~Las sospechas~
Y mientras tú te conformadas,
con simples monedas,
perdiste el mayor tesoro,
que alguna vez pudiste tener.
Tiempo después...
Luego de ese viaje, y la discusión,
volví a creer en él, en sus palabras, creí que ya no sería lo mismo, que ya no saldría más.Y así fué.
Pero, solo por un pequeño lapso, creo que es mi culpa.
Desde ese día volvió a ser amable, cariñoso, pero luego volvió, y empeoró más la situación.
Días después le llegó una llamada, en medio de la noche, le escuché salir del cuarto a atender la llamada, no se dió cuenta que lo escuche salir, le hice creer que estaba dormida, tardo, tardo tanto que me quedé dormida y no escuché que se volviera a acostar a mi lado.
No le he podido decir la noticia, y a estas alturas, creo que no le gustará, está tan diferente, distante.
Se la pasa el día en el trabajo, se va temprano y llega tarde, hay veces que ni le escucho llegar.
Siento qu-e es mi culpa, ya-a no sé qué hacer.
—Señorita ¿se encuentra bien?—me pregunta una de las mujeres que están a mi lado. Y salgo de mis pensamientos.
—Si-i, es, solo la emoción—respondo.
Y fue cuando me dí cuenta, que estaba llorando, mis lágrimas se encuentra regadas en mis mejillas.
—oh, la comprendo, ¿primeriza cierto?—me cuestiona.
—si, así es—digo, y cuando veo que volverá a hablar, la voz de la secretaria le interrumpe.
—Marie de Vázquez, su turno— habla.
Sin más me levanto, e, inconscientemente, llevo mis manos a mi vientre, y camino decidida a ver a mi pequeño gran amor.
Al entrar, el doctor, hace las preguntas correspondientes, y respondo en cuanto puedo, luego me pide recostarme en la camilla, me aplica el gel, y luego prosigue al ultrasonido.
Mi pequeña semillita, está creciendo, no se distingue muy bien, pero sé que está ahí, al terminar, me limpio el gel.
—Señora Vasquez, todo está en orden, el feto, está creciendo perfectamente, le recetaré ácido fólico, cuidese mucho, ya que estos meses son los más decisivos—describe el doctor.
—No entiendo, ¿A qué se refiere?—le pregunto.
—Es que estos primeros tres meses, es común que ocurran incidentes, que pongan en peligro la vida del feto o usted, por ello debe estar tranquila y sin estrés—después de que contesta, siento una mortificación.
—¿Podría perder a mi bebé?—la voz me sale en un susurro.
—No, bueno en la mayoría de los casos no, solo es por precaución señora—el alivio recorre mi cuerpo.
—De acuerdo gracias—tomo mi bolso, pago mi consulta en la caja, y salgo con una gran sonrisa.
Me dirijo a la oficina de Sebastián, hoy le diré, tiene que saberlo, no importa nuestra situación, y por más que me duela, eso no tiene que interferir en la vida de mi bebé, por que aunque los médicos le digan feto, para mí es mi bebé, desde ahora y para siempre.
Al estacionar el coche, salgo inmediatamente, hacia el edificio.
—Hola Susie, solo pasaré un momento a hablar con mi marido, buenos días por cierto —le digo a la secretaria de mi marido, y paso de largo.
Pero al abrir la puerta de la oficina, esté se encuentra vacío.
De tras de mí habla Susie—Señora Vázquez, su marido no vino hay a trabajar, lo siento—dice, y mi corazón vuelve a latir con fuerza.
De momento a otro me da un gran mareo, pero lo soporto.
—oh, si, ya lo recordé, disculpa, lo había olvidado—miento.
Ella me da una mirada de pena, y salgo sin esperar una respuesta de su parte.
¿En dónde estas Sebastián?
¿Qué me escondes?
Por favor no me falles.
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𝕰𝖑 𝖊𝖓𝖌𝖆ñ𝖔
Short Story-¿Al final alguna vez me amaste?- Le pregunté finalmente, hacía tiempo que ya nada era igual, finalmente se el porque. Y lamentablemente para mí corazón ya sabía cuál era su respuesta. -Lo siento, pero ya esto no es suficiente, no funciona para mi...