Prólogo

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—Creo recordar que te advertí sobre esto. No quiero que me vuelvas a meter en uno de esos grupos, formados por la agencia de viajes, que solo vienen buscando "emociones fuertes". Ya sabes lo que pasó la última vez que acepté involucrarme en tus juegos.

—¡Jajaja!, sí, lo recuerdo perfectamente, ¿cómo podría olvidarlo? Ese hombre era tan raro... Lo tenía todo: aspecto de anciano, desempleado, viviendo con papi y mami y sin ningún sueño por cumplir o alguna meta que alcanzar. Amiga mía, ¡aquello fue un espectáculo!

—¿Pero tú realmente eres mi amiga? Porque, joder, a veces pienso que si fueses mi enemiga nos llevaríamos mejor.

—¡Hey! Yo te trato súper bien ¿vale?, simplemente me preocupo por tu salud.

—¿Por mi salud? ¡Ya! —dijo alzando la mirada de forma incrédula.

—Está bien, por tu salud sexual —reconoció—. Pero no te enfades. Sabes que lo hago porque odio verte soltera a tu edad. No es normal que lleves más de cinco años soltera. Deberías ser un poco más atrevida, cariño, pero como veo que tú no te lanzas, pues ya te lanzo yo.

—Pues no me lances tanto que siempre sale mal —protestó Diana, un tanto cansada de las ideas de su amiga que siempre intentaba emparejarla con algún chico malo.

—Está bien. Entonces ésta será la última vez que te uno al grupo de guías —le dijo para tranquilizarla. Aunque en realidad no tenía ninguna intención de detenerse en su búsqueda del amor de película que ella consideraba que Diana merecía—. Esta vez son visitantes que vienen desde Busan y ya tienen tu número de teléfono por si te necesitan para algo —dijo Lara mientras observaba el cambio de expresión en el rostro de Diana.

—Así que más te vale portarte bien con ellos y enamorarte o algo... o éste no será el último grupo— amenazó por lo bajini, dejando entrever sus verdaderas intenciones.

—¿Crees que no te escucho porque hables entre dientes? Te conozco tan bien que podría adivinar lo que estás pensando.

—¿Entonces...?

—Entonces —suspiró—. Sabes que acabaré aceptando, ya que no tengo más remedio. Porque eres muy adelantada. Si dijera que no, me pondrías cara de pena y me dirías «vaaaaaamos, ya le di tu número de teléfono, no me hagas quedar mal». ¡Agg!, en serio, a veces pienso que te aprovechas de mí ¿sabes? —Diana la miró de reojo mientras se apartaba del rostro un mechón de cabello húmedo.

—Sí, lo sé, y además es cierto, me aprovecho de ti — reconoció sin ningún titubeo—. Porque tú eres tan humilde y buena que no puedo permitir que alguien se aproveche de eso. Alguien que no sea yo, quiero decir.

Diana le lanzó una mirada intensa que pretendía mostrar su furia, pero aquella poca vergüenza que tenía su amiga, le hacía querer reírse. Sólo que no podía permitir que la viera o perdería el poco control que tenía sobre sus propias acciones.

—Disfrútalo mientras puedas —dijo sonrojada. Medio enfadada, pero a punto de echarse a reír al ver la cara de inocente con la que su amiga la observaba, después de haber reconocido que se aprovechaba de ella—. Un día dejaré de ser tan buena y no podrás aprovecharte más de mí.

Diana ya iba de camino a casa para pensar en la decoración sobre Hawai que usaría para la fiesta que iba a preparar en su pub, pero iba tan sumergida en sus pensamientos que no vio a un joven que pasaba por allí y chocó con él.

—¡Ups! Perdone.

Aunque él no dijo nada, pudo oír que iba gruñendo, pero ella estaba demasiado distraída para dar mucha importancia a lo sucedido.

Una vez en casa, Diana soltó su bolso blanco sobre la mesa y se lanzó sobre el sofá como si se le fuera la vida. Aquel día había sido completo para ella. Pero nada más tumbarse, su móvil comenzó a sonar.

—¡No puede ser! ¿Pero quién?... ¡Ya!, ¡ya voy!

Diana se levantó del sofá y comenzó a buscar su móvil dentro del bolso mientras éste continuaba vibrando.

—¿Quién es? —preguntó enfadada, ya que habían interrumpido uno de los pocos momentos de descanso que tenía en el día.

—Vaya, tienes que relajarte o te van a dar ganas ¡Ups! Quiero decir, que te van a salir canas —le dijo en tono burlón.

—¿Otra vez tú? Cada vez que me llamas siento que se me escapa un año de vida —le reprochó a Lara al oír de nuevo como la pinchaba con su escalofriante obsesión sobre la edad, los hombres, el amor...

—Que feo eso que me has dicho...Pero te perdono.

—No quiero que me perdones.

—¡Uy, qué refunfuñona te has despertado hoy!

—Suéltalo ya —replicó suspirando—. ¿A quién has dado mi número de teléfono esta vez?

—Al final siempre esperas con ansias mis...

—¡Vamos! —la interrumpió.

—¿Ansiosa?

—Sí —respondió rotundamente en tono sarcástico.

—Está bien, está bien. Se lo di a Juhwan. Es un joven de veinticinco años, pero solo quería decirte que ha aparecido un virus en Corea y han tenido que retrasar el viaje para asegurarse de que no se propaga, así que no tendrás que guiar a nadie... de momento.

—Ni de momento ni nunca... ¿Lara? ¿Lara? —comenzó a gritar su nombre al comprobar que no respondía—. ¡Auch! ¡Otra vez lo ha vuelto a hacer! —exclamó furiosa—. La próxima que me deje con la palabra en la boca se va a enterar —dijo mientras observaba atónita como la pantalla del móvil se apagaba. 

Seducción - Rebel E.Where stories live. Discover now