❝duo❞

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—brian, ven un momento.

salió de sus pensamientos en cuanto aquel sacerdote pronunció su nombre y dejó de mirar el portón por donde aquel auto en el que iba ese bastardo se había ido.

—¿si, padre miller? —preguntó dirigiéndose hacia el hombre mayor. sabía lo que venía.

—alguien arrancó mis flores favoritas, ¿sabes quién fue?

suspiró un poco asustado. se sentía totalmente arrepentido.

—lo siento mucho padre, fui yo. no fue mi intención, es solo que... el hijo de los taylor las quería para su abuela y se las di. —explicó totalmente arrepentido con la cabeza gacha.

—brian... ¿si sabes que ese muchacho te mintió, no? —el hombre soltó una leve risa palmeando el hombro del joven rizado.

—si... la madre me lo acaba de decir. lo siento padre miller.

—está bien, solo fuiste amable como siempre, brian. solo no te juntes con él. se que no puedo decidir sobre tus amistades, pero eres como un hijo para mi y no quiero que nada malo te pase. he escuchado que ese muchacho no es alguien del todo "bueno". —explicó.

—está bien, tampoco tengo intenciones de juntarme con ese chico, gracias. —brian sonrió más tranquilo. —debo irme, seguro mis padres me deben estar esperando con el almuerzo.

—claro, muchas gracias brian. ten un buen domingo.

—igualmente, padre miller. nos vemos. —se despidieron y finalmente brian salió de aquella parroquia comenzando a caminar hacia su casa.

era un domingo muy agradable. seguramente sus abuelos estarían en su casa como todos los domingos.

era su día favorito. no solo por ser el día del señor, sino también porque se reunía con su pequeña pero hermosa familia.

caminó por las solitarias pero bonitas calles de su ciudad saludando a algunas personas en el camino, ayudando a algunos ancianos a cruzar las calles y deseándole un buen domingo a todos los conocidos que se cruzara.

ese era brian may. un muchacho amado por todos por su educación y su voluntad ante todas las situaciones.  y el estaba feliz de ser así. puesto que trataba a las personas de la manera en la que le gustaría ser tratado y claro que recibía el mismo trato.

era imposible no hacerlo con un muchacho tan educado y lindo como él.

en cuanto llegó a la puerta de su casa abrió la puerta de la calle con sus llaves y una vez que entró tocó la puerta que daba al interior de su hogar.

en cuestión de segundos la puerta se abrió dejando ver a una señora may con un delantal floreado y una sonrisa en su rostro.

inmediatamente, el olor a salsa de tomate que provenía de la cocina inundó las fosas nasales del joven rizado dándole a entender que probablemente comerían pastas como todos los domingos.

—bri, ya has llegado. —su madre lo saludó con un beso en la mejilla y su hijo hizo lo mismo con una gran sonrisa. no vio a su padre cerca por lo que supuso que este estaría en el taller que tenían en el patio de su casa. siempre estaba ahí inventando algo nuevo.

—hola, mamá. —respondió y luego se dirigió al sofá que tenían en su sala donde sus abuelos estaban sentados.

—hola abuela, hola abuelo. —saludó felizmente dándole un fuerte abrazo a las personas más importantes de su vida.

—brimi, que felicidad verte, querido. —exclamó la abuela elizabeth dejando ver su dentadura postiza en una adorable sonrisa.

—brian, hijo, cada vez más grande. —expresó el abuelo arnold dándole palmadas en la espalda a su preciado nieto.

religious boy || maylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora