Capitulo 10.

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Hasta las cuatro am. de esa noche, el depto de Claudia permaneció en la oscuridad. Miranda estaba orgullosa de haber logrado que Claudia halla pasado todas esas horas sin hacer ni una llamada de reclamo a la compañía de luz. Hubiera sido agradable decir que las jovenes pasaron por una noche de pasión y lujuria increíble, pero las dos eran demasiado vergonzosas para dar el siguiente paso. Claudia se pasó las cinco horas teniendo impulsos que luego ella misma se frenaba inevitablemente. Miranda, por su parte, observaba a Claudia luchar contra estos impulsos y se reía de aquella escena. Ella también se sentía mal por no haber ayudado a calmar las restricciones de la otra chica. Falta de besos y caricias no hubo claramente, pero era cierto que las dos esperaban algo más. La que más lo sufrió fué la taxista, ya que era la primera vez que sentía algo por una mujer y su deseo comenzaba a convertirse en necesidad. Claudia estaba acostumbrada a guardarse los sentimientos y reprimirse completamente, pero la otra no. Miranda quería conocer todo acerca de Claudia, tanto de la parte interna y la parte externa. Realmente lo necesitaba.

A la mañana de ese día, la taxista buscó a nuestra chica para llevarla una vez más a su trabajo. La pasajera esta vez tenía un brillo especial al entrar al auto y una sonrísa poco habitual en su rostro.

-Buen día, Miranda.-le sonrió a traves del espejito del conductor.

La taxista hizo lo mismo.

-Claudia, ¿no tuviste problemas con la luz otra vez?

Nuestra joven se rió mientras recordaba la noche anterior. Pensó de inmediato en los labios de Miranda jugando con los suyos en la casa oscura y sintió un leve cosquilleo en la piel.

-Por ahora, no.

La mente de Miranda hizo una especie de clic de repente mientras conducia por las calles de la ciudad. Tenía una idea en mente e iba a ser difícil que no la llevara a cabo. Al estacionar por fin en aquel edificio de oficinas, la taxista miró fijo a los ojos verdes de Claudia por el espejito retrovisor.

-¿Te parece que esta noche te pase a buscar y comemos en mi casa? Puedo cocinarte algo.

Claudia la miró sorprendida pero con una pizca de entusiasmo al oírla. Tenía que estudiar y terminar unos papeles del trabajo... pero eso podía esperar un poco. No tardó mucho en asentir con la cabeza.

-Perfecto, a las ocho paso por tu casa.-dijo Miranda sonriente.

Una emocionada Claudia se asomó entre el espacio de los asientos delaneteros y le robo un piquito rápido a la taxista antes de bajarse del auto. Había sido un terrible acto de valentía para ella y se enorgulleció de haberlo hecho mientras subia en el ascensor a su oficina. Miranda, conduciendo el taxi rumbo a otro destino, se tocó los labios y sonrió.

A las ocho y diez el auto de Miranda estaba estacionado frente al edificio de Claudia. Tocó una vez el portero y al segundo apareció la dulce voz de Claudia anunciando que bajaría rápidamente. Ese "rápidamente" se conviertió en un unos largos veinte minutos de espera para la taxista, quien esperaba paciente en la puerta. De repente una hermosa Claudia con un vestido corto color crudo y unas sandalias negras abrió la puerta y le sonrió a Miranda. Su pelo estaba mojado y una gota le cayó por el cuello, distrayendo a la taxista fuertemente de otra cosa. Las dos caminaron al auto luego de saludarse y partieron para la casa de Miranda. Esta vez, al ir en el asiento del acompañante, Claudia pudo admirar mejor las largas y finas piernas de la taxista, que mostraban bastante piel debajo del pequeño short de jean que llevaba. Tenía dos tatuajes visibles en la pierna izquierda, y eso era una de las cosas que enloquecíuan a nuestra joven. Miranda se dió cuenta de esto, pero no dijo nada y siguio viaje. Unas cuadras mas y llegaron al edificio. Era un edificio antiguo de San Telmo, con una arquitectura muy elegante y bastante bien conservada. Un guarda de seguridad les abrió y subieron directo por el ascensor al piso 3, donde estaba el depto de Miranda. Al entrar, un peludo perro saltó sobre Claudia haciendola casi caer. Tenía el pelo corto pero muy suave, de tamaño grande. Miranda le gritó al perro desde la cocina mientras traía en sus manos unos vasos con cerveza. "Oh no..." pensó Claudia al sentir el frío de la bebida en la mano. Claudia no frecuentaba el alcohol y con tan solo tomar medio vaso era probable que se emborrachase, causando esto algunos desastres en el ambiente. Tomó de a pequeños sorbos, pensando que asi tal vez no le haría demasiado efecto. Miranda mientras la miraba, de arriba a abajo, de derecha a izquierda. Era tan hermosa y ese vestido le quedaba tan bien. Pasaron unos minutos y mientras los ojos de la taxista disfrutaban del escultural cuerpo de Claudia, se comenzó a sentir un olor peculiar en el living.

-Lo que sea que estes cocinando, se te esta quemando...

Miranda abrió los ojos exageradamente mientras casi corriendo volvió a la cocina. Aprovechando, Claudia hizo un breve recorrido por el depto, viendo muchas pinturas en la pared y un enorme piano en una de las esquinas del comedor. El ambiente era cálido y tenia color, cosa que le gustaba mucho a Claudia. Justo cuando iba a pararse a admirar un cuadro que estaba en una mesita del pasillo, Miranda anunció que la comida estaba servida. Dos platos llenos con fideos con salsa y una hoja de laurel encima esperaban en la mesa, detras de los mismos vasos de cerveza y unos lindos cubiertos de plata. De hecho, sabía mejor de lo que se veía y eso que la salsa se le habia pasado un poco.

-Miranda, esto esta... perfecto.-dijo Claudia con aun un par de fideos en la boca.

Hablaron como siempre lo hacían, Miranda hacia chistes que a Claudia la hacían tentar a tal punto de a veces escupir unas gotas de bebida mientras tomaba, Claudia le contaba sus miles de preocupaciones a la taxista, que siempre con su calma le daba un consejo y terminaba solucionandole la mitad de los asuntos. Miranda notó que por momentos a Claudia se le cruzaban los ojos o cuando quería agarrar el vaso o el tenedor las manos le jugaban una mala pasada. Iba ya a servirse el tercer vaso cuando la taxista la detuvo alejandole la botella.

-¿Segura?

Claudia le robó la botella de un manotazo y le sacó la lengua mientras vertía el liquido en el vaso. Miranda sólo habia tomado un vaso y medio y aún se sentía igual. En cambio, a la otra ya se le nublaba la vista de vez en cuando y sus pasos no eran muy acertados. La taxista retiró los platos y los llevó directo al lavadero, pretendiendo que cuando su hermano llegara a la mañana siguiente, los lave. Mientras los acomodaba (tiraba, en realidad) en la mesada, sintió una mano apretar su cadera fuertemente. Soprendida se dió vuelta, quedando a pocos centimetros de una Claudia totalmente diferente a la habitual.

-Tu piel es tan suave...

Sus manos levantaron torpemente la remera negra de Miranda, dejando parte de su estomago al descubierto. Un aliento de alcohol puro salió de su boca mientras nuestra nuestra no lúcida joven se acercaba más a la otra. Como pudo atrapó sus labios con los suyos y sus manos subian inseguras por la caliente piel de la taxista. Esos dedods curiosos dejaban rastros de fuego en la piel de Miranda. Claro que su intención no era aprovecharse de la pobre chica borracha, pero no le iba a ser posible aguantar tanto tiempo sin accionar en esa situación. La mano de Claudia llegó de repente a tocar su corpiño, haciendola perder el aliento. Ella estaba quieta, apoyada contra la mesada, intentando comprender un segundo la situación.

-Quizas podri...-su lengua se trabó- podrias ayudarme con esto

En ese instante a Miranda no le importó nada y agarró la parte de atras del cuello de la chica y la besó desesperadamente mientras ésta luchaba con coordinar su cerebro con sus manos para desabrochar el maldito corpiño. La taxista ayudó sacandose por completo la remera, que cayó duramente al suelo. Claudia se mordió el labio mientras comenzaba a descender por el cuello de Miranda, mientras esta seguía agarrandola de la nuca. Despues de varios intentos logró agarrar el prendedor de la ropa interior e intento con todas sus fuerzas desabrocharlo. Miranda no podia contener su respiración al sentir todo el cuerpo de la otra pegado al suyo. Un ruido de llaves cortó el ambiente, seguido de un estallido fuerte. Miranda vió a traves de los hombros de Claudia unas llaves en el suelo y una silueta perpleja frente a la puerta. "No, mierda, no..." pensó al ver de nuevo.

-¡¿Miranda?!

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2015 ⏰

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