4- Celos y placer

2.8K 126 14
                                    

Una semana de trabajo es una eternidad en el infierno, el muy maldito se aprovecha de la situación para explotarme en la oficina, ni siquiera he podido relacionarme con mis compañeros porque todo el tiempo está pegado a mi como una ladilla, no me molestaria tener ese monumento cerca, sus manos acariciándome a cada oportunidad, sus labios rozando mi cuello como accidente, sentir su polla hecha una roca en mis nalgas cuando se pega a mi dorso en el elevador si no fuera porque cada acto que realiza hace que me enloquezca como nunca a tal punto de pensar en aceptar ser su amante, una más de su interminable lista.
— Que tengas linda noche —me saca de mis pensamientos cuando se retira de su oficina como todos los días tirándose la chaqueta sobre los hombros—por cierto todavía sigues sin aceptar mi oferta —se acerca a mi mesa— te podría ir mejor
—nunca— aunque soné segura no sé cuánto podré mantener la misma convicción, nunca sería la amante de ningún hombre por mucho que me gustara, o eso pensé, porque sí, a pesar de su trato conmigo me quedo embobada mirando su rostro cuando bebe café, los gestos que hace cuando se enoja, los hoyuelos en sus mejillas cuando se ríe parece un ángel,
sinceramente soy un poco masoquista, ni yo puedo creer que esté desarrollando algún tipo de sentimientos por un mafioso.
— Eso ya lo veremos —su respuesta me saca de mis pensamientos y me sorprende ver qué ni siquiera me acuerdo de que estábamos hablando.
Por suerte solo se fue dejándome sola, terminé el trabajo y como siempre llegué agotada como todos los días a casa, no me quedaban fuerzas de nada, solo deseaba quitarme los tacones del infierno que me obligan a usar y caminar un poco descalza por el piso frío de mi habitación.
Refrescando un poco retirando la ropa de mi cuerpo para tomar una ducha decido llamar a Miguel, un gran amigo de hace años, lo conocí de forma fortuita
acabada de llegar al país y digamos que ayude a unos hombres extraños a escapar de la justicia y al contrario de ser unos psicópatas y matarme, me gané
su amistad y lealtad principalmente la de su cabecilla. Si una más de mis grandes y estúpidas decisiones pero de la cual no me arrepiento.
—Hola Miguel, estas ocupado? —pregunto por cortesía porque sé que él nunca me colgaria
—Para ti nunca Vero, que paso?— se siente el ruido de una pelea de trasfondo, seguro estaba ocupado con las apuestas
—Te acuerdas que te conté que necesitaba un trabajo donde pudiera ganar más dinero? Pues la buena noticia... ya lo conseguí —anuncio lo más entusiasmada que puedo, pero solo recibo segundos de silencio, hasta que por fin respira profundo y habla
—Pero...
— Nada solo es eso, queria que lo supieras
— Verónica Martínez te conozco perfectamente y sé que algo no está bien.

Suspiro cuando soy pillada, en el fondo sabia que lo haría pero necesitaba desahogarme contarle a alquien lo que me estaba pasando y Miguel es lo más
cercano que tengo a una familia es mi hermano. Le cuento como sucedieron las cosas y a pesar de todas las advertencias no le hice caso.
—Vero estas segura de los que estás haciendo? te ofrecí mi ayuda para sacar a tu familia, me tienes a mí no necesitas a nadie más aléjate de él ,si es de verdad el emperador solo vas a terminar 7 metros bajo tierra— en su voz se puede escuchar su preocupación, su miedo pero ya la decisión está tomada.
— Estaré bien, confía en mí ,te iré contando todo lo que vaya pasando
— Solo prométeme que si te sientes en peligro me llamaras
—Claro que si
Nos despedimos y sin mas, me baño y como un poco de sobra guardada en el frigorífico para después caer muerta en la suavidad de mi cama.

Al pasar los días siento que su actitud no da para más no solo me calienta sino que me manda a ser trabajos que ni siquiera me corresponden nunca me he
sentido más pisoteada en mi vida me siento un estorbo en la oficina y tampoco he logrado ningún acercamiento que me ayude a lograr por lo que estoy aquí o sea peor no puedo estar, así que decidí cantarle las cuarentas a la primera oportunidad.
A pesar de mi determinación cada vez que encontraba el momento perfecto para hablar me acobardaba decidiendo aguantar un poco más; en cualquier
momento se aburrirá y me dejara en paz. Por cansancio en algún momento me buscara y se enamoraría de mi, la única mujer que se le ha negado así, como en los cuentos de princesas solo que yo no soy una de ellas.
Después de un día ajetreado en la oficina todos comienzan a irse y yo ya terminé con el trabajo ordenado por el dictador, se lo llevo a la oficina a ver si
por fin me libera. Lo leyó, palabra por palabra frunciendo el ceño tratando de encontrar algun error pero fuera de la modestia, yo era la mejor en esto
— Bien hecho ahora puedes adelantar estos documentos me dice lanzándome unas carpetas en el escritorio
— pero señor, ya terminé el trabajo por hoy, todos se están marchando.
—todos terminaron, tú no. Anda has lo que te mandé mañana lo quiero listo— recoge sus pertenencias y sale por la puerta tan orondo como siempre
— Christopher no pienso dejar que me explotes, si te vas yo también.
Planté cara y tome mi cartera de la oficina para después seguirlo hasta el elevador.
—me llamas señor, no por mi nombre y si haces o no lo que te ordeno es tu problema no mio, no necesitarás el trabajo — me responde ofendido, pero en
todo caso la que debe estar enojada soy yo después de semanas siendo la trabajadora modelo me amenaza con quitarme el trabajo i Eso es chantaje!

Atrapada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora