- ¿Cómo ha ido?- Preguntó; a pocos metros de mí; todavía jadeando.
Para Connie; Sam era un tesoro. En ese momento no era consciente de lo mucho que Connie le apreciaba; preocupándose por él a cada paso que daba. Había venido sin pensárselo dos veces al hospital sólo para ver cómo me encontraba.
- El padre de Sam.- Pensé; justo cuándo me di cuenta de que ni siquiera le había visitado. Connie había ido hasta allí para nada.
-Me encontraba mal y no he podido visitarle. Mi madre me ha dicho que fuese a casa y que ya hablaríamos allí; le visitaré mañana. -Concluí; intentando desviar un poco la atención de lo ocurrido.
Me sentía mal por no ir a verle y que ella se preocupase tanto. No sabía porqué; pero me despertaban muchísimos sentimientos al hablar con ella de cualquier cosa acerca de la vida de Sam; sentimientos de dolor, de angustia; de pena.
-¿Vamos a dar un paseo?- Pregunté; casi instintivamente, para despejarme y alejarme de aquel hospital.
Connie asintió; con una pequeña sonrisa dibujándose en su rostro, a la vez que bajaba de la bici para seguir a pié.
- Y... ¿Adónde vamos?- Preguntó, a pocos metros de dejar el hospital atrás.
-No tengo ni idea.- Exclamé, mirando hacia adelante; sonriendo, aunque; aterrado en mi interior.
Le había mentido; sabía exactamente a dónde quería ir. Tenía que visitar a toda costa la casa de Prim; aunque sólo fuese por fuera, verla con mis propios ojos.
56 de Cabot Street.
Connie, al oír mi contestación; se rió un poco, mostrándome otra vez aquella sonrisa a través de esa bicicleta que nos separaba.
- Y; ¿Cómo estás tú? Por lo que pasó por la mañana.- Pregunté.
Se hizo un pequeño silencio; parecía que estaba pensando qué responder, para explicarlo lo mejor posible.
-La verdad es que lo estuve pensando en clase y...- Dejó la frase en el aire.
-¿Connie?-
-¡Estoy super contenta, joder!- Respondió, llevando sus brazos al aire, dejando la bicicleta sola, para recogerla al instante, antes de que se cayese.
-La verdad es que nunca me hubiese esperado que tuviésemos esa conversación. Fui un poco tonta al perder los nervios de aquella manera, pero eran muchísimas emociones las que sentía en ese momento y tenía que soltarlas todas de golpe; ¿sabes?- Exclamó, viajando su mirada entre mí y el suelo.
- Quiero ayudarte en todo lo que pueda y salir juntos de esto; ¿vale?-
Asentí; contento por verla así. Me llenaba de alegría verla tan animada; oírla hablar de cosas que le habían pasado en clase; anécdotas tan absurdas como graciosas; y chistes malísimos, que; por alguna razón, le hacían muchísima gracia. Y, aquel paseo se encontraba cargado de ellas.
Aunque yo no fuese con el que tenía aquella relación; me sentía muy relajado, muy cómodo hablando con ella.
Nos pasamos así un buen rato; yendo de aquí para allá, guiándola por detrás, para dar con aquella casa, hasta que; al girar aquella esquina; la vi.
La casa de Prim.
Se trataba de una casa bastante vieja, con los cristales muy sucios y casi en su totalidad precintada por la policía; debido al incidente.
- Joder.- Fue lo único que pude formular en aquel momento.
- Es la casa de los Olsen.- Respondió Connie, al verme callado mirando la casa.
-¿Los Olsen?- Pregunté; intentando informarme más; cualquier atisbo de información era muy importante.
Connie apartó la vista de la casa para dirigirse hacia mí y contar lo que sabía sobre la misma.
-Sí; hace poco, unos brutales asesinatos se cometieron aquí. Por lo que vi en las noticias; unos atracadores entraron por una ventana a media noche, pensando que la familia estaba de vacaciones y; al encontrarse con aquella familia, reaccionaron de la peor forma posible. El padre y la madre murieron aquella noche, pero pudieron salvar a su hija en el último momento; estaba en estado crítico.- Finalizó, con una expresión mucho más seria.
Era obvio, la famila Olsen se trataba de la misma que la de Prim; la verdad, me dolió ver aquella casa después de verla a ella.
-Putos ladrones de mierda. - Concluí, empezando a caminar otra vez. No podía entrar en su casa en aquel momento; era demasiado temprano para siquiera plantearse colarse dentro, y más con Connie allí.
Me revolvió el estómago pensar en aquella escena; intentar imaginar lo que había vivido Prim allí. Lo principal era volver al hospital y ver cómo se encontraba ella, hablarlo e intentar investigar más cuando cayese la noche.
-¿Estás bien?- Preguntó, al verme empezando a caminar con aquel rostro de angustia.
-Si, claro; tranquila.- Le contesté; montándose una pequeña sonrisa.
-Volvamos.- Concluí; un poco más despejado; sentimiento que notó, por lo que ella también estaba un poco menos preocupada.
- Detenido a primera hora de la mañana un presunto doctor en el hospital general de Rivia; acusado de "Transmutación de alma", una práctica totalmente irreal, pero que, por lo que defiende el acusado; le obligaron a ejecutar.
Un escaparate en el cual se vendían un montón de televisores hizo que me detuviese en seco, mientras caminaba con Connie; observando fijamente el canal de noticias.
- El mismo doctor que al que habían disparado mientras miraba por aquella ventana. - Pensé.
-¿Transmutación de alma?- Respondí, en voz alta; absorto por el programa.
-Hasta este momento, solo hemos podido recabar esa información sobre
el doctor Yagami. En estos instantes se está produciendo un interrogatorio para conocer más detalles sobre el supuesto crimen.
Les mantendremos informados.-No había entendido absolutamente nada de lo que había sucedido.
-¿Transmutación de alma? ¿Qué coño era eso? ¿Tendrá que ver con el intercambio?- Me preguntaba; una y otra vez, generando cada vez más preguntas que respuestas.
-¿Trasmutación de almas? Se parece a lo que escribía mi padre. -Un silencio sepulcral se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos gracias a esa frase.
Mi mirada, aún clavada en aquellas pantallas, se giró hacia Connie.
-¿Sabes de lo que estan hablando?- Pregunté, señalando con el índice a la pantalla a través del cristal.
-Mi padre tiene un montón de libros relacionados con las Transmutaciones; la verdad, siempre está enfrascado en esas investigaciónes; aunque no me cuenta mucho de ellas.- Finalizó, con un tono de voz demasiado calmado para el descubrimiento que podría ser aquello.
-Connie... ¿Puedo ir a tu casa?- Exclamé; emocionadísimo por dentro.
-Esto se podría tratar de una pieza más del puzle.-