N U E V E

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- Estaba pensando en comenzar el camino de la fabricación del vidrio, ¿qué dices?

Senku y Laia llevaban caminando juntos un par de minutos, volviendo a la Aldea. La densa vegetación los rodeaba y unos cuantos rayos de sol lograban atravesarla, brindándoles luz y calidez. Habían hablado todo el camino, Senku la puso al día con lo ocurrido. Le contó sobre como casi Magma, el bravucón de la Aldea, confundió al mentalista con él, tratando de matarlo. También le había contado sobre el trato que había sellado con Gen: una coca cola por la salvación del Reino de la ciencia (al final, el mentalista no era muy buen negociador).

- Eso suena fantástico.- respondió Laia mientras aplastaba un mosquito que estaba sobre su brazo, a punto de picarle.

- Deberías tener cuidado con eso, no contamos con ningún tipo de medicina para alguna enfermedad u parásito que pueda transmitirse por medio de los insectos.- comentó Senku mientras observaba asqueado como la chica tomaba al insecto magullado por las alas para luego tirarlo al suelo.- Hablando de medicinas, creo vamos a necesitar un poco de ayuda.

- ¿Ayuda? ¿Tú necesitas ayuda? ¿Senku Ishigami, el chico más inteligente y orgulloso que he conocido necesita ayuda?

- No es que la necesite, sólo que existe la probabilidad de que alguien a quien conoces bastante bien pueda ayudarnos a terminar esta medicina más rápidamente.- Senku se detuvo y tomó a la chica por las muñecas, mirándola a los ojos.- Debes decirme dónde estaba ese día. El día en que el mundo cambió para siempre.

- ¿Qué? ¿De quién estás hablando?- Laia giró levemente la cabeza hacia un costado, tratando de evitar la apasionada mirada que Senku solía tener cuando se emocionaba por cosas relacionadas con la ciencia.

- Hablo de Alexei Inoue, uno de los mejores ingenieros químicos de todo Japón. Tu padre. Si mal no recuerdo, trabajaba en un laboratorio que quedaba cerca de donde estábamos nosotros. ¡Podríamos buscar en la zona donde Taiju y yo despertamos! ¡Contar con alguien como él sería realmente fantástico!

Laia se quedó estática durante un momento, bajando su mirada al suelo.

- ¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal? ¿Es el golpe en tu cabeza? No hay forma de hacerte estudios pero podríamos...

- Senku.- lo interrumpió Laia.- No vamos a poder hacer eso.- La chica alzó la vista hacia él y le sonrió tristemente.

- ¿Eh? ¿Por qué no?- preguntó Senku alzando una ceja.

- Por más que busquemos en todo Japón, no vamos a encontrarlo.- los ojos de Laia comenzaron a llenarse de lágrimas.- Mis padres estaban en un vuelo hacia América cuando todo ocurrió, las posibilidades de que no estén hechos añicos son demasiado bajas. No creas que no había pensado en que mi padre podría ayudar, cuando mencionaste la sulfadina, eso fue lo primero que cruzó mi mente. Pero luego me di cuenta de la situación, y no he podido dejar de pensar en ello. Lamento haberte causado problemas.

Senku guardó silencio mientras veía como las lágrimas resbalaban por las mejillas de la pelinegra.

Laia se enjugó los ojos con el dorso de su mano, cuando sintió unos brazos rodeándola.

- ¿Por qué te disculpas? Tú no puedes controlar este tipo de cosas. Llora todo lo que quieras, mi hombro siempre va a estar dispuesto a mojarse con tus lágrimas.- Senku acarició el cabello de su amiga con una mano, mientras que con la otra le daba palmadas en la espalda.- Sólo espero que no me estés llenando de mocos.

Mundo de Piedra - Dr StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora