setenta y dos

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Paulina

Me desperté muy de mal humor, debido a que el timbre sonaba desesperadamente.

Me levanté de la cama, me dirigí al armario, saqué un poco de ropa, me cambie y fui al baño.

Hice mis necesidades, me lavé los dientes, la cara, las manos y fui a la cocina.

Me dirigí a la puerta con mi mejor cara de orto y la abrí.

Del otro lado, estaba Martina llorando desconsoladamente, y con los ojos rojos e hinchados.

Le abrí paso, la invité a que se siente en el sillón, mientras yo le hacía un té, para calmarla.

Hice un té y un café, una vez que estaban listos, fui hasta donde estaba ella.

Me recibió el té, le dio un sorbo largo y me miró.

–Necesito que me ayudes, porfavor– sollozo.

–Si está a mi alcance, supongo que voy a poder – le di un sorbo al café– ¿Que pasó?

–Mamá...– bajó la cabeza.

Me reí sarcásticamente.

–¿Enserio viniste a pedirme que haga algo por ella?– pregunté elevando una ceja.

Martina asintió cabizbaja.

–¿Para que te tomaste el tiempo de venir?– pregunté sarcástica.

–Mamá está muy enferma y necesita un transplante de riñón urgente– continuó cabizbaja.

–¿Y yo que tengo que ver?– pregunté molesta.

–Me hice la prueba de compatibilidad y me dio negativo– sollozo nuevamente, mirándome.

–¿Vos pensás que voy hacer algo por ella?– me reí, pero esta vez con ganas.

Martina asintió y bajo la cabeza nuevamente.

Me reí.

–Yo no voy hacer nada por esa mujer– dije sería.

–¿Porque no?– preguntó con la misma seriedad.

–¿Porque tendría que hacerlo?– la desafíe.

–Es tu mamá– respondió soplandose la nariz.

Me reí con un poco de amargura.

–Para mi está muerta– dije seca.

–¿Porque decís eso?– preguntó triste.

–Porque esa mujer, me cago la vida, me mil formas diferentes– me reí con amargura– ¿O no te acordás como me trató en tu departamento?

–Ese día, yo hablé con ella, me dijo que iba a venir hablar con vos– respondió sincera.

–Se ve que te mintió, porque nunca vino– me reí.

Martina bajó la cabeza otra vez.

–Marti, la próxima vez, que quieras venir a hablarme sobre ella, trata de pensarlo y reflexionarlo mucho, porque ella a mi, no me mueve un pelo– dije firme.

–Es tu mamá– reitero Martina casi perdiendo la paciencia.

–Si, Martina, ponele que una persona que me dejó abandonada con 13 años, 13 AÑOS– resalte la palabra "años"– Podría llegar a ser mi mamá.

–Quieras o no, es tu mamá, Paulina, acéptalo– levantó la voz.

–No, Martina, para vos es fácil decirlo, porque se quedó con vos, te dio todos los lujos, querías tal pelotudez y te la daba– suspiré– Pero a mi, en cambio, lo único que me dio, fue la vida, nada más, el resto, lo conseguí todo yo sola– me señalé– Con esa mujer, no quiero tener absolutamente nada que ver, ¿okey? No quiero saber ni como esta.

Mᴏʀᴏᴄʜᴀ ➞ Eᴄᴋᴏ [ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora