Capítulo 5

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Como lo prometió, el resto de la semana Venezuela le enseñó a Rusia el cómo hacer una arepa u otros platillos venezolanos (aunque casi se le quema la cocima en el intento). También fueron a diferentes lugares turísticos del hermoso país como: Los Médanos de Coro en Falcón (donde Rusia casi se deshidrata), Mérida y su teleférico donde se tomaron fotos, Laguna del Santo Cristo en Barinas (donde conoció a Barinas, quien le agradó al instante), Relámpagos del Catatumbo en Zulia (donde Rusia disfrutó de ver los hermosos rayos), entre muchos otros.

El último día fueron a una de las grandes maravillas de Venezuela, el Salto Ángel. Llegaron hasta la raíz de la gran cascada, donde conversaron un poco.

- Este lugar es hermoso... - habló Rusia tratando de ver hacia la cima, cosa que era visualmente imposible.

- Si... Es uno de mis lugares preferidos de mi país... - dijo la venezolana con nostalgia recostandose del barandal y mirando el monumento. - ... Mi madre me traía aquí ¿Sabes?... - Rusia la miró, pero ella no le devolvió la mirada. - recuerdo que ambas volamos muchas veces hasta la cima para admirar el paisaje... Todo antes de... - su expresión se volvió triste, tocando disimuladamente su espalda.

- ¿Qué pasó?... - preguntó Rusia volteando a verla.

- ... Nada de que preocuparte, son cosas mías - le sonrió de vuelta para luego mirar nuevamente al monumento - sólo quisiera subir una última vez...

Rusia la miró con su típica expresión, pero en sus ojos se reflejaba la tristeza al ver a su amiga así. Venezuela había sido una buena anfitriona, debía devolverle el favor. 

El más alto bajó la mirada y apretó su abrigo con sus puños. Rusia ya tenía una manera de agradecerle a la chica y hacer que sonriera otra vez, pero no era fácil. Igualmente tocó con una mano su espalda baja, tratando que Venezuela no lo notara. Cerró sus ojos frunciendo su ceño, tenía que pensar mucho antes accionar.

Y justo cuando estaba dispuesto a moverse, Venezuela lo hizo primero.

- Creo que ya deberíamos regresar, ya casi será la hora de tu vuelo a Rusia - le habló Venezuela con una sonrisa, para luego mirar hacia la cascada. - bueno, nos veremos después agua de cloaca - bromeó. Rusia la miró confundido, le habló a la cascada como si esta fuera a responderle.

Inmediatamente una gran cantidad de agua cayó sobre Venezuela, dejándola empapada y asustando a Rusia.

- ¡Que delicada la niña! Aunque al menos me ahorraste el bañarme - dijo exprimiendo parte de su ropa y mirando a la cascada.

La venezolana escuchó una risa detrás de sí, al voltear notó que era el más alto; asombrandola.

- Rusia... ¡Estás riendo! - dijo emocionada.

- ¡N-no me es-estoy riendo! - exclamó tratando de disimular la risa que a cualquiera asustaría  por lo grave que era.

- ¡Si lo estas haciendo chamo! ¡Lo logré! - exclamó dando un salto. - ¡Por fin sirves para algo! - le  habló al Salto Ángel, recibiendo otro montón de agua sobre ella; haciendo que Rusia riera más fuerte y asustando a los pocos lugareños que habían en el lugar. - ¡Deja de hacer eso hija de...! ¡No! No voy a insultarme, soy muy hermosa para eso

- Tienes mucha razón, eres una de las countrys más hermosas que he conocido - terminó de reír el ruso, sonrojando a la mujer. - por cierto, ¿Salto Ángel puede responderte? - habló sorprendido.

- Nah, son sólo coincidencias de la naturaleza - lo tranquilizó con un ademán, se cruzó de brazos con una sonrisa aún empapada. - Es mejor irnos, antes que se haga más tarde

- Si, no podemos llegar tarde al aeropuerto - habló Rusia con una leve sonrisa en su rostro, para después mirarla preocupado. - siento si te asusté con mi risa. La verdad, siempre huyen al oirla así que estoy bien si no deseas volver a escucharla - terminó volviendo a su típica expresión facial.

- ¡¿Estás bromeando?! ¡Es chévere! ¡Deberías reír más seguido! - exclamó Venezuela sonriendo con un sonrojo. - además mi risa es muy estruendosa, tanto que una vez aturdí a la gorda capitalista pero no le paré ni un comino - rió levemente para luego mirarlo sonriendo con una expresión de consuelo. - no dejes que nadie te impida ser quien eres Rusia

El atardecer llegaba, tocando la piel del país femenino y dándole un toque mágico; dejando a Rusia embobado e hipnotizado.

- "Esto no está bien..." - desvió su mirada para evitar que el sonrojo hiciera aparición en su rostro. Al calmarse miró a la tricolor baja. - gracias, lo tomaré en cuenta...

Venezuela sonrió un poco más alegre, haciendo más estragos en el eslavo.

- Debería ir hacia el auto, te espero allá - susurró audible, bajando su ushanka para que Venezuela no viera su sonrojo.

Mientras el ruso se iba, Venezuela volteó a ver hacia el monumento sonriendo.

- Gracias Bolivar... - agradeció el país a su hija, quien salía de entre el agua; siendo que formaba parte de ella hasta estar tomar su forma original frente a su madre.

- De nada madre, es un gusto ayudarte - le sonrió dándole un abrazo. Cuando se apartó, hizo aparecer sus alas de Guacamaya, las extendió y alzó vuelo; trayendo nostalgia a su madre.

- "Daría lo que fuera por sólo hacerlo una última vez..." - pensó la mujer vigilando que Bolivar no se lastimara. Después de estar segura, inició su camino hacia su amor.

El cual deseaba fuese correspondido.

...

Desde hace un buen tiempo Rusia ya estaba en camino a su nación. Durante el vuelo recordaba todo lo ocurrido mientras tomaba un poco de Vodka.

Cada vez que pensaba en Venezuela no dejaba de tener esta expresión:

Extraordinariamente rara.

Con tan solo haber logrado hacerlo reír podía llegar a ser increíble. Por eso, podía pensar que quien estuviera a su lado sería alguien muy afortunado.

Se sobresaltó en su asiento.

¿Por qué rayos pensaba eso? ¿Tenía que ver con sus pensamientos acaso? ¿Acaso el Vodka lo estaba afectando?.

Y la más rara e importante.

- "¿Por qué siento molestia al pensar en eso?" - se preguntó volviendo su expresión sería y cruzandose de brazos mirando el cielo nocturno lleno de estrellas. - "Estrellas..." - pensó antes de quedarse dormido, recordando a su amiga tricolor. 





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