U N O

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Aquel extraño día comenzó para Laia como cualquier otro.

Su despertador sonó a las 6 a.m., pero ella no lo escuchó. En su lugar, despertó por cuenta propia una hora después.

Se levantó de su cama de un salto luego de ver la hora, desayunó su café de siempre (no sin derramarlo sobre su ropa), se lavó los dientes, se vistió con el uniforme de su colegio y salió velozmente en su bicicleta.

Su largo cabello negro jugaba con el viento, al igual que su blusa blanca.

A mitad de camino, se detuvo frente a un edificio, olvidando completamente de lo tarde que estaba llegando. Sobre la vereda, al pie de un poste de luz, había un gorrión de piedra. Parecía haber sido hecho por un artesano realmente habilidoso. Podría decirse que era un gorrión real que había sido convertido en roca, lo cual era imposible.

O al menos eso pensaría la mayoría.

Laia recogió el gorrión del suelo con un pañuelo descartable. Algunos transeúntes la observaban con curiosidad, mientras que otros eran indiferentes a sus acciones.

Con cuidado, sacó sus lentes de su mochila y cubrió sus ojos verdes con ellos.

Cada detalle del ave estaba presente en la piedra, como si hubiera sido tallada con una gran precisión.

Sin embargo, se habían registrado varios "avistamientos" de gorriones de piedra en otras partes del mundo. O al menos eso decían las redes sociales.

Guardó la estatua en su mochila, subió a su bicicleta nuevamente y se encaminó hacia su escuela. Cuando llegara tendría tiempo de para observarla mejor.

Cuando lo hizo, subió los escalones corriendo. Estaba llegando tarde.

Abrió la puerta del Club de Ciencia, para encontrarse con un increíble alboroto dentro.

-¡Escúchame Senku! ¡Lo decidí ahora mismo! ¡Voy a decirle a Yuzuriha estos sentimientos que llevo dentro durante los últimos cinco años!

En el centro del salón, gritando como loco, estaba Taiju. Era un chico corpulento, de cabello castaño y ojos del mismo color. Y si estaba en el aula del Club de  Ciencia, sólo significaba una cosa:

Necesitaba hablar con su amigo de la infancia, el joven científico Senku.

Él estaba de espaldas a Taiju, concentrado en un aparato extraño. Se volteó para observar a su amigo. Sus ojos rojos se fijaron en Taiju, mientras acomodaba un mechón de su singular cabello, rubio en las raíces parar terminar en color verde en las puntas.

-Oh, bueno... De hecho ahora eso es algo que me interesa mucho. Voy a alentarte tanto hasta que mis cuerdas vocales puedan desgarrarse.- exclamó irónicamente, dejando por un momento de lado su trabajo.

-¡¿En serio?! ¡Gracias Senku!- le respondió Taiju, sin entender la ironía de lo que su amigo acababa de decir.

Por cosas como esa era que aquel grandulón no estaba en el Club de Ciencias.

-Cierra la boca, yo no pienso animarte para nada, gran tonto. Además, no le has dicho nada durante cinco años. Eso es completamente irracional e ilógico.-dijo Senku.

Mundo de Piedra - Dr StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora