Capitulo IX

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Días atrás

Tom Riddle Sr. Estaba desesperado y muy preocupado. Daba vueltas de una esquina a otra fuera del consultorio de su doctor de cabecera y amigo incondicional Ronald Weasley. Tenía un tema muy delicado de tratar con él.

La enfermera salió del consultorio con un expediente y se acercó al longevo hombre.

- Sr. Riddle ... El Dr. Weasley lo atenderá en un momento - dijo la enfermera.

- ¡Gracias Molly! - respondió Tom y soltó un suspiro de alivio.

A los pocos minutos salió Ronald sacándose los guantes de látex, se acercó al tacho de basura de la recepción y tomó alcohol para desinfectarse.

- ¡Buenos días Tom! - saludó el Galeno. ¿A que debo el honor de tu visita?

- ¿Podemos hablar dentro de su oficina por favor? - preguntó el anciano.

Ronald abrió la puerta de su oficina y se hizo a un lado para dejarlo pasar primero y cerró la puerta con seguro, notando la importancia de la visita de su amigo y paciente.

¡Toma asiento! Y Cuéntame ¿Qué es lo que te pasa? ¿Cómo está Merope?

- Bien gracias - respondió Tom. Ya sabe que la cuidamos muy bien en casa y evitamos a toda costa que sufra algún susto o preocupación, sin embargo, hay cosas que no se pueden controlar.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Ron.

Tom extendió el periódico El profeta del día de ayer, cuya página principal detallaba con grandes letras, la caída de un avión procedente de Canadá.

- Si leí la noticia - aseveró Ron. Lamentable pérdida para sus familiares.

- En ese avión llegaba mi hijo Tom con su esposa Bella según una carta que nos enviaron días antes - comentó Tom preocupado.

No tengo cara de decirle eso a Merope y peor con su problema del corazón.

- Pero la muerte es algo natural - respondió Ron. Algún día nos tocará a nosotros.

- Es que eso no es el problema - dijo Tom avergonzado.

- ¿Entonces? - preguntó Ron. Explicate porque no te entiendo.

- Le voy a contar mi gran teatro Dr. Weasley - resopló resignado el anciano.

"Hace 20 años, caché a Tom de 18 años robandonos dinero de la caja de seguridad de mi despacho y lo eche de mi casa. Y para que mi mujer no se enterará de lo que se había convertido su hijo, le dije que lo había enviado a estudiar a Canadá, la carrera de arquitectura"

Y así empezaron las mentiras, la carrera duró 6 años y como no volvía tuve que inventar que se había enamorado y casado con una profesora de canto, de nombre Bella Black y que Tom había diseñado los planos de su casa y era una construcción futurista, que le había dado fama y fortuna en Canadá y que por sus interminables compromisos se le hacía difícil regresar a Londres.

Además que Bella era profesora de canto en el colegio Etobicoke Collegiate Instituto, en Toronto. Cuyas actividades se desarrollaban en el año escolar de 9 a 10 meses.

Situaciones que les hacían imposible venir a visitarla, pero mes a mes, Tom le enviaba una carta a su madre contándole todas sus aventuras.

- ¿Carta escrita por ti, cierto? - preguntó Ron

- Si doctor - respondió el anciano mientras limpiaba sus lágrimas con un pañuelo.

- Y ahora ese hijo ha muerto junto con su esposa, ¿No crees que es tiempo de decirle una verdad más que sea? Y que Merope acepte la pérdida de su perfecto hijo. - aseveró Ron.

Tom suspiró cansado, si fuera cierto su muerte si, pero por un detective que contraté Tom ha llevado una vida de delincuencia y se alió a la mafia parisina. Así que bien puede estar vivo en París, pero escondido por algún negocio que le salió mal por eso fingió su muerte.

- ¡Uhmmm! - dijo el Galeno preocupado. Analizando cada palabra dicha por el anciano.

Se giró y tomando papel y pluma escribió un nombre, con dirección y teléfono, extendiendo esto al anciano.

Este es un trabajo para mi querido amigo y colega Blaise Zabini. Yo lo llamaré y le explicaré tu situación, para que él te ayude. Solo espero que todo salga bien y Merope no sufra.

- ¡Gracias Doctor! - respondió el anciano. Se despidió y salió del consultorio.

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Blaise conversaba amenamente con Theo Nott y Neville Longbotton en su despacho, reían recordando viejas anécdotas de la universidad y bromas hechas hacía su profesor favorito, Lucius Malfoy.

- ¿Te acuerdas de la Convención de Ginecólogos? - preguntó Neville

Theo se adelantó y preguntó - ¿Cuál? Ya sé, ¿La vez que los castigaron por recibirlos con dos grandes piernas rodeando la puerta del coliseo?

- Sí - respondió el moreno rojo por aguantarse la risa, pero le fallaron sus cálculos porque no soporto mucho, estallando en carcajadas junto con Theo. Mientras Neville se sobaba el cuello recordando el doloroso castigo que compartieron.

El Decano Malfoy los había castigado, recogiendo hasta la mínima basura de todo el campus, lo que provocó que Neville al cabo de 4 horas no pudiera caminar ni sentarse por el fuerte dolor de espalda.

Y para aliviar el dolor le tocará ser la burla de sus compañeros, ya que la enfermera Prince le amarro una funda de hielo en sus posaderas.

Theo y Blaise reían a carcajadas abrazados como dos borrachos, siendo observados por Neville.

-:Dr. Zabini - llamó su secretaria. El Dr. Weasley está al teléfono. ¿Le puedo pasar la llamada?

- Sí - dijo Blaise mientras tomaba aire para calmar su desenfreno de hace un momento.

Theo seguía gimiendo y calmandose poco a poco, se aliso las arrugas imaginarias de su camisa y se despidió de ambos hombres.

- Neville, no te vayas - pidió el moreno. Atiendo la llamada y hablamos.

- ¡Está bien! - dijo Neville. Tomó asiento en silencio.

- ¡Hola Ron! ¿Cómo estás? - saludó Blaise.

- Bien gracias - respondió serio Ron. Para darle una idea al moreno de la importancia de su petición.

Y así siguieron hablando por casi 1 hora. Ron explicaba y Blaise emitía pequeños sonidos o su famosa muletilla "entiendo".

- Perfecto - dijo Blaise. Pensaré en algo, para ayudar a tu paciente. Apenas madure la idea te aviso para que venga.

Gracias por tu confianza Ron. ¡Hasta pronto!

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