-Por Lady Pecosa-
Capitulo 7
Cuando la vio de pie frente al ventanal, contemplo su adorable cuerpo de espaldas a él, y de inmediato sintió la sangre agolparse en su centro, ella vestía solo una bata color rosa palo, casi transparente y debajo estaba totalmente desnuda, su cabello rubio caía en largos rizos hasta un poco más abajo de la mitad de la espalda, cubriendo sus esquistos hombros, y el torso esbelto, que concluía en una diminuta cintura, que hacía deslizar su mirada en esa increíble curva convexa de sus caderas redondas, perfectas y abultadas graciosamente al igual que sus glúteos levantados, consecuencia de unas piernas muy bien ejercitadas, y... <<¡¡Que piernas por Jesús!!>>, soltó un leve suspiro, las mejor moldeadas que hubiese visto en toda su vida, piernas delgadas y firmes, torneadas como si fueran de una bailarina, y esos tobillos delicados que anticipaban unos pies pequeños... <<¿descalza?>>, así lo recibió la chica... todo el conjunto lo puso tan duro, él se sabe muy buen amante, le gusta el sexo y compartirlo con diversidad de mujeres ha sido su afición ciertamente, nunca se había sentido tan duro, al grado de quedarse sin voz, quizá se debía al prácticamente nulo atuendo de la chica, <<¡¿Princess?!>>, le había dicho Violette que era su nombre, en verdad empezaba a pensar que ese podría ser realmente su nombre. Como sea ella era un poco más alta que el promedio de la mujer en ese país y eso también le encanto.
Junto con la dureza apareció la apremiante necesidad en él de hundirse en ella lo más profundo posible, empezó por sacarse el sobrepuesto, el saco, chaleco y corbata, mientras avanzaba hacía el sofá, para ir poniéndolo todo ahí ordenadamente, en seguida se sentó y se saco los zapatos, junto con las medias, él sentía urgencia de estar en igualdad de condiciones con la chica que aun no se volvía hacia él. Cuando se soltó los tirantes y mientras se sacaba la camisa, notó una cierta tensión en ella, Violette le había dicho que esa chica decía que aun era virgen, aunque ella lo había dejado en duda, ahora que él la observaba, pensó que quizá era cierto, y que por eso la tensión que percibía en los hombros de la Princess era tan evidente..., era extraño encontrar a una chica así en un sitio como este, por un momento pensó en ¿que cosa podría haber empujado a una mujer con un cuerpo tan evidentemente hermoso y siendo aun doncella el estar ahí...?, pero fue solo un parpadeo de su pensamiento que ocurrió mientas se sacaba la camiseta y desabotonaba el pantalón, él percibía tantas cosas, la podía sentir asustada incluso le pareció verla temblar, sin embargo, el deseo que ella ya había despertado en él, lo estaba doblegando y cada nuevo descubrimiento quedaba obnubilado en ese ardiente fuego que estaba quemando en su interior.
Candy, estaba tan asustada, quería saltar por la ventana, había pensado tanto en hacerlo, más no logro convencerse, quizá por el sistema de creencias en el que fue formada, el suicidio no era una opción, era un pecado, sin embargo, se sentía atrapada entre uno u otro, pues la lujuria y todos esos actos pecaminosos que ella sabía se desarrollaban bajo ese techo era la otra opción.... su cuerpo agitado temblaba sin control, ella no quería ninguna de las dos opciones, ella no quería faltarle al Dios que le enseñaron a amar, sin embargo al mismo tiempo se sentía tan traicionada por Dios, ¿por qué había permitido que ocurriera todo esto?, ¿que más debía de ocurrir para que viniera a librarla?, ella tenía tanto miedo y tanto dolor, quería ser fuerte de verdad sin embargo le estaba resultando imposible y no lograba dejar de temblar, entonces haciendo acopio de toda su fortaleza y aferro sus manos a las cortinas apretándolas con fuerza, para que la ayudaran a no caer de rodillas y de alguna manera encontrar un poco de su misma fortaleza en ese acto, respiro profundo, en un respiro entrecortado, ansioso ella hablo, -"Sé que usted no me conoce, y sé que en nada le importa cualquier cosa que yo le diga...."- su voz tembló un poco, -"Me han traído aquí por la fuerza, y yo necesito que me ayude a escapar de aquí.... por favor, le suplico..."-, callo antes de que su voz se quebrara por completo.
Terry sintió como la piel de su cuello se erizaba con el simple escuchar la voz de la chica..., aunque no estaba muy seguro de haber comprendido lo que ella decía, creyó entender que Madame Violette la tenía ahí por la fuerza..., sin embargo él tenia años visitando ese sitio y jamás había tenido ningún dato que dejara ver que a las chicas de ahí las forzaran a nada, [¡No!, debo haber entendido mal, Violette, jamás se arriesgaría a hacer algo así], pensó, encontrando absurda la idea y descartandola por completo.
Candy, había escuchado los movimientos del hombre despojándose de sus ropas, sabía que a nadie le importaría ella, ni su vida o su honor, no tenía caso llorar, y mucho menos suplicar, si lo hacía eso seria mucho mas humillante, pensaba con amargura.
Terry por su parte se sentía abrumado ante semejante belleza, se daba cuenta que no solo era ese hermoso cuerpo, la voz de la chica lo había pasmado de igual forma, era un tono tan dulce que dolía, y le hacía la respiración dificultosa, mientras terminó de desnudarse, estaba realmente muy excitado y camino hacía ella, ahora que estaba más cerca pudo percibir su aroma y en verdad su existencia se convirtió en un delirio, solo podía pensar en besar, lamer, morder, en acariciar ese divino cuerpo y en tomarla toda, disfrutarla hasta la locura una y otra vez, sin prorroga alguna.
Candy, lo notó muy cercano a ella, y el olor del cuerpo masculino, a maderas y cítricos la envolvió, dando de lleno en su olfato y despertando en ella una corriente, que desembocó en su femineidad, nunca se había sentido tan perturbada, de pronto el deseo de ser abrazada fue tan intenso que se mareo, enseguida sintió como el cuerpo de él se pegaba en su espalda, mientras la envolvía con sus manos recorriendo desde su cintura hacía sus senos
-"¡¡Aah!!"-, ella notó como con ese mínimo contacto su vagina palpito, mientras él continuaba propinando candentes caricias a sus pechos
-"Son justo como los imaginaba, perfectamente redondos, tan firmes, con el tamaño exacto de mis manos"-
<<¡¡Su voz!!>>, la voz del hombre la invadió por completo, se sintió anonadada por su belleza, ese tono nítido, tan profundo y levemente enronquecido la hizo vibrar como si con su voz misma la hubiera penetrado ya, y sin poderlo evitar un nuevo gemido de placer salio de ella.
Terry pensó que no podría contenerse demasiado su falo palpitó con fuerza en medio de las nalgas de ella, y sin mediar más, comenzó a besar en su cuello, probando el esquisto sabor de su piel, descubriendo ligeramente su hombro derecho, mientras continuaba abrazándola por la espalda, su mano izquierda masajeaba hasta hacer endurecer su pezón, su mano derecha abandono su seno para recorrer por su abdomen y más abajo en su vientre, haciendo a un lado la seda de su bata hasta encontrar su sexo caliente y completamente mojado para él.
La sangre agolpó sus sentidos, la caricias del hombre la estaban enloqueciendo, quería replicar en verdad quería hacerlo y terminar ese abrazo, sin embargo se decía que lo haría en un momento más, estaba completamente estupefacta por las sensaciones tan nuevas y sublimes que experimentaba, cuando el comenzó a besar su cuello y a mordisquear en su hombro ella cerró los ojos, recostando su cabeza en él, entonces ese maravilloso hombre como si leyera su mente y pudiera intuir su ansiedad, empezó a deslizar su mano hacia su monte de venus y ella supo que en verdad no quería detenerlo, tener sus dedos tocando sus labios externos era tan embriagante que por un momento le pareció perder la conciencia, podía sentir su pene empujando desde atrás de ella y solo quería imaginar como se sentiría en el momento en que se lo metiera, -"¡¡¡Ah...!!!"- cuanto deseaba que se lo metiera, que la penetrara toda hasta lo más hondo, ya nada importaba, solo la delicia que esas caricias prometían tan avidamente.
Él la llevó andando de espaldas despacio hacía la cama, estaba tan necesitado de ella que no podía dejar de tocarla, mucho más se encendía en cada gemido que de ella escapaba, moría por hacerla suya, y cuando sus piernas toparon con el mueble, dirigió su mano al nudo de la bata desatandolo, y deslizándola por sus hombros, así de espaldas a él la hizo recostarse en la cama y ella, no opuso ninguna resistencia, estaba hechizada entregada al delirio de sus besos y caricias con los ojos cerrados, con los pensamiento anonadados y como pensar si de lo único que era capaz era de sentir, sentir esas manos fuertes y suaves que delicadas se deslizaban por su espalda, con esos labios que chupaban, besaban y lamían en el mismo recorrido de las manos, viajando de la espalda a la cintura, la curva de su caderas y sus glúteos, apretando mordisqueando en sus piernas, hasta sus pies, y luego de regreso, Candy solo apretaba con fuerza el edredón, intentando aferrarse a la cordura, y no enloquecer por completo, lo cual fue poco menos que imposible, pues cuando Terry retomó el camino de sus pies a su cintura, la hizo elevar sus caderas, empujando con sus propias piernas las de ella para abrirla y entonces, comenzó a libar la miel de su primera vez, mientras Candy convulsionaba en cada lenguetazo de él en su sexo, Terry se deleitaba con el sabor dulce de ella, en ese momento él reconoció el aroma de un cuerpo que nunca antes había sido penetrado, ella era realmente virgen, y eso lo perdió por completo, él estaba siendo el primero en tenerla, su instinto machista de posesión lo abrumo por completo, sumergiéndolo en un frenesí por enterrarse en ella, embestirla con locura y vaciarse una y otra vez hasta hacerla alcanzar las estrellas de los dos universos vecinos.
Candy sentía morir y nacer una y otra vez mientra él succionaba en su centro, pensó que jamás imagino que tener sexo fuera algo tan desesperadamente delicioso, una fuerte corriente eléctrica comenzó ha subir por su espalda y de regreso hasta sentir que estallaba en cientos de colores, con un grito de placer, un placer jamás sentido, agitando su respiración, tan caliente y mojado, tan liberador y apasionante.
Terry sonrió tan satisfecho consigo mismo, le gustaba hacer disfrutar a las mujeres que compartían la cama con él, pero esta vez la satisfacción iba más allá, y el orgullo le acompañaba, quería marcar ese cuerpo como suyo.... entonces mientras la hacía volverse hacia él, su respiración se detuvo abrupta lo sorprendió la idea, ciertamente quería marcarla, quería dejar en ella una huella indeleble, que jamás ningún otro hombre pudiera jamás borrar, sin embargo lo que lo aturdió mas fue darse cuenta que quería que fuera suya no solo esa noche, la quería suya para siempre, venir a ella y que ella estuviera solo para él, darse cuenta de lo intenso de ese sentido de posesión lo abrumo, pero fue insuficiente para detenerlo, al contrario parecía empujarlo aun más a entregarse sin descanso, mientras continuaba besando sus caderas, acariciaba ahora de frente esos deliciosos senos que ansiaba por chupar hasta comerlos por completo, su cintura tan pequeña le duro muy poco para empezar a devorar sus pechos, era tan espectacular la belleza de ese cuerpo, su sabor, su aroma que pensaba que no lograría contenerse por mucho tiempo, y mucho menos cuando ella se contoneaba, ofreciéndose como poseída mientras él se acomodaba en medio de sus piernas, listo y anhelante de enterrarse en ella, Terry adoro tener la luz de la habitación encendida porque así podría ver todas sus expresiones mientras se la cogía, Candy, aun en su delirio de placer mantenía los ojos cerrados, pero fue entonces cuando Terry deslizó su mirada por su cuello de cisne, no reparo demasiado en la cadena que se perdía entre los cabellos de ella, sino que concentro en su rostro, poco a poco, fue descubriendo esa barbilla de gran templanza y a la vez tan femenina, y luego esos labios rosados carnosos, pequeños y suaves que aun no había besado, pero que anhelaba por estrenar, por que intuía que incluso en eso él era el primero y eso lo enardecía aun más, hasta ese momento esta mujer estaba resultando excelsa en belleza, ciertamente cuando se encontró con esa nariz, pequeña, respingada y salpicada de pecas, su cuerpo se estremeció por completo, una sensación de reconocimiento, un deja vú, un vago recuerdo lo envolvió.
Candy, sentía el falo palpitante justo a la entrada de su cuerpo, aunque le pareciera increíble lo que más deseaba es que él la penetrara, -"¡¡¡Dios!!"- de verdad moría por sentirlo dentro, y no paraba de mover su cadera sugestivamente en un ofrecimiento absoluto de su cuerpo, estaba tan perdida en su deseo que apenas percibió que él se había quedado repentinamente quieto, muy deseosa de apurarlo y al no comprender que ocurría, lentamente abrió los ojos, para descubrir ante ella, aquellos ojos azules de mirada profunda, que hoy destellaban de intenso deseo y sorpresa, una sorpresa que seguro reflejaron sus propios ojos, era "Él", era el actor que muchas veces la lleno de fantasías, era Terruce Graham, él era el hombre que ahora estaba sobre ella a punto de tomar su virginidad
-"¡¡Oh!!"-, la sorpresa la pasmo y al mismo tiempo la excitó de tal manera.... sin embargo también se quedo estupefacta y permaneció quieta...
Cuando él pudo ver sus ojos verdes, una frase resonó en su memoria, esos "ojos tan verdes como los serenos bosques de Escocia", apenas lo podía creer, era ella, era aquella chica, ¿como era posible que en todo este tiempo aun la recordara...? debía reconocer que en realidad no había salido nunca de su mente, solo que jamás imagino volver a encontrarla alguna vez, y mucho menos encontrarla en un sitio así... y ahora estaba aquí justo encima de ella a nada de derramarse por completo por y para ella, al descubrir sorpresa y ardor en esa mirada sintió el latigazo del deseo que sabia no podría contener.
Candy entonces lo aceptó por completo, si iba a entregar su virginidad a alguien sin importar los sistemas ni las circunstancias, ese debería se él, y con voz temblorosa, encendida por el deseo lo llamo por su nombre, -"¡Terruce!"-
-"¡Sí!, ¿cual es tu nombre pecosa de ojos verdes?"- respondió él con brevedad
Ella sonrió ante ese apodo, y en su mente despacio destilo el conocimiento de saber que él la había reconocido, cuando la imagen de aquella tarde en Nueva York apareció en su mente en un flachazo. Por otra parte adoró poder decirle su nombre al maravilloso hombre que tomaría su virtud, -"Soy Candice, Andley"-... su voz vibraba de deseo y eso lo distrajo un poco, pero él nombre de ella resonó en su cabeza, <<¿Andley?... ¿Candice Andley?, ¡la chica que fue secuestrada>>, los pensamientos en el fluían gota a gota, abriéndose paso ante el brumoso deseo, había visto la nota en los diarios en esas semanas, la poderosa familia Andley parecía realmente muy desesperada por encontrarla, desafortunadamente nunca habían puesto una fotografía suya, solo lo que parecía un retrato hablado, -"¿Te secuestraron?"- su piel se erizó ante el descubrimiento.
Los ojos de Candy se llenaron de lagrimas, pensando que el milagro había ocurrido y asintió levemente con su cabeza, -"Por favor, sácame de aquí"- mientras que su voz, por esta vez se quebró por completo entre sollozos.
Sin apenas moverse, él acaricio su rostro dulcemente, y empezó a besar las lagrimas que escaparon de los ojos de ella, -"Si, lo haré, te lo prometo"-, le dijo retirando delicadamente los cabellos revueltos que irrumpían en su rostro, algo en su interior lo apremiaba a consolarla, a cuidar de ella por sobre todas las cosas, a salvarla de esta angustiosa situación en la que se encontraba.
Candy se sintió entonces segura, protegida y por primera vez en mucho tiempo feliz, notó la fuerza de ese sentimiento crecer desde su corazón, y le entregó una sonrisa alegre a Terry, una sonrisa que lo estremeció, lo embrujo de nuevo, de pronto ella le pareció más que solo hermosa, le pareció tan dulce y tan suya..., "¡Tan Mía!"... su corazón se hincho de dulzura y ¿amor?... el deseo de consolarla de ayudarla siempre de cuidar de ella se magnifico y sin poder contenerse, con infinita ternura la beso, dulcemente rosando apenas su boca, lamiendo esos labios entreabiertos, y tan deseosos de él, porque esa caricia tan leve, había vuelto a encender en ella la fogosidad experimentada, él que había intentado un beso de consuelo finalmente se perdió en esa boca y la tomo por completo, acariciando mutuamente sus lenguas, sorbiendo la carnosidad de sus labios, degustando la savia del deseo, ella se aferro a él en un abrazo, y él empezó a deslizarse dentro de ella, estaba tan mojada que era difícil hacerlo lento, aunque lo estaba intentando, su cuerpo temblaba mientras se abría paso en la estreches de su interior, Candy elevaba sus caderas ansiosa por recibirlo por completo, sentía su cuerpo anhelante de succionarlo todo.
Él paro de besarla, era increíble la sensación de clavarse en ella, y quería estar seguro de que ella lo sintiera igual, así que busco su mirada, estaba tan llena de deseo como la de él mismo, tan anhelante de que se la metiera toda de una sola vez que él ya no se detuvo más y entro hasta el fondo de ella, -"¡¡Aaah!!"-, una expresión de dolor mezclado con placer salió de ella, y él se perdió en el bosque de su mirada, porque él también estaba gimiendo de placer, era un delirio, tan suculento y embriagador mientras seguía empujando hacia adentro, muy, muy adentro de ella, quería partirla, sintió miles de alfileres tirando de su cuero cabelludo, y supo que estaba a punto de vaciarse en ella, era increible era la primer mujer que lo había venirse primero y eso lo exalto hasta la locura, -"¡¡Dios!!"-, él siempre era silencioso pero esta vez no pudo contener el grito de placer, -"¡¡Ah!! ¡¡Dios!!, ¡¡Candice!!, ¡¡Mujer!!, ¡¡Ah, me estas chupando todo!!, ¡ah!"-, el ultimo sonido fue débil, estaba viniéndose en ella y como nunca fue completamente consciente de la vida en todas las terminales nerviosas de su cuerpo, agitado, muy exaltado cayó pesado sobre ella, estaba completamente enterrado y apenas si logro recuperar un poco el aliento porque su falo empezó a recibir una deliciosa y renovada succión, que volvió a ponerlo tan duro como en el inicio, apenas se separo un poco de ella mirándola con una complacida sorpresa, -"¡¡Ah!!"-, [Dios lo estaba haciendo gemir nuevamente], entonces empezó a separarse de ella lento, muy suave, saliendose casi todo, solo para tomar impulso y volver a metersela, ella que había esperado con algo de desilusión su retirada abrió los ojos con deliciosa sorpresa, cuando lo sintió tocar fondo en ella de nuevo, y luego él volvió a salirse, más lento, para entrar una vez más solo que más fuerte dentro de ella, Candy se aferraba a sus fuertes brazos, entregada a un delirio de locura, mientras Terry se hundía en ella una y otra vez, encajándose hasta el final de sí mismo, deleitado en los gemidos descontrolados de ella, que solo elevaba sus caderas hacia él anhelante de quedarse con él todo metido en ella, lo sentía moverse ida y vuelta una y otra vez y luchaba por aprisionarlo dentro, sus ojos azules la capturaron, él estaba a punto de venirse otra vez y ella a pesar de su inexperiencia lo supo, entonces se sumergió en su profunda mirada azul mientras él se hundía todo completo hasta lo más hondo de ella, esta vez juntos vieron chispas de luz brillantes a su alrededor, él la escucho decir su nombre tantas veces en medio del delirio, y sintió como la punta de su verga recibía suaves baños líquidos que provenían del interior de ella, -"¡¡Dios!!!-, <<es increíble sentir la forma en como se esta viniendo ella>>. Y sin siquiera mediarlo él mismo se perdió en el momento más intenso y feliz de toda su vida!
ESTÁS LEYENDO
LA AMANTE
FanfictionEleonor como todo una madre amorosa recibe a Terry con los brazos abiertos. Por lo tanto Terry jamas regresa a Inglaterra en el Mauritania. ¿Que deparara su destino?. ¿Se conoceran algun dia él y la Pecosa Candy??