🍀Oɴᴇ-Sʜᴏᴛs🍀 [Jᴏᴊᴏ's Bɪᴢᴀʀʀᴇ Aᴅᴠᴇɴᴛᴜʀᴇ x Rᴇᴀᴅᴇʀ]

Kᴜᴊᴏ Jᴏʟʏɴᴇ.

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Advertencia: Ninguna.
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No me quedó como esperaba.
Pero le puse mucho lov.<3
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Mi sueño se había cumplido, finalmente había llegado el día. Mi boda con la mujer más hermosa y perfecta, Jolyne. He estado esperando este día desde hace mucho, por fin podré unir mi vida con la persona que más amo en el mundo.

Estaba en el altar, esperando a que mi futura esposa entrase por la enorme puerta. Quería ver como se vería con un hermoso vestido blanco, estaba ansiosa.
Los nervios me devoraban, incuso tenía ganas de vomitar. Sentía que el traje que llevaba me sofocaba, sentía que pronto me desmayaría.
La enorme sala estaba llena de personas, la mayoría eran familiares de Jolyne. Habían pocos familiares míos, ya que nunca se enteraron incluso de que me iba a casar, solo estaban mis abuelos y mi padrastro, el cuál es como mi padre biológico.
Después de unos minutos de agonía, la música comenzó a sonar. Todos se levantaron y voltearon a ver a la puerta de madera, la cuál se había abierto, dejando ver a mi hermosa y perfecta Jolyne junto a su padre, Jotaro. Se veía tan hermosa con aquél vestido blanco, la hacía ver más perfecta de lo que ya era. No podía quitarle la vista de enzima, esa mujer me traía loca, es como Afrodita, pero muchísimo más hermosa y fuerte. Cuando me di cuenta, ya estaba frente a mí, con aquella hermosa sonrisa que poseía. Su padre me sonrió levemente y se alejó de nosotras.
Extendí mis manos y agarré las suyas, eran tan suaves... Sus ojos color cielo se juntaron con los míos, ambas estábamos emocionadas y se notaba por nuestros ojos.

-Te ves hermosa. -le dije.

-Tú te vez hermosa. -me respondió mientras acariciaba mis manos. -El negro realmente te queda. -me sonrió.

Luego de que el cura nos hiciera leer nuestros votos, comenzó con la parte del "Sí acepto".

-Kujo Jolyne, ¿Aceptas a Christyne como tu esposa, en la riqueza y pobreza, en la salud y enfermedad, en las buenas y en las malas hasta que la muerte las separe?

-Acepto. -dijo con una amplia sonrisa.

-Y tú, Christyne Miller, ¿Aceptas a Kujo Jolyne como tu esposa, en la riqueza y pobreza, en la salud y enfermedad, en las buenas y en las malas hasta que la muerte las separe?

-Acepto.

-Por el poder que me otorga el estado de Florida, yo las declaro esposa y esposa. -dijo con un tono alegre. -Puedes besar a la novia.

Cuando escuché lo último, no dudé en acercarme a ella, agarrar su cintura y besarla. Sentí sus manos parar en mis mejillas y acariciar estas con mucha delicadeza. Ahora sí, mi vida estaba completa. Tengo a la mujer perfecta y ahora es mi esposa, por fin mi existencia tiene sentido.

-Gracias... -susurré mientras sentía como unas pequeñas lágrimas caían por mis mejillas.

-No, gracias a ti.. Mi amor. -me respondió de la misma manera.

(...)

Estábamos en nuestra Luna de Miel. Decidimos ir a una hermosa isla en el caribe. El hotel en donde nos hospedaríamos era lujoso, todo gracias al señor Kujo, quien pagó todo.
Después de un largo vuelo, estábamos agotadas y solo queríamos descansar. Jolyne estaba en la sala y yo me estaba por adentrar en la ducha. Hacía bastante calor, así que necesitaba una buena ducha helada.
Luego de templar el agua, me metí en aquella hermosa ducha con unas paredes de vidrio trasparente que no dejaba ver bien gracias al leve vapor que se apoderaba de aquél cuadrado. Solté un suspiro cuando sentí el agua tibia chocar contra mi cuerpo. Era una sensación tan relajante.
No escuchaba nada, solo el sonido del igual caer. Así que no me percaté de que alguien había entrado en la ducha conmigo, no hasta que sentí unas manos parar en mi cintura.

-¿Te parece si nos duchamos juntas? -me susurró Jolyne al oído.

-Es la mejor forma de comenzar nuestra luna de miel. -volteé y le sonreí pícaramente.

-Esta será una buena noche. -dijo para después besarme por sorpresa.

(...)

Cuatro años después.

Ya llevábamos cuatro años juntas, era como estar en el paraíso. Jolyne hace que todo sea divertido, es única y eso me encanta.
Ahora queríamos dar el siguiente paso, formar una familia.
Estábamos en la entrada de un orfanato, nos tomamos de la mano e ingresamos.
Ya apenas entramos, nos topamos con muchos pequeños que corrían y jugaban a nuestro alrededor. Solté una risa ante todo el escándalo que había. Caminamos por aquél lugar, jugábamos con los pequeños y disfrutábamos de su compañía. Pero había un pequeño que estaba alejado del resto, un niño de cabellos rubios estaba sentado en un rincón mientras jugaba con unos carritos. Con Jolyne nos acercamos a él y nos dispusimos a hablar con él.

-Hola. -dije mientras me sentaba a su lado. -¿Cuál es tu nombre?

-S-soy Lyan... ¿Y tú? -levantó su cabeza y me miró.

-Mucho gusto, Lyan. Soy Christyne y ella es mi esposa, Jolyne. -le sonreí.

-Ah... -el pequeño me devolvió la sonrisa. -¿L-les gustaría jugar c-conmigo? -nos extendió unos carritos.

-¡Por supuesto! -acepté el juguete y empezamos a jugar con el niño.

Luego de casi dos horas jugando con él, nos dimos cuenta de que era un niño muy bueno. Al parecer lo hacían de lado porque tenía un problema de tartamudez, así que los demás niños lo ignoraban.
Ese pequeño era igual a mí cuando era pequeña. Yo también sufrí de tartamudez, pero con el tiempo pude curarme, así que empatizaba con él y lo comprendía.

Luego de pensarlo por varias semanas, habíamos decidido adoptar a Lyan. Cuando le dimos la noticia, se puso muy feliz y nos abrazó con fuerza.
Ahora, luego de varios meses de espera, finalmente Lyan viviría con nosotras. Estábamos en el auto, hablando y riendo los tres. El pequeño estaba muy feliz y no podía esperar a ver nuestra casa.

-Ya llegamos. -dijo Jolyne.

Los tres bajamos e ingresamos en nuestra casa, Lyan se puso como loco y comenzó a recorrer su nuevo hogar. Cuando llegó al segundo piso, le enseñamos su habitación. La cuál habíamos decorado con varios juguetes y demás cosas que sabíamos que le gustaría.

-¡E-es perfecta! -corrió y nos abrazó.

-Sabíamos que te gustaría. -Jolyne agarró mi mano y me sonrió.

Lyan volvió a explorar su habitación, se lo notaba muy feliz. No pude resistirme y comencé a llorar de felicidad. Abracé por la cintura a mi esposa y besé su cuello.

-Gracias por alegrar mi vida. Siempre te amaré, mi hermosa mariposa.

-Mi alma siempre estará contigo. Te amaré por toda la eternidad.

Luego de susurrarnos aquello, nos dimos un beso lleno de cariño.
Ahora sí, mi vida es perfecta. No la cambiaría por nada.

Kujo Jolyne es la mujer a la cual amaré toda la vida.