Capitulo III

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Mientras tanto, Hermione una chica de recursos medios que vivía en la zona más alejada de la cuidad estaba pasando por los peores momentos de su vida, su madre había fallecido hacia poco y se había quedado sola, y por si fuera poco acababa de perder su trabajo.

Los recuerdos de su niñez siempre fueron dolorosos. Su madre quedó viuda muy joven volviéndose a casar con un hombre mayor.

Su padrastro tenía un semblante serio para todos era un hombre ejemplar, sin embargo, guardaba un espantoso secreto.

Habría mansillado la virginidad de su hijastra desde los escasos años de su niñez.

Hermione apenas habría cumplido los 8 años, cuando esté desgraciado abusó de ella, amenazándola con matar a su madre si se atrevía a delatarlo.

La pobre castaña soporto a este iracundo sujeto por 10 años, hasta que en un arranque de valentía, tomó el mazo de la cocina y le dio en la cabeza.

Lo dejo tirado en la cocina y corrió sin mirar atrás desapareciendo de allí. Huyó a otro pueblo, solo su madre sabía su nueva dirección.

Trato de rehacer su vida, pero se sentía sucia y poca cosa. Los hombres se le acercaban sin buenas intenciones.

Hasta que recibió un telegrama unos años después de la muerte de su madre.

Volvió a su pueblo. Los acreedores se llevaron la casa, solo se quedó con unas pocas cosas y se mudó a un hotel de mala muerte.

Ya no tenía a nadie, ni familia ni amigos y poco le importaba su seguridad así que a sabiendas de que el hotel en el que vivía no era nada seguro dejaba la puerta abierta a propósito para que algún loco terminara con su infortunio.

Se había dejado hundir en la depresión y vivía pensando en como acabar con su desgracia de muchas maneras pero nunca reunía el valor suficiente para proceder con esa locura del suicidio, se sentía tan fracasada que no tenía esperanza alguna.

Y por ello se recriminaba que era una cobarde y vivía llorando y lamentando su vida.  

Habían días que no tenía un solo centavo para comprar si quiera una hogaza de pan.

Y prefería encerrarse en su habitación del hotel esperando que llegara su hora, pensando tan siquiera morir de pura inanición.

Una tarde, que se había pasado llore y llore en esa sucia habitación había logrado reunir fuerza suficiente para tomar una soga y atarla a su cuello, estaba decidida, dio el primer paso pero luego  algo la sacó de golpe de sus oscuras intenciones.

Un sonido de vidrios rompiéndose, salió corriendo para ver qué sucedía, pensó que talvez su suerte había llegado y al dejar la puerta abierta se había colado algún ratero o un  asesino serial para acabar con su miseria.

Su sorpresa fue grande al entrar en la pequeña cocina y ver una de las ventanas quebradas, una piedra que alguien había arrojado junto con un ramo de rosas rojas y una  nota, y en  ella una sola palabra escrita:
"Mañana"

¿Sería esa la palabra que iba a salvarle la vida? ¿Tendría una  esperanza al fin?

Esa noche se durmió abrazada al ramo de rosas con la ilusión despierta, las primeras rosas que le habían regalado en su vida.

Pensando en esa palabra buena que la había calado como la lluvia en un día de invierno. "Mañana... mañana...mañana"

Cuando despertó encontró debajo de la puerta una nota azul que decía:

"por favor, no pierda su fe en la vida.
La esperamos"

Con una dirección y un número de teléfono.

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