Capítulo 7

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Desde su niñez su padre había querido volverlo cómo él.

Un asesino...

Alguien que después de matar a una potencia dejó a un país huérfano, acogiendolo en su casa y dándole un hermano más a quien proteger. Gracias a Dios que no quiso imitar su pensamiento sádico. Aunque tuviera consecuencias, nunca dejaría que sus más allegados sufrieran lo que tuvo que pasar.

Pero, su padre antes de morir dijo las palabras que estarían marcadas en su mente por el resto de su vida.

"Puede ser que muera hoy, pero mi visión seguirá en ti. He dedicado mi tiempo para formar un líder nato en ti. Cada enseñanza, cada herida quedará grabada en tí. Tratarás de olvidarlas pero no podrás, porque yo me encargué de ello.

Recuerda, los sentimientos son una pérdida de tiempo, no sirven de nada; lo único que lograrás con ellos es ser un patético inútil. Y más débil te verás si las dejas salir, nunca lo hagas.

Antes de morir te inculcaré mi última enseñanza..."

- El sentir será tu maldición... - pronunció.

Por eso no sonreía mucho. Por eso siempre era serio y no mostraba sus emociones. Por eso no reía...

Hasta que la conoció.

Por eso se levantó, por eso seguía el sonido del llanto, por eso veía desde hace un buen tiempo a la tricolor llorando. Quería ir hacia ella y consolarla por las horribles cosas que le dijo China (cosas con las cuales no estaban de acuerdo), pero no podía.

Tenía miedo de ir.

Que todo lo que su padre le dijo alguna vez se cumpliera.

Ser débil ante los sentimientos confusos que tenía hacia la venezolana.

Sin notarlo ya que estaba metido en sus pensamientos, Venezuela se levantó tratando de dejar de llorar; volteando y descubriendo su presencia.

- ¿Rusia? ¿Qué haces aquí? - preguntó Venezuela un poco nerviosa. Esperaba que el de ushanka no la hubiera visto en ese estado tan deplorable.

- Tu salida preocupó al salón, decidí venir a esperar que estuvieras bien - dijo tomando la valentía para acercarse a ella. - China no tuvo razón al decir todo eso...

- Estoy consciente que en la mayoría sólo habló pura farándulera, pero si tuvo un poco de razón en algunas... - suspiró con lágrimas ya secas impregnadas en sus mejillas, y expresando tristeza.

"Eres tan ingenua, ¿Crees que él se fijaría en ti, un país en crisis y a punto de quebrarse estando yo? ¿Qué podrías ofrecerle?"

- "¿Qué podría ofrecer a tan gran potencia?..." - pensó la venezolana bajando su mirada. Rusia se merecía a una nación que estuviera estable, que pueda darle un regalo digno de su amor  gracias a su buena economía, que pueda alcanzarlo y superarse junto a él, que pueda ser digna de su amor, que pueda...

Su lío mental fue interrumpido gracias a una mano que se había posado en su mentón de manera delicada, levantando lenta y cuidadosamente su mirada hasta pasarla sobre el país que tenía en frente.

- China no tenía razón. Tu eres una gran Nación. Nunca lo olvides - dijo Rusia colocando su mano derecha en el hombro izquierdo de Venezuela. - No importa quién diga lo contrario, la única opinión que al final valdrá será la tuya - finalizó seriamente.

Venezuela alzó su mirada lentamente, detallando el rostro del mayor; tratando de encontrar algún ápice de duda.

- ¿En serio piensas eso? - preguntó la tricolor, dejando caer las últimas lágrimas negras en ambos ojos; las cuales estaban dispuestas a llegar hasta el suelo.

Pero las manos del eslavo interrumpieron su camino, impidiendo que el tesoro resguardado en el interior de su amiga fuera desperdiciado.

- Si, siempre lo he pensado... - susurró cual secreto el más alto, dejando sus manos en las mejillas de la chica.

Ambos países se miraron profundamente, sin parpadear; queriendo aprovechar ese pequeño momento que se les fue concedido. Rusia notó que las mejillas de Vene estaban sonrojadas y sus manos temblaban por la cercanía, incluso sintió un leve calor en sus propias mejillas.

Sonrió ante ello, sin importarle mucho que la chica lo estaba mirando. Un impulso de acercarse hizo que su rostro se acercara al de la chica, quien cerró sus ojos y levantó levemente su cara dispuesta a culminar el acto. Rusia también lo hizo.

- "¿Rusia va a besarme? ¿Esto es un sueño?... ¿Será que le gusto?" - pensaba Venezuela colocando sus manos sobre el pecho del eslavo. - "Rusia... Bésame... Hazlo como si fuéramos personas normales, como si pudiéramos tomar nuestras propias decisiones sin importarnos nuestros países, hazlo... Para saber que tú sientes lo mismo que yo... Mi Tripalosky..." - pensó cuando sus labios estaban a punto de encontrarse.

El mas alto se acercó a tal punto de rozar sus labios, con las intenciones de profundizar el contacto. Pero, al darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer se detuvo abruptamente.

Abrió sus ojos y observó el rostro frente a él, asustándose ante la brecha estrecha entre ambos rostros.

"El sentir será tu maldición..."

Sus manos dejaron de tocar el rostro de la country para rodear el cuerpo femenino por los hombros y darle un abrazo seco. Venezuela abrió sus ojos ante el movimiento.

La atmósfera que habían creado se disipó en ese momento.

- ¿Rusia?

- ...

El ruso se separó con rapidez pero sin ser brusco. Miró fijamente a Venezuela, quien le devolvió la mirada confusa e inquieta.

- "¿Qué estaba a punto de hacer?..." - se preguntó el chico. - "tengo que acabar con esto" - le dirigió una mirada frustrada a la tricolor para luego retirarse rápidamente.

Venezuela se quedó parada en el mismo sitio, mirando como Rusia se iba y la dejaba sola.

Sola...

Bajó su mirada con el ceño fruncido ante la decepción y tristeza. Una última lágrima bajó por su ojo izquierdo.

- "Él... No me ama..." - pensó antes de gimotear levemente  y abrazarse a si misma.

Tenía sentido... Rusia jamás se enamoraría de un país quebrado. Un país... Que no fuera una potencia. Un país... Que no pudiera darle el mundo en sus manos.

Un país... Como ella.

- "Pero... Tal vez pueda tener su amistad..." - trató de convencer a su corazón, el cual estaba un poco lastimado. - "Tal vez... Pueda estar a su lado como su amiga..."

Aunque ella sabía que tal vez eso nunca pasaría.

...

En el vuelo de regreso a sus hogares, Colombia notó que su hermana estaba decaída.

Venezuela solo miraba las nubes, perdida en sus pensamientos.

- Oye Vene, ¿Estás bien? - preguntó preocupado Ecuador a su lado. La chica lo miró y sonrió triste.

- Tranquilo Ecuador, sólo son estupideces-  dijo acariciando la cabeza del menor para después mirar nuevamente al exterior.

"Sólo estupideces..."

Corazón En CRISISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora