Capítulo nueve

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Llegó el cuatro de enero y Senku sintió un poco de consuelo de que al menos sería padre con dieciocho años y no con diecisiete, por más que fuera completamente irracional y todavía lo más estúpido que había hecho. Pero aunque sea lo hacía sentir un 0,1% mejor.

Para este cumpleaños se organizó un banquete en su honor y todos tuvieron el día libre por una vez, ya que de todos modos hacía demasiado frío como para trabajar mucho.

Aun así Senku cenó un poco apartado de la mayor parte del reino científico, ya que insistió en comer dentro de una choza cerca de un horno para que Kohaku no se expusiera demasiado al frío, y solo los acompañaron sus amigos cercanos.

Nunca fue un gran fanático de los cumpleaños, ni siquiera los suyos propios, pero así como le seguía el juego a los festejos de Byakuya y Taiju decidió también seguirle el juego a los aldeanos y los despetrificados que parecían ansiosos por cualquier excusa para relajarse un poco. Él también necesitaba un poco de descanso, de todas formas. Tanto trabajo por la casa, el barco y cuidar a Kohaku tenían sus niveles de estrés por los cielos.

Pero... encontró una pequeña alegría en medio de tanto esfuerzo. Y no hablaba solo de lo maravilloso que era avanzar en más proyectos científicos, sino también esos pequeños momentos donde debía monitorear el embarazo y posaba su mano en el vientre de Kohaku, sintiendo el bebé moviéndose bajo su mano.

-¡¿Sentiste eso, Senku?! ¡Mira, mira, está aquí!- y Kohaku parecía cada vez más cómoda con este embarazo, tal vez hasta emocionada. -¿Lo sientes?- tomó su mano y la bajó desde por encima de su ombligo a un costado de la parte inferior de su vientre, un poco por encima de su cresta ilíaca derecha. -¿Sientes cómo patea?- sus ojos se iluminaron un poco, y Senku se tomó un momento para sonreír ante su obvia emoción antes de presionar su mano con suavidad en el lugar indicado.

Un pequeño golpeteó continuo agrandó su sonrisa.

-Lo siento.- contestó con calma, sin dejar de encontrar absolutamente fascinante esa sensación. –Puedo sentirlo con claridad, no hay nada inusual en sus movimientos. Todo está marchando a la perfección por este lado, ahora pasemos a pesarte ¿quieres?-

-Bien... ¡pero no te atrevas a decirme que estoy gorda!- él rodó los ojos, pero se concentró en su tarea, ignorando la sensación de hormigueo en la punta de sus dedos.

A pesar de que no podía negar el hecho de que le gustaba sentir esos pequeños golpecitos bajo su mano, todavía le incomodaba la sensación y empezaba a inquietarse sí continuaba haciéndolo por más de unos pocos minutos. Pero... esa incomodidad se fue desvaneciendo poco a poco a medida que pasaban las semanas.

-¿Dónde está el pequeño cachorro león ahora, eh?- con las dos manos en el vientre de Kohaku, usando como excusa su necesidad de medir su abdomen al menos una vez cada dos semanas (aunque lo normal sería una vez al mes) para comprobar que estuviera bien, se inquietó un poco al pasar varios minutos sin sentir ningún golpecito. –Vamos, mocoso, puedo estar aquí todo el día, no sirve de nada que intentes ocultarte.- se sorprendía a sí mismo con lo fácil que podía hablar con el bebé algunas veces mientras que otras veces lo incomodaba solo ver el enorme vientre de Kohaku. Al menos lo consolaba saber que a esta altura su sentido de la audición ya estaba completamente desarrollado y al menos le serviría de algo familiarizarse con el sonido de su voz.

-No lo llames así.- Kohaku hizo un puchero. –O no te diré dónde está pateando.-

-Oh, ¿entonces sí está pateando?- abandonando su cinta métrica improvisada después de terminar la última medición y comenzó a pasar sus manos por todo su vientre para buscar dónde estaba ese mocoso escurridizo, arrancándole una risita.

Senku Side StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora