Capitulo 8

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Entró en la habitación sin llamar a la puerta. Estaba hecha un desastre, la ropa de la noche anterior estaba esparcida por todo el suelo. Henry tuvo que patear varias prendas para hacerse paso. La cama de Chris estaba vacía. Dirigió la vista hacia la otra cama. Únicamente vestido con sus boxers, estaba Jake aun durmiendo profundamente. Su boca estaba abierta y dejaba caer un brazo por el borde la cama. Henry entornó los ojos, su indiferencia le ponía de los nervios. Se acercó a él sin pretender ser silencioso, pero Jake seguía en su placido sueño. Pensó el zarandearle o gritarle para despertarle, pero vio algo más interesante en la mesilla. Cogió el vaso de agua, lo colocó sobre Jake y dejó caer el agua fría. La reacción fue casi instantánea, Jake se levantó sobresaltado y apartándose del agua instintivamente.

— Ah, ah — gritaba al entrar en contacto con el líquido.

— Buenos días, ¿has dormido bien? — dijo Henry con una sonrisa calmada.

Jake levantó la vista y vio a Henry.

— Pero, ¿qué coño haces? — gruñó Jake cogiendo una camiseta del suelo para secarse.

— Dejar mi faceta de cabrón un rato y venir a despertarte — contestó sin dejar de sonreír.

Jake enarcó una ceja.

— ¿Y esa es tu manera de dejar de ser un cabrón? — Jake le lanzó la camiseta húmeda a Henry en la cara y se volvió a meter en la cama — ¡Déjame en paz!

Henry resopló y tiró fuertemente de la sábana de Jake.

— Muy bien, quédate ahí. Para mí será toda una alegría que te largues de aquí — dejó caer Henry, acercándose a la puerta para marcharse. Jake abrió los ojos de par en par.

— ¿Cómo que largarme? — preguntó alarmado.

— Si no te sellan los papeles de admisión, te quedas fuera idiota.

Jake se levantó de inmediato. Cogió algo de ropa del suelo y se empezó a vestir.

— La secretaría la cierran en unos minutos... — musitó Henry con una malvada sonrisa.

Jake salió disparado por la puerta empujando bruscamente a Henry.

— ¡De nada! — le gritó Henry.

Bajó las escaleras todo lo rápido que pudo. Casi tropieza en el último escalón. No llevaba allí ni un día y ya había comenzado con el pie izquierdo. Necesitaba saber sus clases y horarios para su primer día, pero sobre todo confirmar sus papeles de admisión, desde luego era un desastre. No sabía dónde estaba la secretaría, tuvo que detenerse a preguntar varias veces. Le miraban como si estuviera loco. Todos tenían preparadas sus clases para el primer día y él ni siquiera era capaz de llegar a una presentación que era por la tarde. La secretaría estaba vacía. Una mujer al otro lado del mostrador recogía unos últimos papeles, dispuesta a marcharse ya del lugar. Jake corrió hacia el mostrador, no podía dejar que aquella mujer se fuera. Corría por aquel pasillo hasta la mujer cuando chocó con alguien. Una mujer, algo fondona. Llevaba un moño que le recogía la mayoría de su pelo rubio. Abría la boca mirando el café que Jake le había derramado en su blusa.

— Oh, lo siento señora — se disculpó con la intención de volver a echar a correr.

La mujer le agarró del brazo.

— Esta blusa era nueva, jovencito — le miraba desde detrás de sus pequeñas gafas con furia e indignación.

Jake la sonrió con un gesto de disculpa e intentó irse, pero la mujer aun le sujetaba.

— Los chicos de tu edad deberíais aprender a no ir como bárbaros por la vida, ¿no te parece?

La mujer de la secretaría se iba a marchar, y aquella señora gritona no le soltaba el brazo ni le dejaba marcharse. Jake había intentado ser amable, pero perdió los nervios.

Only Two Things - Desirée Arjona PeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora