Capítulo X

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En su casa donde vivía junto con su esposa Merope estaba Tom, sentado bebiendo café. Ya habían pasado días desde que habló con Ron Weasley y este le había mandado con Blaise para atender su problema con él.

Recordaba con claridad ese día, cuando le habían dado la dirección y había llegado hasta allá encontrándose con una asustada Hermione, quien no sabía cómo ni porqué estaba ahí.

Al principio él también tenía miedo y dudas, nunca se imaginó que ese lugar era muy especial y atendían más que problemas de salud.

Ese día se había llevado una gran impresión con el doctor Blaise.

"Días antes"

Tom Riddle senior estaba nervioso y se tronaba los dedos mientras esperaba ser atendido por el doctor Blaise.

Ron Weasley le había dado un papel con la dirección con la instrucción de llegar  directamente con el Dr. Zabini y que ahí él  le iba a ayudar con su problema de su hijo y su esposa Merope.

También se encontraba ahí una señorita muy bonita, pero algo temerosa quien lo miraba tímidamente sin poder ocultar el miedo que sentía.

Luego de entablar comunicación con ella y contarle que tampoco estaba seguro de que hacía ahí llego un joven alto, moreno y apuesto quien se presentó cómo el Dr. Blaise Zabini.

Hermione, quien era la muchacha con la que estaba hablando había pensado que el lugar era un manicomio.

Tom había tratado de tranquilizarla y tuvo la intención de ayudarla a salir de ahí, ya que él también ya tenía sus dudas, pero justo a tiempo llegó el Dr Blaise a impedir la partida de ambos.

Después de que el Dr. Blaise convenciera a Hermione de escucharlo  para aclararle que no tenía nada que temer le habían pedido que los dejaran solos así que la secretaria se lo había llevado a la pequeña recepción, donde estaba esperando que el doctor pudiera hablar con él.

Así que esperaba con la esperanza de que Blaise Zabini le diera la solución a su problema.

Finalmente la puerta del despacho del Doctor  Blaise se abrió y Tom se levantó como resorte y caminó, casi que corrió hasta donde Blaise lo miraba aprensivo y con una gran sonrisa.

—¡Tom Riddle, Bienvenido de nuevo y pase adelante!— Saludó el hombre moreno extendiendo la mano que Tom no dudó en aceptar.

—Buenos días Doctor Blaise, estoy que me muero de nervios por hablar con usted

— El viejo se adentró justo hasta la silla esperando que Blaise tomase su lugar; y en cuanto ambos estaban  sentados comenzaron a hablar sobre el lamentable problema de Tom.

Blaise escuchaba atentamente todo el relato de Tom, desde el incidente que hizo que echara de su casa a su hijo Tom Jr, hasta las cartas que él mismo escribía para aliviar la pena y el dolor de su esposa por no saber nada de su único vástago y el accidente del avión.

La cara de Tom lucia preocupada, mientras que Blaise permanecía impasible ante todo lo que Tom decía.

El viejo no entendía aún cómo iba a ayudarlo Blaise a resolver ese problema.

Repentinamente  Blaise se levantó y comenzó a andar por su despacho con las manos atrás de la espalda y arrugando el ceño de vez en cuando, planeando y pensado una manera de resolver ese dilema, ya que tenía que  hilar ideas para  adentrarnos en su nuevo "proyecto".

—Bueno, bueno Tom creo que ya tengo la solución para tu enorme problema

— Puntualizó el doctor Blaise mirando al viejo con una chispa de brillo en sus ojos.

—¿Habla usted en serio doctor, hay una solución?— Parecía que a Tom le habían quitado un peso de encima.

—¡Claro! ¿o es que acaso dudas de nosotros Tom?
— Preguntó Blaise

Tom no habló de inmediato, recordó lo del principio y luego sonrió un poco.

—He de decirle que al principio cuando me envío aquí el señor Weasley tuve mis  dudas, me preguntaba cómo es que aquí iban a ayudarme.

Pero luego cuando vi la seguridad de la señorita Hermione, supe que era el lugar correcto.

Blaise escuchaba atentamente las palabras del Sr. Riddle y aunque ya se había dado cuenta de sus intenciones decidió oírlas por él mismo.

— Haber cuéntame qué necesitas de mi exactamente — pidió Blaise curioso y divertido en partes iguales.

— Vera Doctor yo necesito que me ayude con una pareja de esposos que actúen por una semana como mi hijo Tom Riddle y su esposa Bella Black, y luego se despidan para regresar a Canadá y así dejar contenta a mi amada esposa Merope, quién sufre del corazón — explicó Riddle Sr.

Le prometo pagarles bien económicamente así como tendrán mi eterno agradecimiento.

Blaise movía su cabeza de arriba para abajo sin emitir sonido alguno y suspirando profundamente le contestó — te entiendo, pero donde conseguiremos una pareja de esposos que actúen bien y en tan poco tiempo.

El moreno meditaba a quien de sus empleados dejaría tan importante misión.

Pero al poco rato escuchó dos golpes en la puerta que lo saco de sus pensamientos.

— Blaise ¿Puedo pasar? — preguntó Hermione del otro lado de la puerta — vengo a traerle unos documentos que le envía Theo.

— Claro que sí — respondió Blaise y al verla entrar notó que ella sería la perfecta Sra. Bella Black sin lugar a dudas. Y él por supuesto sería Tom Riddle, arquitecto muy famoso en Canadá.

Tom sonrió al ver el rostro pensativo de Blaise y le dijo — me parece que ya tiene lo que le faltaba, así que me retiró, apenas resuelva los detalles menores le ruego me llame.

— No se vaya aún, por favor — pidió el moreno ya que necesito que me de toda la información necesaria de su hijo y esposa para que nuestra actuación sea creíble.

Tom sacó de entre sus ropas un sobre y se lo extendió al moreno.

— ¡Perfecto! — respondió Blaise al comprobar su contenido, esto nos ayudará mucho.

Por favor manifiestele a su esposa que en 3 días arribará su hijo y nuera por tren.

Tom río feliz y se acercó al Galeno para estrechar le la mano en señal de aceptación, luego dirigió su mirada a Hermione e hizo un asentamiento de cabeza en señal de despedida y salió de la oficina.

— Hermione espero que te desocupes temprano ya que tenemos algunas cosas de que hablar — aseveró Blaise con el sobre en la mano.

— Como tú digas — contestó Hermione y ahora sí me disculpas debo terminar mi trabajo lo más pronto posible.

Acto seguido sonrió y salió también de la oficina.

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