-Bien, aquí dormirá - dijo Martín mostrándole a Juan Pablo una habitación.
Toda la sala era blanca a excepción de los cojines, el cobertor y las cortinas, que eran granates. La cama era de matrimonio y a cada lado había una mesita de noche. En frente se encontraba un gran armario con puertas espejo, en la pared izquierda un gran ventanal y en la derecha la puerta. El lugar estaba impecable, como si no hubiera sido utilizado en años.
-Puede dejar la ropa en el armario. La puerta justo en frente a esta habitación es el baño y la que hay al final del pasillo es mi habitación - explicó Martín -. Acomódese y después baje para cenar algo - añadió antes de irse.
Una vez todo acomodado y con una camiseta de manga corta y pantalones anchos que usaba como pijama, bajó al salón para luego ir a la cocina donde Martín se encontraba sirviendo la cena. También había cambiado su ropa, pues llevaba algo parecido a lo de Juan Pablo, pero seguía con su cabello recogido.
Cuando este notó la presencia de Isaza, le sonrió, y con un gesto lo invitó a sentarse. La cena transcurrió en un agradable silencio y como todavía era temprano decidieron hablar un poco.
-¿Cada uno tiene su propia casa? - preguntó Juan Pablo mirando la decoración de la sala.
-No realmente, Aleho vive con María Posada, que es su hermana, y Nath vive con Viviana porque son primas. Vivimos por familias - respondió Martín
-¿Entonces... - empezó a preguntar el soldado, pero Martín lo cortó -. No, no tengo a nadie, pero de vez en cuando Aleho, Nath, o las hermanas Guerra se pasan por acá - respondió.
-En fin, ¿sabe que acá se cuenta diferente? - comentó el menor cambiando de tema para evitar un silencio incómodo.
-¿No usáis el método este? - preguntó Juan Pablo mostrando su forma de contar.
-También - afirmó y levantó un dedo -. Esto es un cero - dijo e Isaza asintió.
-Esto es un uno - aseguró Martín mostrándole tres dedos -. Esto sin embargo es un tres - continuó y esta vez le enseñó cinco dedos -. Sabiendo eso, ¿entonces que número es este? - le preguntó doblando tres de sus dedos, dejando así dos en alto.
-¿Un cuatro? - respondió Juan Pablo, y el otro negó con la cabeza.
-Es un cinco - le dijo -. ¿Qué numero es este? - volvió a preguntar enseñándole un dedo.
-Eso era un cero - respondió Isaza, y Martín empezó a reír.
-No, es un dos - aseguró el más bajo confundiendo aún más al mayor.
Después de veinte minutos Juan Pablo entendió el patrón de cómo iba aquello.
-¿En serio contáis así? - preguntó Isaza.
-Qué va, solo era una adivinanza que se le hace a los niños para ver que tan atentos son - respondió Martín y el soldado golpeo, suavemente, el hombro de este.
-Me hiciste quedar como estúpido - se quejó Juan Pablo.
-Pero fue divertido verte estresado - afirmó Martín.
Cuando Juan Pablo se fue a dormir, eran las doce, y ahora serían, aproximadamente, las dos de la mañana, y Martín seguía despierto debido a su insomnio.
Cada vez que dormía recordaba aquel día, haciéndole sentir como si no hubiera descansado nada, así que prefería no dormir y ahorrarse el mal trago.
De repente vio cómo alguien caminaba por el pasillo y por la altura supo que no era su invitado. Con sigilo y armado con una daga, se acercó al intruso y con una velocidad increíble tumbó al desconocido. Para que no se moviera acerco su arma a la zona donde se encontraba la yugular y la posó sobre la piel sin hacer presión, pero al fijarse en quién era, se sorprendió al ver a Viviana.
¡Y venía armada!
-¿Qué haces en mi casa y más con un puñal encima? - preguntó Martín sin levantarse.
-Vine a matarlo, por su culpa Villa no está aquí - aseguró ella.
-Ahora es nuestro aliado, así que retírate antes de que te acuse con Aleho y este decida enviarte con "Los círculos amarillos" para hacer su entrenamiento militar una semana entera de castigo - ordenó Martín. Se levantó y a regañadientes Viviana se fue.
Lo que quedaba de noche, Martín hizo guardia por si ella volvía, o algún iluminado seguidor de lo que decía la pelirroja más alta, y así se aseguraba de que nadie atacara al triángulo negro.
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Los triángulos negros y las doble u negras.
FanfictionHistoria escrita por Cati y Diana