Capitulo 6.

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Las ultimas veces indagamos profundamente sólo en la mente de Claudia, pero que hay de Miranda? En esta ocasión, nos dedicaremos a ella. Miranda. Una chica bondadosa, comprensiva, pero también muy reprimida. Cualquiera que la vea por la calle pensará que es una chica muy feliz, ya que siempre lleva su hermosa sonrísa puesta. Nunca se la vé enojada, y no le gusta gritar. Cree que hablando todo se soluciona. Y eso se lo había inculcado su madre desde que era una niña. "La violencia nunca conduce a ningún lado. Es mejor hablar que gritar, y ahí encontrarás la solución al problema" le decía cuando ella se enojaba por alguna razón. Y así aprendió a reprimir sus enojos, sus malas palabras, sus malos sentimientos. Aunque jamás se arrepintió de como era, siempre pensó que en algunas situaciones debía ponerse firme y decir todo lo que era necesario decir, pero nunca lo hacía. Su paz interior le ganaba. Todos sus amigos podían corroborar que Miranda era la mejor amiga que pudieron pedir, y que era de esas personas valiosas que nunca hay que soltar. Ella no se sentía así, ella veía solo lo malo dentro suyo. Y claro que si le sumamos que es una lesbiana reprimida, es un combo mortal. Desde la adolescencia sabe de su sexualidad, pero no ha hecho más que llorar en silencio y tener montones de novios (a los cuales nunca quiso) para demostrar a su familia, y quizás un poco a ella misma, que era "normal". El último novio que tuvo fué el que mas le duro, salieron dos años. Cortaron hacía una semana, dejándolo a él destrozado y a ella aliviada. Y en ese corto lapso de tiempo, Claudia apareció.

Miranda no creía en el amor a primera vista. Y aunque alguna vez lo viviera, no lo creería. Claudia tampoco creía en esas cosas, pero era más propensa a que le pasaran. Lo raro era que la primera vez que miró a los ojos verdes de Claudia fijamente, una pequeña chispa nació dentro de su estomago. Desconocida. Desde ese segundo y medio que no deja de pensarla. Ansiaba llevarla en su taxi todas las mañanas, se sentía bien hablar con ella. Hace mucho no entablaba conversación con alguien que no sea ni familiar ni amigo, así que le gustaba contarle sus cosas a alguien más, tener otro punto de vista. Y Claudia la distraía mucho de sus problemas. Le gustaba escucharla quejarse de su vida cotidiana y de los destrozos de su perro, o los enojos de su jefe. A Miranda le encantaba escuchar historias y analizarlas, para luego dar una opinión. Juntas se comprendían mejor que cualquier pareja, aunque ni fueran amigas.

Hoy se encontraría con Claudia a tomar un café. Recordaba perfectamente el momento en que Claudia tímidamente se lo propuso, y de lo sorprendida que quedó Miranda al oírla. Creía que ella sería la primera en pedir un encuentro casual, pero no lo fué. También le gustó eso de no sentir la presión de un posible rechazo. Se puso su remera favorita con un short de jean bastante fresco, por el calor que hacía en la Ciudad. Su ondulado cabello descansaba en sus hombros, brilloso y perfumado, como recién salido de la peluquería. El reloj daba las 13:20, y para las 13:30 pm tenía que estar allá. 

Pero como de costumbre, llegó tarde. Miranda era bastante impuntual, y odiaba eso. Otra de las mil cosas que odiaba de ella misma. Sus pensamientos autodestructivos se evaporaron al ver salir radiante a Claudia del edificio, que llevaba puesto un vestido floral muy primaveral y que le sentaba muy bien. Luego de unos torpes pasos, se sentó frente a ella en la mesa. Dejó la cartera negra a un lado del auto y sonrío.

-Buen día.  ¿Vamos?

Miranda se perdió en su rostro, mirándola fijamente. "Oh no, la estoy asustando seguro, que manía de mierda que tenes Miranda"; se dijo a si misma, respondiendo con su voz lenta que si. Esa costumbre que tenía de analizar y disfrutar las cosas bellas que se le presentaban era bastante temerosa para alguien que no la conocía. Miranda sabía el poder que tenía con solo mirar a alguien. Su mirada era tan profunda...

-Perfecto. Conozco un lugar hermoso, y barato.

Y así inició la tarde. Mientras tomaban sus bebidas, las dos hablaron mucho. En un momento, Claudia sacó el tema del abuso que sufría en su trabajo. Contó como la maltrataban psicológicamente y el agotamiento que llevaba en todo su cuerpo a causa de eso. Miranda escuchó y analizó mientras la otra seguía explayándose en la conversación. Luego de pensarlo por mucho tiempo, Miranda le dijo lo que opinaba.

-Andáte de esa empresa. Buscá un trabajo más tranquilo y seguí estudiando, así después te sentirás bien para empezar a laburar de lo que te gusta. 

Claudia asentía a todo lo que nuestra taxista le decía. Y es que Miranda daba unos consejos maravillosos.  La charla siguió y hablaron de mas cosas, con quejas y risas de por medio. Claudia le contó a Miranda que vivía sola con sus mascotas, que eran su más deseada compañía. Miranda le contó que vivía con el hermano y que no lo soportaba más. 

-Estoy buscando un lugar donde alquilar o comprar desesperadamente...

Claudia pensó algo, pero no lo dijo. Entre anécdotas e historias, las horas pasaron rápidamente y en un descuido visual, Miranda vió que el reloj daba las 15 pm. "¿Tanto tiempo pasó?" se preguntó asombrada. Claudia abrió los ojos enormemente al enterarse del horario.

-Se hizo muy tarde, me debo ir. Tengo que volver a la oficina...

-Tranquila, andá.

Se levantaron las dos, y luego de pagar (que pagó Miranda luego de ganar la interminable discución de quien saca el dinero primero) se quedaron en la puerta. Claudia se paró un poco en puntas de pie y saludó a Miranda con un beso en la mejilla. Miranda rió un poquito al ver la baja altura de la chica. Era toda una ternura.  Vió a Claudia irse y perderse entre la gente, pero algo se había olvidado... Ah, si! Comenzó a correr en la dirección por donde ella se fue y entre empujones, la enontró. 

-Claudia, me olvidaba...

Le dió la cartera negra que tenia bajo el brazo, la había agarrado para dársela. 

-Ah, y si querés, mañana puedo llevarte a la oficina a la hora de siempre, sabes?

Claudia asintió sonriente y le agradeció. La miró por ultima vez y desapareció entre la gente. Las dos estaban más que felices después de ese encuentro. Miranda y Claudia amarían por un largo tiempo Velma Cafe. 

El espejito del conductor(a).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora