- Y con esto, vivieron felices y comieron perdices - concluye la joven, cerrando el libro con cuidado.
El silencio se instaura en la celda durante unos segundos, en el que ambos hombres sopesan el final del relato que llevan días escuchando.
- No sé si decir que esta historia me perturba o me agrada - comenta el gyojin, pensativo.
- Yo creo que ambas cosas son compatibles - afirma la muchacha con una sonrisa.
- No entiendo porqué la madre obligó a su hija a cortarse los dedos de los pies - susurra el comandante.
- La avaricia humana no tiene límites - contesta ella con tranquilidad.
- Igualmente, me sigue pareciendo demasiado - asegura Ace-. Y mardarlas a morir a una cueva... Es muy cruel.
- Para ser un pirata, eres muy blando.
Esas palabras molestan al joven, que levanta la cabeza dispuesto a replicarle. No obstante, se queda mudo al verla: una gesto divertido, lleno de intención, pero con unos ojos que transmiten una amabilidad y cariño indescriptibles. El prisionero simplemente chasquea la lengua y mira hacia otro lado, molesto. Sus dos acompañantes ríen.
Recientemente el ambiente en el nivel seis ha mejorado notablemente. Bueno, todo lo que puede hacerlo teniendo en cuenta que se encuentran en una prisión. Aunque está más que claro que la situación en este piso no tiene nada que ver con la del resto. Al joven le sigue pareciendo inaudito la amabilidad y cariño con la que la carcelera trata a los presos, pero sinceramente, no le disgusta. Simplemente tiene que tener cuidado con lo que dice. Porque quizá ella no utilizase la información obtenida en su contra, pero cualquier otra persona, sí. No es que este lugar sea un nido de ángeles precisamente.
- Y bueno ____, ¿ya has decidido cuál va a ser la siguiente historia?
- La verdad es que he estado buscando algún libro interesante por aquí - dice alzando el rostro para ver al gyojin-. Pero lo cierto es que no he encontrado nada que me convezca.
- Vaya, qué pena - susurra el hombre pez.
- Aún así encontraré algo que merezca la pena - asegura la chica mirando su reloj de pulsera-. Aún es pronto...
- Bueno, ya sabes que aquí siempre eres bienvenida para quedarte el tiempo que quieras - afirma el hombre con una sonrisa. La chica lo mira y se contagia del gesto.
Por su parte el comandante los mira de reojo. No es que sienta envidia, pero sí le apena la relación que tiene con la muchacha. Seguramente bajo otras circunstancias, se habrían llevado bastante bien. Resignado, suspira, escuchando de fondo la conversación de los otros dos.
- Lo cierto es que me da algo de rabia - comenta la carcelera-. Porque en los tiempos muertos, no tengo nada que leer. Hay pocos libros aquí y, de los pocos que hay, la gran mayoría no merecen la pena.
- ¿Y por qué no sales y vas comprar? - Cuestiona el joven, reenganchándose a la charla.
El silencio se dura un par de segundos. _____ se ha quedado callada, mirando al chico y con los labios entreabiertos, dudando sobre qué contestar. En ese momento, Ace teme haber metido la pata. Pero la chica no tarda en esbozar una cálida sonrisa.
- Me queda bastante tiempo antes de poder cogerme las vacaciones - mitad mentira, mitad verdad, lo saben. Pero ninguno de los presentes se atreve a seguir indagando.
- ¿Y por qué no nos cuentas una historia que te sepas? - Pregunta Jinbei alegre, cambiando de tema intencionalmente.
- Hmmmm - dice mientras piensa-. Es que sólo me sé una...
- Bueno, pues cuéntanos - pide el mayor, con una sonrisa.
La chica sonríe y empieza a hablar. Les explica que es un relato, más bien leyenda, que le narraba a su hermano cuando eran pequeños. La historia de cómo su isla sobrevivió al desastre.
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Tras las rejas (Ace y tú)
FanfictionTerquedad, pasión y heridas. El prisionero número uno y su carcelera. Una historia de sueños y engaños.