Capítulo 4: Adorada cotidianidad

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Protagonista.

Delineaba los detalles de la madera bajo mis dedos, observando enternecida como los pecados celebraban el haber encontrado a Gowther.

Me había unido a ellos al principio, platicando tranquilamente hasta que el alcohol se hizo presente y me entró hambre.

Elizabeth se acercó a mi con una sonrisa en los labios ofreciéndome un plato de comida, a lo cual yo le devolví la sonrisa.

Comida es comida.

No podía creer que mi Elizabeth estaba delante de mi, una reencarnación por supuesto, pero aquí estaba.

Narrador.

Ambas se sentaron juntas con Elizabeth haciendo preguntas que su acompañante respondía con cortesía, al mismo tiempo que comía con tranquilidad.

El rato paso y el alcohol empezo a hacer efecto en los pecados. Con el Gowther revelando las verdades de Diane, Ban y King.

-¡¿Ves lo que provocas?! Cállate ya. - King dejó salir un lloriqueo.

-¿Acaso te hice algo? -respondió Gowther con indiferencia.

-Si, claro que sí. Esto es insoportable, ¡Ahora compensalo!

-Muy bien -concluyó Gowther.

Nuestra protagonista contuvo una carcajada cuando todos se quejaron de como Gowther revelaba sus secretos.

Miró su tarro de cerveza replanteándose la idea de beber, pero solo lo tomó y empezó a beber. Soltó un suspiro de satisfacción sintiendo el líquido resbalar por su garganta. Hace mucho que no bebía.

Buscó donde podía llenar otra vez el tarro, una vez con el tarro al tope se sentó en un tronco cerca de la multitud de pecados para seguir observando el espectáculo.

Sus risas fueron más sonoras efectos del alcohol, haciendola reír. Gowther la observó un momento al escucharla, tratando de buscar en su memoria el indicio de que ella estuviese ahí.

Ya sé había presentado junto a Elizabeth, Ban, Diane y King. La habían presentado como una conocida del capitán. Se había vuelto a servir en el mismo tarro unas cuatro veces. Más risas continuaron hasta que Meliodas se acercó a ella.

-¿Todo bien hasta ahora? -consultó con una sonrisa.

La euforia de Ada cesó convirtiéndose en tranquilidad, está era provocada por Meliodas. La admosfera cambio para ambos dejándolos más tranquilos.

-Ustedes son como una familia... Una familia alcohólica.

Meliodas soltó una risa.

-No te lo voy a negar. Una vez Ban me lanzó desde el techo de un bar, te prometo que escuché borroso por semanas después de eso.

-¿Seguro que solo semanas? A veces estás medio sordo, te pregunté está mañana: "¿Cuántas horas dormiste?" y no me respondiste.

-¿Qué perro triste?

Él la miro confundido cruzándose de brazos. Ella soltó una carcajada cerrando sus ojos. Meliodas sonreía complacido.

-Eres incomparable -alagó con gracia. Había un sentimiento que Meliodas provocaba en ella, un sentimiento de calidez, de seguridad, que la hacía sentir en casa.

Que sin duda era compartido. Sus palabras salieron por si mismas como prueba de esto, tomándola por sorpresa.

-Tú eres todo lo que soñé -respondió seguro de sí.

-¿Tuviste una pesadilla? -insinuó mirándolo burlona.

Pareció pensarlo un poco frunciendo el ceño. -No luces como una pesadilla.

Te Protegeré Con Mi Vida | Meliodas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora