-Otra vez llegaron las chicas pelirrojas a la frontera - le contó Simón a Markos, mientras Juan Pablo encendía la hoguera.
-¿Creen que mañana ellas volverán a ir allí? - les preguntó Markos frotando sus manos para que entraran en calor.
-No lo sé, mañana no nos toca guardia en la frontera? - respondió el que encendía la hoguera.
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Juan Pablo estaba de pie frente a los calabozos haciendo una guardia normal. Esta vez, por más que Juan Pablo esperó a Simón, este no llegó en todo el turno.
Cuando Isaza finalizó su turno, fue a la cabaña de su amigo de lentes.
-¿Dónde te habías metido? - le preguntó Juan Pablo al chico.
¿Cómo le explicaría que salió hacia el territorio de "Las doble u negras"? Aunque nadie lo vio, o eso esperaba. Pero Simón solo le contestó con un: "No me encontraba bien".
Después de un rato platicando sobre diversos temas (entre ellos las dos pelirrojas) hablaron de un preso que fue condenado a muerte.
-Se nota que te gusta la pelirroja alta - le dijo el cadete, cambiando de tema pues no quería pensar en muertes en aquel momento.
-¿Quién? ¿Viviana?- preguntó Isaza y Simón asintió con la cabeza -. Eso no es cierto.
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Narra Juan Pablo Isaza
Mientras paseaba un rato a Malta vi a un chico con el cabello recogido en un chongo. No lo reconocí y parecía perdido, así que corrí hacia él (ya que estaba un poco lejos) a ver si podía ayudarlo. Lo llamé varias veces, volteó a verme y empezó a correr.
De la nada apareció otro chico y ambos continuaron corriendo adentrándose en el bosque. El más bajo se tropezó y cayó rodando un buen trozo, luego el otro lo ayudó a levantarse.
-¡Esperen, no les quiero hacer daño! - grité y ambos me miraron, seguramente dudando si debían volver a correr.
-Me llamo Isaza, Juan Pablo Isaza y esta es mi perra Malta. ¿Ustedes quiénes son?
-Yo soy Martín y él Alejandro - contestó el chico que llevaba el pelo recogido.
