Capítulo ocho

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El día siguiente a la boda, a pesar de que todos estaban desfalleciendo por la resaca, Senku los tuvo trabajando de sol a sol con pocos descansos hasta que le rogaron por piedad y finalmente los dejó ir a trabajar, aunque de todos modos siguió esclavizando a unos pocos pobres diablos que no habían bebido hasta que llegó la hora de dormir y por fin se quedó solo con sus cálculos y sus planos.

Seguía de malhumor por esa boda asquerosamente tediosa, pero aun así a la mañana siguiente tuvo que ir a ver a Kohaku a asegurarse de que esté bien y tal vez disculparse por gritarle sí es que eso la hizo sentir mal.

No podía permitir que esté estresada y de mal humor, ya descuidó suficiente el embarazo los primeros meses, no dejaría escapar nada por más que realmente solo quería seguir trabajando en el barco. Y honestamente no quería disculparse, tenía razón al diez billones por ciento, pero bueno... sí tenía que disculparse para que su salud no corriera riesgos lo haría.

Creyó que la encontraría desayunando en el restaurante de Francois, pero al llegar allí no la vio por ningún lado y alzó una ceja.

-Buen día, Senku-sama.- Francois se apareció de la nada, sobresaltándolo un poco. –Sí busca a su mujer, todavía está durmiendo, aunque su desayuno ya está listo para ser servido, por supuesto.- ¿su mujer? Ah, claro, estaba casado ahora.

-¿Todavía duerme?- eran las ocho, y ella solía despertarse casi al amanecer.

-Últimamente está durmiendo más, y como está embarazada no quiero perturbar su sueño, aun así siempre me aseguró de despertarla para que reciba su desayuno antes de las once.-

-Ya veo.- en realidad no debería sorprenderle, durante el embarazo el cuerpo trabaja mucho más de lo acostumbrado, lo que probablemente debía hacerla sentir más cansada y era muy bueno que durmiera más. Y sí mantenía ese habito reduciría el riesgo de que el mocoso naciera con poco peso, lo cual sería una molestia menos. –En ese caso le llevaré su desayuno.-

-Por favor permítame prepararle el desayuno también, ya que ayer se saltó la cena.- a pesar de sus palabras llenas de amabilidad, sus ojos se recubrieron casi con una promesa de muerte sí es que fuera a darle un no por respuesta.

-C-claro, así también la dejaré dormir más.- carraspeó, sentándose en un banco a esperar a que termine de cocinar.-

-Excelente.- rápidamente se puso manos a la obra, trabajando rápidamente y entregándole la comida en un tiempo record.

Cargando con una bandeja con el desayuno para ambos, Senku se encaminó a la choza de Kohaku haciendo una mueca por el esfuerzo extra, pero desayunar con ella le daría la excusa perfecta para hablar y asegurarse de que tuviera un buen estado de ánimo.

Al llegar a su choza, dejó la bandeja en el piso y observó su postura con interés. Estaba dormida de lado, pero apoyada sobre su lado derecho, cosa que lo hizo hacer una mueca y acercarse a ella con el ceño fruncido. Planeaba quitarle su sabana y ya para despertarla, no obstante debería tener más delicadeza con ella para evitarle sobresaltos. Eso sería un fastidio, pero era lo mejor.

Todavía con una mueca de hastío, llevó su mano a su hombro y lo sacudió gentilmente. Ni siquiera se inmuto, haciéndolo bufar. Picoteó su hombro insistentemente con un dedo, a lo que se removió un poco, así que siguió haciendo eso hasta que se dio la vuelta hasta quedar acostada boca arriba, gimiendo profundamente mientras alzaba un brazo, casi dándole un manotazo, pero aunque no haya llegado a golpear su mano todavía se llevó un shock cuando ese sonido trajo más recuerdos de su encuentro sexual a su mente.

Para colmo de los colmos, al levantar su brazo y cambiar de posición la manta se descorrió un poco, dándole una vista de su escote y su clavícula y aparte de una de sus piernas y la parte inferior de su cadera desnuda por ese vestido ridículamente corto y revelador un poco alzado.

Senku Side StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora