S E I S

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-¡¿De qué demonios hablas?! ¡Algo como eso es imposible!- chillaba Gen.

El científico estaba hablando con Chrome en su choza sobre porqué el cobre que tenía guardado allí seguía intacto, sin prestarle demasiada atención al mentalista.

A Laia le divertía ver la escena que montaba el escéptico Gen. Él no conocía a Senku, por ende no sabía las cosas que podía lograr si tan sólo se lo proponía.

Algo en su mirada se encendía cada vez que veía a Senku emocionarse con alguna cosa científica. Cuando él se enfocaba en una investigación, nada ni nadie más importaba, y aunque muchos consideraban a Senku un bicho raro por eso, ella lo veía algo atractivo. Ese chico siempre le había llamado la atención, incluso antes de volverse buenos amigos.

- Ahora lo que necesitamos es atrapar un buen rayo.- dijo el científico mientras se llevaba una mano a la barbilla, pensativo.

Laia lo observaba atentamente, como si fuera algún tipo de mineral nuevo que necesitaba ser analizado en profundidad. Si bien él no era una roca o algún nuevo elemento, si era extraño y único en su clase. Ella nunca había conocido a un chico como él.

El cielo se oscureció de repente y el potente ruido de un trueno, seguido de un deslumbrante relámpago la obligó a despegarse de sus pensamientos para volver a la realidad. Las personas de la aldea que habían estado trabajando en el horno de fundición huyeron despavoridas gritando algo sobre la furia del cielo.

- Estamos en temporada de tormentas pero, ¡¿No somos muy afortunados?!- exclamó Kohaku cuando las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer.

- ¡No, es justo lo contrario! ¡Esta es la peor situación! ¡Que llegue en este momento en el que no estamos preparados!

Senku corrió sosteniendo un trozo de cobre, que parecía una piedra brillante, en su mano.

- ¿Vas a hacer un generador de electricidad?- le preguntó Gen.

- No tenemos tal cosa.- le respondió el científico.- Pero con sólo un imán, podemos crear un generador.

- Espera, ¿un imán? ¿Eso vas a hacer con la barra de hierro?- dijo Laia, metiéndose a la conversación.

Senku sonrió de lado antes de responder.

- Supose que se te haría familiar, ya que gracias a eso nos volvimos amigos.

***

[Tercer año de la secundaria, dos años antes de la petrificación]

Senku nunca la prestaba mucha atención a cierto grupo de su clase. Le gustaba llamarlos el grupo de los "descerebrados". Eran adolescentes idiotas, que se dejaban llevar por sus hormonas. Siempre molestando a los demás con comentarios irritantes que sus mentes simples apenas podían formular. Eran los "populares" de la escuela, el tipo de gente que por tener una cara bonita termina creyéndose mucho más que los demás, opinando bien de ellos mismos y mal de los demás.

Ese grupo estaba formado por tres estudiantes que llevaban siendo sus compañeros bastante tiempo.

Kano Akiyama, un chico idiota de ojos oscuros y cabello castaño que no hacía más que fijarse en si mismo, esforzándose por arruinar todas las cosas con las que no estaba de acuerdo, volviéndole la vida imposible a una buena cantidad de estudiantes.

Aiko Fujioka, de ojos miel y cabello dorado, siempre aprovechándose de los pobres infelices que caían víctimas de sus encantos. Usando todo el tiempo su físico para obtener las cosas que quería.

Mundo de Piedra - Dr StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora