Capítulo uno

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El gran espacio lleno de misericordia y fé, lleno de esperanza y amor que el señor todo poderoso les brinda en su templo sagrado.

La hermosa voz del coro de la iglesia cantándoles a los hombres que iban a congregarse esperando una respuesta por parte de Dios. Y mientras Jungkook cantaba en el coro de la iglesia junto a sus hermanos, pudo ver el gran contraste entre sus padres que parecían orgullosos y honrados de saber que su hijo único fuera tan cercano a Dios, de ver como la voz de su hijo resaltaba entre todas y cada una de las voces cantando, el hermoso potencial, el don perfecto que el todo poderoso le ha brindado fue el mejor regalo que pudieron tener. Porque la voz de este era como una caricia para los oidos de cualquiera.

Luego estaba un chico rubio de muy buena apariencia, a quién Jungkook miró sin dejar de cantar. Este se la había pasado toda la misa bostezando y casi riéndose de algunas cosas que decía el pastor, aún así al escuchar la voz de Jungkook fue como si lo reanimaran y todo el aburrimiento de su cuerpo saliera de viaje y lo invadiera el interés por oír a aquel simpático pelinegro.

En unos pocos segundos las voces se fueron apagando al igual que las palmas que los acompañaban y en unos minutos más el pastor les dió la bendición a todos para que se pudieran ir en paz.

Sus padres lo esperaban fuera de la iglesia mientras él cambiaba su vestimenta de coro por la que normalmente usa. Estaba casi saliendo del templo cuando un chico de cabello rubio y rizado se le acercó con una gran sonrisa.

—Jungkook —Las cejas del nombrado se arquearon al ver al hombre que lo llamaba— ¿En serio no me recuerdas? —Jungkook frunció más el ceño— ¿De verdad estoy tan cambiado? Soy yo, Kim Taehyung, tu mejor amigo de cuando estábamos chiquitos.

La boca de Jungkook se abrió de sorpresa al igual que los ojos y una sonrisa invadió su cara de emoción al volver a ver al castaño ahora rubio de su mejor amigo. Abrazó con fuerza al que era como su confidente dando pequeñas palmadas en la espalda.

—¿Cuándo llegaste al pueblo?

—Ayer. Te lo hubiera contado si tuvieras conexión a internet y un celular adecuado para la época. Por unos años tuve que gastar muchos datos móviles para hablar contigo por mensajes de texto solo porque tus padres no te compraban un celular actual.

Jungkook rodeó los ojos divertido, definitivamente era su amigo Taehyung. No había cambiado para nada en la personalidad, seguía siendo el mismo altanero, confianzudo, seguía quejándose por todo pero atento y leal. Aguantando años hablando con él por mensaje de texto aún cuando odiaba -y todavía lo odia- hablar por allí y solo porque su mejor amigo un poco asocial no tenía un buen teléfono. Desafortunadamente no duraron muchos años hablando después de que Taehyung se fuese, solo un par de años ya que poco a poco se acababan los temas de conversación, comenzaban a crecer y a hacer sus propias vidas. Las conversaciones se volvieron monótonas y aburridas hasta que un día sencillamente dejaron de escribirse.

—Te ves muy bien, la pubertad te vino muy bien —Dice Jungkook con una sonrisa. No imaginó nunca que su amigo iba a cambiar tanto a lo largo de siete años.

—Tú no te quedas atrás —La mirada de Taehyung recorrió todo el cuerpo del contrario poniéndolo un poco nervioso— Te ves muy guapo, no pensé que ganarías tanto músculo ¿Haces ejercicio?

—Solo lo normal para mantenerme saludable. Corro todas las mañanas antes de ir a la iglesia.

Jungkook rió con nerviosismo, no estaba acostumbrado a ese tipo de halagos y más porque las mujeres se mantenían alejadas de él cuando se enteraban que su meta en la vida es ser pastor de una iglesia. Aunque no las podía culpar de que no quisieran estar con alguien que iba a dedicar toda su vida a Dios sin caer en las tentaciones de la carne humana. O al menos eso es lo que tiene pensado hacer.

"El camino hacia la perdición" [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora