O N C E

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Laia cayó sentada al suelo de la arena después de recibir un golpe en el pecho. Las peleas con lanzas no eran lo suyo. La mano de Kinrou, el ganador, se extendió frente a ella, ofreciéndole ayuda. No se negó en recibirla, y el muchacho la levantó de un tirón.

- ¿Estás bien?- preguntó Kinrou.

- Sí, no te preocupes. Estoy algo acostumbrada a esto.

Soltó la lanza de entrenamiento, dejándola a un costado de la arena de combate. Ya había tenido suficiente. Se le ocurrió que podría ser una buena idea ir a ver como le iba al equipo científico, de seguro que le estaba yendo mucho mejor que a ella.

La escena con la que se encontró fue bastante deprimente. Senku, Chrome, Kohaku y Suika miraban frustrados hacia un montón de vidrio deforme. Tenían un aspecto peculiar, parecían la obra que algún niño de cinco años realizaría con plastilina. Aunque algunas daban la impresión de ser botellas que se habían aplastado sobre su base.

- ¿Qué se supone que es eso?

- Senku está intentando moldear el vidrio. Aunque todo lo que ha hecho hasta ahora termina con forma de mierda.- respondió Kohaku.

- No soy un artesano, ¿de acuerdo?- protestó Senku.- Lo único que podemos hacer es seguir con la fase de ensayo y error.

- ¿Artesano?- murmuró Chrome, casi para sí mismo. Luego se marchó en dirección a la Aldea, sin decir nada más.

- Yo tampoco soy una artesana.- Laia tomó la vara de metal hueca que Senku y Chrome habían estado usando.- Pero he visto a Yuzuriha hacer esto un par de veces. ¿Giraste la vara mientras soplabas?

- ¿Girar la vara? No sabía que eso era necesario.

La chica se acercó al horno. Dentro, el vidrio fundido burbujeaba un poco. Tenía un brillante color rojo, y probablemente una quemadura de ese líquido podría ser bastante grave.

Introdujo una punta de la vara allí, tratando de alzar la cantidad de sustancia que ella creía sería necesaria. Apoyó sus labios en el extremo contrario del hierro, y sopló con fuerza mientras giraba la vara con sus dedos.

Ante la expresión asombrada de todos, el vidrio iba tomando forma de una botella abalonada. Pero luego de unos segundos, se aplastó como las demás.

- Bueno, es lo mejor que puedo hacer.- dijo Laia con una expresión de disgusto.

- Que gran ayuda, me pregunto que haríamos sin ti.- exclamó Senku, con un evidente tono sarcástico.

- ¿Te gusta molestar a todo el mundo? ¿O es por qué estás obsesionado conmigo?- respondió Laia, acercando un poco su rostro al de él.

- En realidad, adoro molestar a los que son más idiotas que yo.- el rubio se acercó aún más. Puso una sonrisa triunfal cuando vio que las mejillas de Laia se teñían de rosado.

- Ya basta, ambos parecen idiotas hablando de esa forma. Senku no está obsesionado con nadie, y Laia es casi tan buena como tú, así que paren.- Kohaku se interpuso entre ellos, separándolos. No estaba acostumbrada a ver esa clase de comportamiento en el científico, y le resultaba molesto.

- Sólo estamos jugando, ¿verdad, Senku?

- Sí, tranquila leona. Es como una costumbre que tenemos desde hace tiempo.

El sonido de unos pasos apresurados terminó con la charla. Por el puente, Chrome arrastraba a un pobre anciano de cara arrugada y una blanca barba larga, envuelto por cuerdas mientras le rogaba al muchacho que parara.

Mundo de Piedra - Dr StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora