Capítulo dos

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Después de que su mente se apaciguara y se sintiera seguro y relajado en su vida de adolescente soltero casado únicamente con la ciencia, Kohaku llegó a su laboratorio mientras trabajaba en sus planos clamando a viva voz que seguramente estaba enferma.

Al principio no le vio lo raro. De vez en cuando personas de la aldea o del ex imperio de Tsukasa llegaban a decirle que habían contraído una infección, lo que generalmente solo eran simples resfriados o dolores de estómago que se curaban con reposo y cuidando su alimentación.

Fue cuando ella empezó a describirle sus síntomas que su mente comenzó a sonar la alarma de peligro.

"No seas ridículo", se reprendió rápidamente. "Han pasado más de tres meses, sí estuviera embarazada ya lo sabría. Ni ella es tan idiota como para no notar algo así".

-Antes de decir que puedo curarlo debo estar seguro de lo que es. No soy médico, soy científico, pero he estudiado al respecto y se me vienen varias cosas a la mente.- entrecerró los ojos. –Primero debemos descartar la posibilidad de que estés embarazada. Sí has tenido tu periodo ¿verdad?- la miró con completa calma.

Porque simplemente no había forma de que estuviera embarazada.

-No...- o eso pensó.

Se congeló por un segundo, sin querer creer lo que acababa de escuchar. Y entonces perdió completamente los cabales.

-¿Qué quieres decir con no?- se levantó para tomarla de los hombros y sacudirla ligeramente. –Han pasado más de tres meses, sí no tuviste tu periodo ¿por qué no llegaste a esa conclusión antes?- palideció por completo.

-Mis periodos no son como el de otras chicas, vienen cada dos o tres meses, pero nunca se tardó tanto...- explicó sudando frío.

Oh.

Oh...

Oh, mierda.

Eso lo explicaba todo, y se odiaba absolutamente porque también pensó en esa posibilidad, pero la descartó por el simple hecho de no querer creer en ella. Y aquí estaba ahora como un completo idiota enterándose de que realmente iba a ser...

Iba a ser...

-Q-quieres decir que...- empezó a sonreír, con una sonrisa demasiado grande y temblorosa como para ser considerada más que puros nervios y horror.

-Vamos a ser... p-padres...-

-¡¿En este mundo de piedra?!-

Ambos se desmayaron.

O bueno, decir que se desmayaron era una exageración, más bien colapsaron en el piso sujetando sus cabezas frenéticamente.

Le habría gustado desmayarse, pero no podía dejar de pensar y reflexionar y maldecirse a sí mismo.

Padre. Iba a ser padre. ¡ÉL! ¿Qué demonios se suponía que iba a hacer ÉL con un bebé?

Embarazó a una mujer. Embarazó a una mujer y con diecisiete años los dos. ¡¿Por qué demonios la llamaba mujer?! ¡Adolescentes, eran unos malditos adolescentes los dos! Bien que pronto cumplirían dieciocho, pero eso no era una puta excusa.

¿Qué diría su padre sí lo viera ahora? Probablemente estaría sumamente decepcionado y... Pff, claro que no, ese maldito viejo estaría rodando de risa en el suelo, burlándose de su completa desgracia, tal vez el miserable hasta tuviera el descaro de estar feliz por tener un nieto en camino.

Senku no estaba nada feliz. No había ni un milímetro de felicidad en él. ¡Todo lo que sentía era un amargo y duro arrepentimiento por haber sido tan absurdamente irresponsable!

Arruinó su vida y la vida de Kohaku, sin duda. Al diablo eso de que todos los padres terminaban amando a sus hijos, ese bebé no sería más que una piedra en el zapato para ambos y para todo el reino científico le duela a quien le duela. Era la pura y cruel verdad.

Tal vez debería... ¿considerar el aborto?... Incluso aunque fuera peligroso para la vida de Kohaku, tal vez ella estuviera dispuesta a correr el riesgo para librarse de esta carga que nunca debió pasar. E incluso sí no estaba de acuerdo... tal vez sí la persuadía un poco... y le pedía ayuda a Yuzuriha, con sus hábiles manos y algo de entrenamiento en animales reduciría el riesgo de la operación y tal vez...

-Oye, Byakuya...- Senku, de ocho años de edad, miró curioso a su padre después de que él se despidiera alegremente de uno de sus alumnos que cargaba con un bebé. -¿Qué quería ese hombre?- no recibían muchas visitas, así que no pudo evitar sentirse intrigado.

-Quería disculparse conmigo por no poder continuar estudiando la materia por este año.- suspiró mientras se dejaba caer en el sofá a su lado. –Su esposa enfermó y debe cuidar de su hijo, así que deberá desistir. Es una lástima, ya que era un alumno brillante. ¡Pero ya qué!- rió afablemente.

-Se veía muy joven para estar casado y con hijos...- no pudo evitar señalar. -¿Y por qué tienen hijos sí están estudiando? Obviamente los estudios son mucho más importantes.- se cruzó de brazos, sin entender en nada a ese tipo de gente que desperdiciaba su potencial cambiando pañales. Byakuya rió mucho más fuerte, antes de palmear su espalda con diversión.

-Por supuesto que tú pensarías de ese modo tan lógico, y no hay nada de malo con eso.- aseguró sonriendo. –Pero tampoco hay nada de malo con la gente que prefiere dedicarse a una familia. Puede que te cueste entenderlo ahora, pero...- se cruzó de brazos, seguramente pensando en una forma de explicárselo. –Incluso cuando llegan en un momento difícil, de forma completamente inesperada, el lazo entre padres e hijos es lo más valioso que podría experimentar un ser humano. Y una vez te des cuenta de lo que realmente significa ser padre, simplemente nunca podrías lamentar los pasos que te llevaron a eso.- al ver la mirada asqueada de Senku, Byakuya volvió a reír. –Por supuesto, es algo difícil de entender para ti, pero un hombre siempre se definirá por su valor a la hora de enfrentarse a un problema que podría ser decisivo en su vida.- lo miró seriamente, por una vez. –Y los hijos son la responsabilidad más grande que podría presentársele a alguien. A pesar de que abandonó sus estudios por el momento, sigo considerando a mi alumno un gran hombre, responsable de sus actos y con la mente fija en lo que realmente le importa.- miró orgullosamente al techo.

-Eso... no tiene ningún sentido.- Senku siguió con su mueca de repulsión. Byakuya solo volvió a reír.

Dejando escapar un gran suspiro después de ese pequeño recuerdo, Senku se levantó del suelo y volvió a su silla, dejándose caer desganado en ella, con la vista fija en el frente sin mirar a nada en realidad.

No... no había forma de que arriesgue la vida de Kohaku de ese modo, incluso sí ella estaba de acuerdo. Ya tenía trece semanas de embarazo, el feto debería medir entre siete u ocho centímetros y tener sus extremidades y rostro más o menos definidos, con su sistema nervioso ya en desarrollo. Honestamente le daba nauseas pensar en arrancarlo del útero de su madre con sus propias manos y verlo, tocarlo, ver su rostro, tal vez sí el embarazo no estuviera tan avanzado no lo haría sentir tan enfermo el solo pensarlo, pero incluso sí lo hubiera descubierto en el primer mes dudaba ser capaz de arriesgar la vida de Kohaku de ese modo, solo por no querer responsabilizarse por algo que obviamente era culpa de ambos, aunque un poco más culpa de él, según su propia percepción.

"Un hombre siempre se definirá por su valor a la hora de enfrentarse a un problema que podría ser decisivo en su vida."

Qué cursi, qué absurdo. Una tontería digna de un payaso como Byakuya. Y sin embargo, Senku respetaba esa manera de pensar, no solo porque realmente no tenía más opción que seguir adelante con el embarazo, sino porque quería ser el tipo de hombre que su padre respetaría. Quería enfrentar sus problemas como era debido, dando la cara y asumiendo su error. No podía huir de los efectos de sus actos, por más que literalmente todo el mundo dependiera de él para revertir la petrificación. Cometió el error y enfrentaría las consecuencias. Afrontaría la responsabilidad sin quejas. Sería... un padre, por más que no le gustara. Él se lo buscó.

Senku Side StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora