Lᴇᴏɴᴇ Aʙʙᴀᴄᴄʜɪᴏ. 2/3

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Advertencia: Ninguna.
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—¡Carajo! ¡Joder! —gritaba el peliblanco, quien corría con una joven ensangrentada en brazos. —¡Resiste! ¡Por favor!

Luego de haber desquitado su ira con los cuatros tipos que habían herido a su compañera, la cargó y con una gran desesperación se puso a correr en dirección al lugar en donde habían estacionado su coche.
Cuando llegó, dejó a la joven en el asiento trasero, recostándola con suma delicadeza en aquél lugar. Su cuerpo estaba pálido y su pulso era cada vez mas bajo, ya no respiraba correctamente. Solo era cuestión de tiempo para que su último pétalo cayese y diera por acabada la vida de aquella rosa. Pero Abbacchio no lo permitiría. No dejaría que la única mujer que realmente le importa se fuera de su lado.

Subió al auto y arrancó de forma muy ruidosa, haciendo que las llantas de aquél auto sonaran fuertemente y dejaran un camino color negro en el suelo y una gran nube de humo y polvo en el proceso.
No iba a perder el tiempo, Agnello no resistiría mucho tiempo.
Esquivaba cualquier vehículo que estuviese en el camino, no le importaba nada más que salvar la vida de la mujer.
De momentos revisaba por el espejo retrovisor como estaba ella. Pero siempre la encontraba de la misma manera; su rostro denotaba esfuerzo puro, no iba a rendirse. Su pobre cuerpo totalmente lleno de sangre y suciedad. Pero lo que mas preocupaba a Leone, era el hecho de que cada vez estaba aún más pálida y su pecho se movía cada vez menos. Estaba dejando de respirar.
Sus puños se desquitaron con el volante, lo apretó con mucha ira y frustración. Estaba viendo como su mujer iba perdiendo las fuerzas y él no podía hacer más que sentirse impotente, sólo podía esperar a llegar con Giorno para que la curase.
Pisó el acelerador a fondo y no pensó en nada más que volver a ver la hermosa sonrisa de ella, no le importaba nada más. Si ella se iba de su lado, si lo dejaba sólo, no podría soportarlo. Su mundo se caería frente a él, perdería la voluntad de todo. Se derrumbaría en todos los sentidos.

Luego de unos minutos de arduo viaje, había dado con Giorno. Éste sacó a la mujer del vehículo y la recostó en el suelo, frente al rubio, quién miraba atónito el terrible estado de su compañera.

—Esto es malo. —murmuró el adolescente.

—¡Callate y haz algo! —la desesperación se había apodado de él, ya no se podía controlar y terminó dejando salir todas sus emociones.

Giorno solo asintió y con Golden Experience comenzó a curar la gran herida de ella. Pero luego de hacerlo, se dio cuenta de algo.

—Ella no despertará...

—¿¡De qué hablas!?

—Llevala al hospital de inmediato, ¡No pierdas el tiempo ó la perderás a ella! —le gritó el rubio, sorprendiendo al peliblanco.

Éste simplemente asintió y volvió a cargar a la chica en sus brazos. La subió nuevamente al auto y esta vez fue a la sala de emergencia.
Cuando llegó, llamó a los médicos, quienes rápidamente corrieron para cargarla en una camilla y llevarla al interior del edificio.
Abbacchio no se quedó parado, corrió junto a los médicos hasta llegar a uno de los consultorios de emergencias. Dejaron a la joven en aquél lugar, y rápidamente una multitud de enfermeros y médicos la rodearon. Unos policías que estaban ahí le pidieron al hombre que fuera a la sala de espera, pero él no se iba a alejar de Agnello.

—Señor, es una emergencia. Debe esperar en la sala a la vuelta del pasillo. —le ordenó uno de los oficiales.

—¡Dejenme estar con ella, maldita sea! —forcejeó con los guardias, pero estos eran demasiados y terminaron llevándolo por la fuerza a otra habitación.

Mientras Leone discutía con los guardias, los médicos trataban de reanimar el corazón de la joven, él cual se había detenido por completo.

—¡Necesitamos una transfusión de sangre ahora mismo! —ordenó una de las doctoras.

—¡Alejense, vamos a usar el electro-shock!

Con varios intentos, repitiendo una y otra vez aquellos choques eléctricos y usando un respirador artificial, finalmente consiguieron hacer que el débil corazón de Agnello volviese a latir. Le colocaron una multitud de tubos y agujas por todo su cuerpo. También, luego de que estuviese estable y acabaran con la transfusión de sangre, le habían puesto una bata de hospital.
Rápidamente la llevaron a cuidados intensivos para que fuese revisada las 24 horas.

Leone daba vueltas por toda la sala, maldiciendose sin parar. Culpándose de no haber podido proteger a la mujer que ama. El recordar como ella cayó al suelo con fuerza, sobre aquél enorme charco de su propia sangre le hacía sentir náuseas de él mismo. Por su culpa había ocurrido todo aquello. Si él no se hubiese alejado de ella, todo habría sido distinto.

—Disculpe... Ya puede ver a joven. —una cálida y amable voz había sacado de su desastre interno. —Lamento decirle que está en coma y que el pronóstico no es muy esperanzador.

—Comprendo... Gracias... —se alejó de la joven enfermera y se dirigió a la salda de terapia intensiva, dónde comenzó a preguntar por la habitación de Agnello.

Un médico le indicó la dirección y el número de habitación en donde se encontraba su amada. Se asomó por el vidrio de la habitación y la vio, aquella imagen le partió el alma y el corazón. Verla llena de tubos, agujas, sueros y maquinas lo destrozaba. Su rostro tenía un gran moretón en la mejilla derecha y su cabeza estaba toda vendada, producto del fuerte golpe que se dio al caer inconsciente.

Se adentró a interior y se paró frente a ella, viéndola fijamente, con aquellos ojos bicolor que ahora estaban cristalinos. Su mundo se estaba desmoronando con solo verla en aquél estado. Si ella se iba, él simplemente no podría solo y caería rendido ante la vida.
Agarró su mano, aquella que siempre había adorado agarrar, aquella que siempre jugueteaba con su cuerpo cuando pasaban una de sus múltiples noches juntos, ahora no hacía nada, solo se quedaba quieta, sin agarrar la mano contraria como siempre lo hacía.
Abbacchio simplemente se quebró, comenzó a llorar frente a Agnello, algo que sólo una vez había hecho. Quería que ella lo consolase como lo hizo aquella vez, deseaba volver a escuchar su cálida y hermosa voz. La necesitaba a ella. Pero ahora no la tenía con él, no tenía a nadie más.

Sus lágrimas caían sobre la pálida mano de ella, empapándola con aquél líquido salado. Ya no le importaba su orgullo, lo dejó de lado y mandó todo al carajo. Solo le importaba acompañar a su amada y esperar a que el destino decidiese que camino tomaría la vida de Agnello.

No me dejes, amore..

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Que se note que me
enganché con esto.
Xd
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🍀Oɴᴇ-Sʜᴏᴛs🍀 [Jᴏᴊᴏ's Bɪᴢᴀʀʀᴇ Aᴅᴠᴇɴᴛᴜʀᴇ x Rᴇᴀᴅᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora