La diferencia era notoria en el bosque, Lorren atacaba al pueblo con la sobrecarga de magia y mucho repercutía en la naturaleza, Cathalina estaba agotada y el animal que pintaba su sangre verde y mantenía los árboles vivos se había debilitado.
El musgo de las piedras y el césped del suelo estaba café, en lugar de estar igual de verde y pintoresco que las otras temporadas.
Pero todo cambiaba justo fuera de la mansión, los árboles y plantas florecían, y las aves reposaban sobre sus ramas, exhaustas por un largo viaje en busca de agua, agua que solo Cathalina podría ofrecerles en vasijas al pie de la fuente en la que habitaban las abejas.
Geraldina había llegado a pie desde la entrada al bosque, pegando más fotografías de la morena en los árboles y buscando por fuera de las cuevas.
Alzo la mano frente al famoso portón de ramas metálicas, pero antes de poder llamar a la puerta está se abrió.
Cathalina la esperaba sentada en un columpio amplio que colgaba del pórtico frontal. Un abrigo de terciopelo colgaba en sus hombros y una malteada rosada completamente intacta y con la pajilla limpia se sostenía de su mano derecha.
Geral se mantuvo de pie mirando boquiabierta la gran mansión, tanto tiempo que Cathalina tubo de indicarle el camino a la entrada de la casona. Con un elegante y ligero movimiento que realizó de manera vertical frente a si misma el césped frente a los pies de Geral creció y siguió el recorrido hasta los pequeños escalones de madera.
La niña Stone siguió por dicho camino.
—¿Llegaste a pie? — pregunto Cathalina con esa particular voz gruesa y profunda que la caracterizaba. La niña asintió y sonrió mirando lo sucias que se encontraban sus zapatillas amarillas. — ¿Por qué no has comido?
—¿Eh?
—Tu piel, era rosada cuando comenzamos a frecuentar nuestros encuentros. Ahora está pálida y amarilla, no comes desde hace días. — se puso de pie. A pesar de su baja estatura y peso medio, verla debajo de ese pórtico obscuro te estremecía, su cabello castaño caía por sus hombros y al contrastar con la sombra que brindaba el techo de la casona se miraba más obscuro, su piel más blanca y sin color, pero el abrigo le daba el toque final — Bebe esto, ahora.
Los verdosos ojos de la rubia estacionaron en la copa alargada de cristal que contenía espuma rosa. —Lo aceptaré, solo por qué es rosa.
Entraron al lugar cuando comenzó a viajar nuevamente el aire frío, Cathalina miro los pantaloncillos cortos y los brazos descubiertos de la niña, el solo verla te provocaba escalofríos.
—¿Qué talla de ropa usas? — preguntó la adolescente con porte de mujer. — Olvídalo, vas a probar todas.
La niña seguía impactada con la casona Mitchell y su tinte tétrico, así que solo asintió y sorbió la malteada haciendo mucho ruido.
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Las Brujas Mitchell
FantasyEn el pueblo de Cherry Hill se creó la magia, hace muchos años la familia Mitchell hizo portadores de habilidades especiales a los suyos y a muchos otros humanos. Sin embargo esta no fue bien recibida por lo tanto la sangre real se separó e hizo que...