El comandante abre los ojos, aún mareado y con un asqueroso sabor a vómito en la boca. Pesadamente, levanta la cabeza y mira a su alrededor. No hay rastro de la chica, tampoco de la comida, mucho menos del maloliente charco que había dejado a su lado.
- Al fin despiertas muchacho - dice una voz junto a él.
- Jinbei... - susurra con voz ronca, observando a su compañero de celda.
El mayor lo mira con indudable preocupación. Apenas llevan unos días conviviendo, pero le tiene cierto cariño por la relación que guarda con su capitán. Y eso, ya es más que suficiente para buscar lo mejor para él.
- Deberías comer, a este paso morirás antes de que llegue tu ejecución.
- Prefiero eso antes que darle el gusto a esos imbéciles - declara con obvio desprecio.
- Ah... qué terco eres - comenta negando con la cabeza-. ¿Ni siquiera quieres esperar a ver si aparece Barbablanca?
- No quiero que mi padre se arriesgue tanto - asegura bajando la vista al suelo. Su expresión y tono se han endulzado.
- Tan bueno como siempre - dice sonriendo.
- No soy bueno, te recuerdo que soy un pirata con una recompensa mayor a un millón - remarca divertido.
- Tienes razón, no siempre eres bueno.
Ace le dedica otra mirada, cuestionando a qué se refiere. En cierto modo, le ofende que le haya dado la razón.
- Deberías comportarte mejor con ella.
El joven chasquea la lengua molesto y gira la cabeza, mirando hacia el otro extremo de la habitación. Esa chica lo pone enfermo. Siempre sonriendo y actuando como si nada pasase. Cuando en realidad es una de ellos. Otro títere de los marines que cumple órdenes sin pensar, dejando que todas las atrocidades que se llevan a cabo en Impel Down continúen.
- Es como todos los demás, ¿por qué debería tratarla como si fuese una amiga?
- No te digo que te hagas su amigo. Solo digo que seas más amable. Simplemente está haciendo su trabajo - asegura mirándolo al infinito.
- Eso lo dices porque contigo es considerada - musita molesto.
- ¿Y contigo no? - Cuestiona impresionado por sus palabras.
- ¿Qué ha hecho ella por mí? - Pregunta mirándolo con furia.
- Ha intentado hacer muchas cosas. Que no te dejes ayudar es muy diferente - argumenta tranquilamente. El gesto de Ace se contrae mientras chasquea la lengua una vez más y mira hacia otro lado-. Además, ¿no te encuentras mucho mejor?
Puño de Fuego abre los ojos desorbitadamente, dándose cuenta de la realidad. Observa su torso y brazos, cubiertos de vendas y emanantes de un agradable olor. El dolor casi ha desaparecido. Mierda, lo había curado mientras estaba inconsciente. ¿Qué coño trama esa marioneta?
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Tras las rejas (Ace y tú)
FanfictionTerquedad, pasión y heridas. El prisionero número uno y su carcelera. Una historia de sueños y engaños.