástico medio quemado mientras veía las noticias en el pequeño televisor que había colgado en una de las paredes.

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«Noticias de última hora. Hace un par de horas ha sido puesto en alerta este peligroso delincuente. Al parecer había sido acusado anteriormente por acoso y violación. La policía y la guardia civil lo están buscando sin descanso. Hasta que vuelva a prisión se recomienda a las mujeres que se encuentren entre este grupo de características, que podrán ver en la parte de abajo, no salir solas y evitar callejones y lugares oscuros».

«Vaya, debería haberme quedado allí», pensó al oír aquella terrible noticia. «Pero espera. ¿Ese no es Jordi?», quedó pensativa al ver la imagen del delincuente. No era una pantalla muy grande y la calidad de la imagen no era demasiado buena, pero su aspecto era bastante parecido. «¡Tengo que avisar a las chicas!». Tiró el bote de helado, cogió su maleta y salió apresuradamente del aeropuerto. No había nadie esperándola ya que nadie sabía que volvería tan pronto, así que cogió uno de los taxis que estaban aparcados en la entrada. Les daría una sorpresa, en mayúsculas.

Al llegar a casa lo primero que hizo fue soltar sus cosas y meterse en el baño. Necesitaba una buena ducha después de tantas horas metida en aquel autobús con alas. Cuando salió envuelta en una toalla blanca, con el pelo chorreando y dejando el camino marcado con las gotas de agua que caían de él, fue directa a su bolso, sacó el móvil y llamó a Daniel.

—Hola Dani ¿Cómo estás?

—Hola ¿Dónde te encuentras? —le respondió con un evidente tono de satisfacción.

—En España.

—¿En España? —preguntó Daniel. Su llamada le había alegrado, pero el hecho de no haber podido ir a recogerla ya no le gustaba tanto. Él hubiese querido ir a recogerla al aeropuerto para evitarle el jaleo de tener que estar viajando en bus. Cosa que, el odiaba hacer.

—He vuelto antes de lo que tenía pensado. ¿Tú ya estás en Corea?

—Sigo en Ayamonte —respondió, pensando que, cómo iba a avisarlo si ella no sabía que él continuaba allí—. Me han hecho una oferta de trabajo y estoy pensando si aceptarla o no. ¿Quieres que te recoja en el aeropuerto?

—Qué buena noticia, espero que te quedes con nosotros. ¡Ah, gracias! pero ya estoy en casa. Espera —dijo ella poniendo el móvil contra su pecho mientras se acercaba a la ventana del salón, donde le había parecido ver a alguien.

—¿Va todo bien? —preguntó Daniel.

—Creo que hay un ladrón en la ventana de mi casa —le contestó mientras un intenso escalofrío recorría todo su cuerpo.

—Envíame tu dirección y no te muevas de ahí —dijo él colgando de inmediato el teléfono. Y antes de que Diana pudiese siquiera parpadear dos veces, él ya estaba llamando a la puerta de su casa.

— ¿Estás bien?

—Sí —respondió ella algo asustada, aunque intentando disimular el susto.

Seducción - Rebel E.Where stories live. Discover now