Upper West Side (Catradora Au)

Capítulo 9

Este fanfic esta llegando poco a poco a su fin y estoy bastante contento con todo el apoyo que ha recibido la traducción hasta el momento. 

El próximo 14 de marzo hay como una entrevista con Noelle en la Emerald City Comic Con y espero que se de a conocer una fecha tentativa para la quinta temporada. A parte, ese día también es mi cumpleaños y joder, sería un buen regalo xD.

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Difícil de detener cuando el coche está en marcha.

(Aly & Aj - Promises)

La primera vez que Catra se puso detrás del volante de un coche, fue a los 14 años, los frenos le fallaron.

Eso era lo que pasaba con Hordak, Catra nunca pudo ponerle una mano encima, no importaba el plan inteligente que su salvaje espíritu desafiante soñara. Y sí, robarle al psicópata su preciado Mustang a las dos de la mañana sólo porque estaba enfadada con él, no fue su idea más brillante, pero maldita sea si su clásica impulsividad no pensaba lo mismo.

Había sido demasiado fácil robar ese coche y ella debería haber sido capaz de verlo. Pero Catra era complicada, no inteligente, difícil de dominar porque usaba su ira y sus emociones como la salida barata en lugar de su cabeza. Al menos según su padre adoptivo. Ese bastardo era incapaz de sentir, a diferencia de los momentos en los que Catra se encontraba en llamas y tan vacía al mismo tiempo. Él actuó con poco o ningún período de emociones. Quería que Catra fuera como él, la estaba condicionando para ser como él. Y sí, tal vez si Catra fuera un poco más patológica y mucho menos limítrofe, se habría dado cuenta de que salirse con la suya robando el Mustang era un montaje completo y total.

Hordak guardaba una colección de coches restaurados en un amplio garaje justo al borde de su propiedad, porque cuando no pretendían ser una familia pobre pero sana, Hordak se dedicaba a hacer amigos y a escatimar en material escolar para sus hijos disfuncionales. Su amor por esos estúpidos coches suyos se extendía hasta su sutil narcisismo. Autos en los que ninguno de sus otros objetos secundarios, sus hijos adoptivos, podían poner un dedo encima. Al margen de las autoridades y de la luz del día, guardó entre otros un Buick Riveria de 1963, un Mazda R-X7 (Catra pensó que era el puto coche más feo que había visto en su vida, no es de extrañar que se quedara encerrado y guardando polvo en ese garaje), un Ferrari F40 de 1989. Robar cualquiera de ellos habría cortado a Hordak donde le dolía. Pero Catra, en toda su estupidez de catorce años, quería su favorito. Su absoluto orgullo y alegría, su Ford Mustang de 1969.

Catra despreciaba ese auto. En realidad, los odiaba todos y a veces pensaba en lo divertido que sería que el garaje explotara un día y los quemara hasta convertirlos en pilas humeantes. En retrospectiva, Catra debería haber sabido que su padre adoptivo era incapaz de sentir amor por la forma en la que interactuaba con cualquiera que se cruzara en su camino, pero era lo suficientemente tonta -y lo suficientemente ingenua- como para creer que podía amarla como la hija que seguía intentando ser, porque definitivamente, parecía que podía sentir amor por la forma de tratar a ese estúpido coche. Un objeto inanimado obtuvo todo su tiempo, todo su afecto, todo su dinero. Se negó a comprarle a ella o a cualquiera de sus hermanos ropa nueva, una vez le dijo que consiguiera un trabajo mientras daban una vuelta y compraba ese estúpido cubo de pernos para los nuevos asientos de cuero. Así que Catra tuvo que mentir sobre su edad al gerente de Office Depot (y lo triste es que ni siquiera fue tan difícil porque todos en su pueblo eran unos idiotas) sólo para volver a casa con un sueldo. Cualquier intento de llamar la atención de Hordak terminaba con Catra gritando como una loca mientras Hordak no se movía ni un centímetro. Todo esto era parte de su plan para hacerla mejor, siempre había una lección en sus maneras. Y Catra quería ser mejor y quería ser como él, por el amor de Dios lo intentaba, pero nunca pudo entender sus 'lecciones'. Lo único que hicieron fue dejarla enfurecida. Y vacía. Muy, muy vacía.