Una noche ha pasado desde que la joven carcelera les contó la historia de su isla y Ace, incapaz de pensar en otra cosa que no sea en la chica, ataviada con los trajes regionales y participando en las danzas en ruego por las lluvia, rememora cada una de las palabras de aquel relato. En él, dos jóvenes enfrentados terminan por enamorarse. Totalmente antagónicos, capaces de destruirse el uno al otro en cuestión de segundos. Pero capaces de trascender más allá de todo y quedándose juntos. La Dama de la lluvia y el Rey del fuego, amantes incondicionales e icono de la bandera de una remota isla del East blue, adorados como dioses.
- ¡Hombre _____! - Exclama Jinbei cuando ella atraviesa la verja, cargada con comida.
- Hola chicos - responde con una sonrisa-. ¿Qué tal estáis?
- Con hambre - admite el gyojin tomando el plato que le ofrece la muchacha-. ¿Sabes? He estado pensando sobre la leyenda que nos narraste ayer. ¿Crees que es posible que aquellos dos fuesen usuarios?
- Bueno - dice mientras se sienta frente al comandante, dispuesta a alimentarlo-. Es cierto que por los registros que hay, parece que esas personas realmente existieron. De hecho hay historiadores que sostienen que, aunque existieron, la Dama de la lluvia no era más que una amante de la climatología y el Rey del fuego un simple artificiero. Aunque eso no quita la posibilidad de que fuesen usuarios. Creo que ambas suposiciones son compatibles.
Mientras habla, el joven la observa atentamente, comiendo con tranquilidad. La chica sonríe amablemente, como siempre. También continúa efectuando su trabajo efectiva y diligentemente. Pero quizá, ha empezado a relajarse. Su postura ya no es tan rígida, ni sus acciones tan autoritarias y distantes. Lo cierto es que recientemente la chica disfruta más de su trabajo. Todo está tranquilo y hay buen ambiente. Nada comparado a lo que era trabajar en otras plantas.
Alegres, la conversación continúa durante la hora de la comida. Los temas van cambiando y el tiempo transcuerre sin complicaciones. De fondo se escuchan las charlas del resto de presos, que hablan entre ellos animadamente. Tal es la buena vibra que existe en ese lugar que ni parece una prisión. Mucho menos el nivel de alta seguridad. Y aunque Ace no lo entiende, ha decidido no cuestionarse más sobre el tema. Tampoco es que le quede mucho tiempo para ello.
- En fin - dice la joven mientras se levanta y recoge la vajilla-. Vendré más tarde, ¿os parece bien?
- ¡Claro! - Afirma el gyojin.
La chica sonríe y traspasa los barrotes, dispuesta a devolver el carrito a la cocina. Da unos cuantos pasos, que resuenan en las altas paredes como puntadas en los oídos. Pero, de la nada, todo queda ensordecido por una explosión. Una densa bruma se extiende por el nivel seis. Cuesta respirar y ver más allá de la nariz, pero la profunda risa del preso da por entendido quién es tan idiota como para llevar a cabo un intento de fuga.
Ace y Jinbei tosen con fuerza mientras intentan ver qué está ocurriendo. El estallido ha sido cerca, y más aún de donde la carcelera estaba pasando. Los nervios los carcomen, especialmente cuando observan el carro plateado aplastado bajo la arena, que vuelve a reunirse en el cuerpo del usuario. El comandante busca desesperado con la mirada a _____, y la encuentra, para su sorpresa, frente a la verja de una celda próxima. Está intacta, con ni un cabello fuera de su lugar.
- ¡Al fin! - Exclama el preso-. ¡Al fin fuera de esa asquerosa celda!
- Yo no celebraría tan pronto, Crocodile - dice tranquila la chica-. Aún te quedan seis plantas por subir.
- ¡Ja! Eso no es problema para mí - asegura el ex shichibukai-. ¿O te piensas que he salido por mi cuenta?
- No - niega colocándose frente a la habitación de la que acaba de salir-. Está claro que algún imbécil te ha ayudado.
Ace no sabe qué pensar, se ha quedado en blanco. Está sorprendido, descolocado. Jamás había visto a la carcelera actuar así. No entiende nada, pero sobre todo, está inundado de preocupación. Por muy soldado que sea, esa chica no es más que una simple auxiliar. ¡Una joven que no ha hace más que limpiar y dar de comer no está preparada para luchar con un delincuente de esa índole! Alterado, abre la boca para gritarle que huya. Pero otras voces lo interrumpen.
- ¡Jefa _____! - Gritan los marines, al otro lado del pasillo. Están listos y dispuestos para disparar, pero la nombrada alza la mano, en señal de stop.
- No intervengáis - ordena mientras deja caer la chaqueta de su uniforme, dejando ver una figura marcada y bien trabajada-. Alertad a los demás niveles. Voy a necesitar unas esposas karioseki.
Los militares obedecen sin rechistar, aunque algunos aguardan en sus posiciones, a la espera de que todo termine. Pronto, el lugar es dividido por una cúpula de agua en movimiento, dejando encerrados a ambos oponentes en su interior. La velocidad del líquido es tal que al público le resulta imposible ver lo que ocurre, más allá de percibir unas distorsionadas siluetas. El sonido de la batalla no se hace esperar, pero al joven de cabello azabache eso no le importa.
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Tras las rejas (Ace y tú)
FanfictionTerquedad, pasión y heridas. El prisionero número uno y su carcelera. Una historia de sueños y engaños.