-Disculpa - llamó la atención de Martín.
-¿Qué haces aquí? ¿de qué huyes? - preguntó Martín al soldado.
-Quieren matarme por... - hizo una pausa para recobrar el aliento -. Por dejar escapar a Viviana y al otro chico - acabó de responder.
Martín lo miró durante unos segundos, agarró la muñeca de Juan Pablo y casi tirando de él, lo obligó a caminar.
-Iremos a mi tribu, allí podrás quedarte - dijo el menor antes de que el otro pudiera preguntar algo.
-¿Por qué me ayudas? - Preguntó Isaza.
-Tú me ayudaste primero - respondió.
Después de un rato de larga caminata llegaron a la tribu de "Las doble u negras" y continuaron andando hasta una casa más grandes que las demás, pero mientras caminaban Juan Pablo notó las miradas de miedo que recibía por parte de los habitantes debido a la marca de su cuello.
-¡Reunión de emergencia! - gritó Martín, y unas pisadas se escucharon en el piso de arriba.
Alejandro bajó por las escaleras y se sorprendió al ver a Isaza.
-¿Qué hace él acá? - le preguntó Aleho a Martín
-Eso era lo que íbamos a hablar - aseguró el más bajo -. ¿Y las demás? - preguntó.
-Viviana vetada durante unas semanas de las reuniones y Nath salió a dar un paseo - respondió Aleho.
-Bueno, luego les explicamos la situación - dijo Martín.
Nath paseaba sin rumbo cerca de la frontera con "Los triángulos negros" hasta que vio a Simón atravesar corriendo el límite.
-¡Simón! - lo llamó.
-¡Nath! - gritó el, y se acercó a la pelirroja -. Debo deciros algo importante - aseguró.
-Vamos a la tribu y hablaremos con los demás líderes - dijo Nathalia, y ambos se pusieron en marcha.
En menos de lo previsto llegaron a la casa donde Alejandro y Martín hablaban con Juan Pablo Isaza.
-¿Qué haces aquí? - preguntó Juan Pablo a Simón.
-Intento salvar tu trasero y vengo a avisar a las doble u de que los triángulos negros van a atacar - respondió Simón tomando asiento.
Después de que Simón les contara lo que había escuchado, se dispuso a irse, pero antes de que este desapareciera en el bosque, Martín lo detuvo.
-¿Nos vimos antes? - preguntó Martín, y el de gafas lo miró atentamente.
Entonces un recuerdo que Simón creía haber sepultado ya pasó ante sus ojos rápidamente y sintió como si hubiera recibido un golpe.
-Estuviste aquella noche en la frontera - aseguró Simón -. Eras aquel niño - añadió.
Martín retiró su pañuelo de la muñeca y lo mostró al más alto. Simón agarró con cuidado el brazo contrario y con un dedo delineó delicadamente la marca ajena, lo miró a los ojos y con su mano borró la pequeña mancha de tierra que cubría a posta parte de su marca.
Eran diferentes, pero con un mismo significado. El triángulo de Simón tenía un lado circular y la de Martín era una doble u con un triángulo en uno de los lados.
Simón atrajo al menor en un abrazo y este lo aceptó.
-Pensé que te habían matado - dijo el de lentes -. Me alegro que no fuera así - confesó.
-Me alegra haberte conocido al fin - afirmó Martín con una sonrisa.
-Creo que tenemos mucho de lo que hablar - comentó Simón.
-Me parece que sí - estuvo de acuerdo el menor.
-¿Me acompañas hasta la frontera? - preguntó Simón con la intención de seguir hablando con él.
-Sí - aceptó el menor.
Las marcas de ambos serían algo así: