Narrador.
Tenían bastante prioridades en mente para su siguiente plan. Encontrar a Escanor, ir a La Tierra Sagrada De Los Druidas, descubrir dónde se encontra Ban para ayudarlo a acabar con las Valkirias, y darle el suficiente poder mágico a Meliodas para liberarlo en contra de Los Mandamientos.
Sería un viaje bastante movido. Lewin había encontrado a Elizabeth, el producto de todos sus anhelos, y a su hermana, Ada, lo único que lo mantenía con los pies en la tierra. Los acompañaría, más aún ahora que Elizabeth no podía quedarse en Liones.
-Merlin, ¿No desea que intenté recuperar su cuerpo físico? -preguntó Ada con curiosidad. La magia de las Diosas sería de utilidad en este momento.
-Ahora que lo mencionas, si, el cetro que usaste en la batalla de Liones podría serte de ayuda para romper el mandamiento de Galand -agregó Merlin con interés. Deseaba recuperar su cuerpo físico.
-El cetro es solo una representación de su poder mágico, no será necesario -declaró Lewin con indiferencia, estiró su mano tomando el cetro que ya hacía recargado en la barra como un trapeador.
Lewin lo rompió como si fuera una simple escoba, provocando la sorpresa de los presentes. Ada movió su mano liberando algo de magia, y el mismo cerro apareció en sus manos.
-Es solo algo estético -explicó con calma. Movió sus dedos un poco, y el cetro se esfumó en el viento en una nube de humo dorado. Meliodas estaba en la cocina tratando de mejorar su sazón, para sorpresa de las Diosas, estaba funcionando.
Llegaron a La Tierra Sagrada De Los Druidas; Istar. Elizabeth estaba maravillada. Meliodas se mantenía sujetando la mano de su esposo, caminando por el lugar con tranquilidad.
-Hace tiempo que no sentía tanta paz -susurró Ada, mirando delante de ella a Lewin seguir a Elizabeth.
-¿Elizabeth siempre se verá así? En todas sus vidas, quiero decir -murmuró Meliodas con curiosidad. Estaban los cuatro juntos, pero se sentía muy extraño.
-Lewin dice... Que sí... Siempre es tan tierna y amorosa, me gustaría poder ayudarlos de alguna manera -susurró afligida.
El eterno vigilante, condenado a seguir a su princesa a dónde sea. Vivir, morir, vivir, morir, y nunca podría evitarlo. Siempre cargando su cuerpo muerto en sus brazos, un ser inmortal enamorado de una simple humana.
"Las puertas" se les fueron abiertas, entraron como si fuera su casa, para su sorpresa, ya había personas esperándolos en el interior. Eso los inquieto un poco, debemos admitir que es aterrador.
-Repugnante -murmuró Lewin. Ada río a su lado cubriendo sus labios con la punta de sus dedos.
-Me parece un lugar hermoso -agregó Elizabeth confundida, no sabiendo a qué se debía ese comentario.
-No el lugar, sus habitantes -susurró a su lado, mirando de reojo Meliodas junto con Saneri. La Druida llevo la mano de Meliodas hacia su propio pecho, Elizabeth se sorprendió, y observó a Ada, quien cubrió sus labios con uno de sus dedos mientras reía con diversión.
Meliodas.
Mis ojos cayeron sobre mí esposa. Ada estaba sonriendo con serenidad, y podía ver una pizca de superioridad en sus labios mirando en dirección a Saneri, quien la veía de reojo ocasionalmente.
Es muy dulce para admitirlo en voz alta, pero su arrogancia como Diosa solo es un reflejo de su verdadera persona. ¿Insegura? Mi Ada nunca sería insegura, ¿Celosa? Mucho menos. Yo soy el celoso aquí, ella está segura de que me sacaría un ojo de la cara, y le entregaría uno de mis corazones para que se diera cuenta que los otros seis solo laten por ella, y solo por ella.
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Te Protegeré Con Mi Vida | Meliodas
Fanfiction"Prometí que te protegería, ningún hombre o mujer te haría daño en mi presencia. Pero mi presencia era la que se encargaba de herirte y lastimarte. Jamás podría olvidarte, aunque ambos lo intentamos era imposible. Antes de la maldición te amaba con...