siete

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Paulina

Justo salió un médico, y salí corriendo, quiero, necesito saber como esta Ecko...

–¿Cómo está Ignacio?– le pregunté.

–Me miró y parpadeo– No puedo decirle más que, esta en un estado muy grave.

Otra vez, sentí como el mundo se me venia encima.

–¿Se puede pasar a verlo?– pregunté, triste.

–Si, señorita, de a uno, lo único– respondió con una media sonrisa.

–Gracias– dije quebrando en llanto otra vez.

El médico se dio la media vuelta y de fue.

Entre, estaba ahí, con todos cables, una máscara de aire en la cara, su pecho bajaba y subía lentamente.

Me acerque a él, me arrodille frente la camilla, y le agarre la mano.

–Nacho... Ecko– dije con los ojos llorosos– Mi amor, no te podes ir, todavía nos faltan siestas, nos faltan locuras, nos faltan aventuras, nos faltan jodas juntos, peleas, besos, arreglos, juegos... No me podes dejar– empecé a llorar– Porfavor, mi amor, no me dejes... Te juro que si vos salís de esta, yo, me alejo. Te doy aire, te amo demasiado como para permitirme que te pase algo, aunque a eso no lo decida yo. Te juro, que me alejo, pero te pido porfavor, no me dejes...– lloré un poco más – Sos, increíble, sos hermoso, sos todo para mi.
Te amo Ignacio, Nacho o Ecko... como a vos más te guste. Porfavor, no me dejes. Te amo con todo mi corazón. Te juro, que voy a encontrar quien te hizo esto, y le voy hacer pagar...– le apreté la mano y me fui.

Salí, mirando el suelo, y me senté como estaba antes con Duki.

–Pau, ¿queres ir a comer algo?– preguntó Cazzu, mirándome triste.

–No, quiero estar acá, hasta que me digan que el esta mejor y va volver a estar durmiendo siestas conmigo– dije llorando.

–Bueno gordita, ya esta, va salir de esta, créeme, Nacho es fuerte– me dice Duki, intentando convencerme.

–No puedo, Duki, no puedo, siento que me estoy muriendo, no verlo, no tocarlo, dios, lo quiero conmigo– otra vez, llanto desesperado.

–Te quiero mucho gordita, cuando quieras ir a bañarte o algo, me decís y te llevo ¿si?–preguntó Duki mirándome.

–Si–respondí, y me dio un beso en la cabeza.

Un mes después

Viernes - 13:05 p.m

No teníamos noticias de Ecko, si, un mes, y sin noticias, parecía que era todo joda.

Pero, bueno, nosotros siempre pensábamos en positivo.

Salió un médico de donde estaba Ecko internado.

–¿Y? ¿Cómo Esta?– pregunté impaciente, queriendo que me diga "va estar bien".

–Señorita, el paciente se despertó, ayer por la tarde, pero no podíamos decir nada, por las dudas que pase algo. ¿Usted es Paulina?– asentí– La nombro, a usted y a un tal "Kayne"– me dio un escalofrío.

–¿Que dijo?– pregunté fría.

–Decía algo como "Pauli, te juro que yo no quise, Kayne me hizo esto"– dijo el médico– Ahora, con permiso, me esperan en otra sala– se retiró.

¿Este hijo de mil puta es? ¿De verdad? No entiendo, ¿Es joda? ¿Que carajo le cuesta tener una vida y dejar de joder al resto?

Me olvide un poco de ese chabón, que cuando vea, lo voy a matar, y entré a la habitación que estaba Ignacio.

Mᴏʀᴏᴄʜᴀ ➞ Eᴄᴋᴏ [ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora