Capítulo 11: La Devastación De Las Deidades

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Narrador.

Meliodas y Ada abrieron sus ojos con sorpresa al reconocer a los mandamientos, los organizadores del evento, pero no se les dió la oportunidad de armar un plan cuando el suelo estaba temblando bajo sus pies.

—¡Las parejas fueron escogidas por el destino! ¡Peleen lado a lado hasta la cima! —gritó Drole.

—¡Ada!—. Meliodas buscó a su esposa confundido, percibiendo a Ban a su lado.

—¡Elaine! —exclamó Ban desesperado al verla sobre la arena junto con Ada. —¡Hijos de perra, si le ponen una mano encima a Elaine los mataré!

—¡Ban, no te preocupes por mí! ¡Concéntrate en tu pelea! —gritó la Santa del Bosque buscando tranquilizarlo. Ban se retrajó inconforme, hasta que escuchó el silbido de Meliodas.

—¡Qué mujer! —dijo tratando de tranquilizar a Ban.

—¡No te preocupes, Ban! ¡Te debo demasiado! ¡Protegeré a Elaine con mi vida! —declaró Ada con una sonrisa resplandeciente en sus labios. Elaine se sorprendió un poco, mirándola con curiosidad.

Agradecido, Ban suspiró pesadamente antes de imitar el silbido de su capitan, con cierta burla a la hora de hablar.

—Qué mujer... —canturreó, provocando la risa de Meliodas.

Un poco distraídas, ambas se miraban mutuamente con curiosidad antes de sonreír después de haber logrado tranquilizar un poco al pecado de la avaricia.

—Tú eres Ada, ¿Verdad? —preguntó con curiosidad mirándola atentamente, siempre había querido saber quién era la amada de Meliodas.

Un mounstro de colores oscuros revoloteó a toda velocidad en dirección de Elaine, antes de que ella pudiera hacer algo para evitarlo, Ada se puso delante ella, cubriéndola con su ala. Ésto logró sorprenderla al no haber notado en qué momento aparecieron estas inmensas alas sobre su espalda.

—Retrocede —pidió Ada con tranquilidad poniéndose delante de Elaine, viendo como los enemigos se abalanzaban a toda velocidad hacia ella.

—No te preocupes, Ada... No necesitó que me protejas —declaró Elaine con seriedad, y con un simple movimiento de mano lanzó a volar al caza recompensas. Ada suspiró aliviada, después de haber golpeado a aquel pájarraco a su lado, acabando con su vida.

Hubo un pequeño silencio en el que ambas se miraron mutuamente, sus rostros estaban serios, pero pronto volvieron a su habitual tranquilidad.

—¡La pareja de Elaine y Ada avanza! —gritó el referi. 

—Parece que me equivoqué, no me necesitas en lo absoluto, Elaine —exclamó Ada sonriendo con dulzura.

—¡Tus alas son hermosas! —alagó Elaine encantada. Parecían ser forjadas de algún metal precioso. —Ban me contó de tus hermanas... No te enojes con él...

Pareció haber algo de pesar en su voz, ya que, no entendía por qué necesariamente tenía que asesinarlas. Más si era un favor para una amiga.

—No te preocupes, ellas estaban atrapadas, Ban las liberó... Por tí.

Elaine abrió sus ojos sorprendida por sus palabras notando la sonrisa de dulzura en los labios de Ada. Giró en dirección hacia dónde estaba la arena de Meliodas y Ban, alzando su mano para saludar a ambos, mientras seguía hablando:

Te Protegeré Con Mi Vida | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora