LA AMANTE

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-Por Lady Pecosa-


Capítulo 16


       Entonces Terry reparó en su cuello, toda la noche había querido preguntar, -"¿La gargantilla se dañó? o ¿por qué motivo no la usaste?"-, Candy se llevó la mano al cuello capturando en su mano la cadena de oro que llevaba con ella, y sonrió

       -"Ven"- lo haló caminando tomada de su mano hacía el despacho, -"Tu oficina es mi lugar predilecto, ¿sabes?"- Terry recorrió el lugar con la mirada, buscando entender, -"¡Mira!"- Candy sacó el dije del escudo Grandchester del interior de su vestido y se lo mostró, dejándolo cerca del escudo que había en uno de los anaqueles, donde reposaban las obras de Shakespeare

       Terry contempló atento el dije, y luego dirigió a ella su mirada con un ¿por qué? reflejado en sus ojos, seguido levanto la mano para girar el dije y entonces observo el nombre de Cedra grabado al reverso, -"¿Cómo es qué...?, ¿fuiste, alumna del San Pablo?"- preguntó un tanto confundido, esforzándose en aclarar las ideas

        Candy entonces se recargó un poco sobre el escritorio, mientras sacaba la cadena por su cabeza, -"Cedra me salvó..."- ella inicio su relato, contándole a Terry detalladamente como es que Neal y sus amigos habían pretendido violentarla sexualmente y la forma en como la yegua había llegado a su lado, Terry enfureció deseando poder matar con sus propias manos al tal Neal y sus secuaces que habían intentado lastimarla, sin embargo Candy prosiguió con su relato, -"Yo sabía un poco de ti, habíamos visitado Escocia y vi una pintura tuya, mi amiga Patty me hablo de ti, y si recuerdas en las clases de heráldica debíamos aprender de memoria los escudos de armas de las familias nobles o adineradas de los países más importantes, cuando me acerque a Cedra reconocí el escudo de tu familia... me había asustado mucho Terry y de alguna forma yo, pensé que la familia Grandchester, tu familia, había dado la cara por mí, por eso tomé el dije de la brida de Cedra, ese mismo día decidí abandonar el colegio y este dije"- lo señalo, -"se convirtió en mi relicario, si quieres una especie de amuleto, que me daba buena suerte y me protegía, por eso no me lo quito nunca"- Terry la miraba atento, cientos de pensamientos fluían en su mente, visualizando aquella escena como si él mismo hubiera estado presente, también deseo haber estado aun en el colegio para asegurase en todo momento que ella estaría bien en ese lugar, supo además que ella tenía completo entendimiento de quien era él y conocía más de uno de sus secretos, comprendió porque ese era su lugar predilecto en el departamento, y sorpresivamente no le disgusto en absoluto, mejor aún, experimento satisfacción de que ella lo conociera todo de él. Por otra parte Candy no se había percatado que el escudo de armas que ella llevaba no era justamente el escudo de armas de su familia, sino que era el escudo de armas que su padre le había dado a él como su hijo primogénito cuando cumplió 14 años, un escudo diseñado por el Collage of Arms de Londres, que su abuela Helena la conocida princesa Cristián de Schlewig-Holstein había aprobado para él, su escudo era muy semejante al de su familia con varios blasones incorporados por el duque, significativos de él, como era el águila de la derecha manifestando la fortaleza y astucia de su carácter y las flores de narcisos, que representaba su nacionalidad inglesa, los nuevos comienzos, y la esperada perpetuidad de la presencia familiar en la corte, como si su padre de alguna forma ya intuyera lo que podría pasar con su hijo al irse del país y vivir en otra nación.

       Terry sonrió inconscientemente, mientras Candy continuó explicando, -"Y volvió a ocurrir Terry, contra todo pronóstico de poder escapar de esa casa, llegaste tú, Terruce Grandchester y me salvaste"- Terry acarició su mejilla con el dorso de su mano, entonces recordó aquel día que había recibido ese escudo, aceptando portarlo y defenderlo como parte de sí mismo, porque el escudo significaba él mismo y las cosas que a él le pertenecían todas debían llevar su escudo de armas, así como los muebles de esa habitación. Entonces su labio se curvo en una risa picara, ladeada y arrogante, tomando de sus manos la cadena.

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