El mundo

Capítulo 3: Esperanza

El mundo

.
By Gissa Graham
.
.

.
.

Lakewood 1918

La primavera llegó a su fin dando paso al verano, luego las hojas de los árboles cambiaron su verde por el ocre para inevitablemente caer, justo al comienzo de esa temporada de otoño una boda muy esperada se celebró en aquella mansión con un portón de rosas blancas, William Albert Andley contrajo nupcias con Clarisse Robinson una sencilla enfermera del hospital Santa Juana de Chicago, quien conoció por Candy, ya que era su compañera de trabajo. Posterior de la celebración los novios partieron a su luna de miel al otro lado del Atlántico, ya que él, viajero incansable, deseaba con todo el corazón compartir esa parte de su vida con su reciente esposa. Y todo aquello se llevó acabo en la ignorancia de lo que la anciana Elroy había hecho meses antes en su terco afán de defender a su familia; de aquel joven que había visitado la residencia sólo dos hombres se acordaban, uno no podía hablar o perdería su empleo, el otro quiso acercarse al señor William pero le fue imposible pues con la vida tan agitada que tenía el patriarca de los Andley, éste entraba y salía de Lakewood a tal velocidad que nunca coincidieron hasta su merecidas vacaciones para los preparativos de su boda, sin embargo el jardinero no quiso arruinar esa ocasión así que lo pospuso para cuándo Albert regresará de Europa, sólo pedía el anciano no fuera muy tarde para esos jóvenes que el egoísmo había separado.

—"No es amor el amor que cambia cuando un cambio encuentra,
O que se adapta con el distanciamiento a distanciarse...
...El amor no varía con sus breves horas y semanas,
Sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo."*

Recitó para sí mismo el señor Smith pensando que sí ese era amor de verdad él, algún día, y si la vida se lo permita, sería testigo de esa unión, así el tiempo pasara insondable y hubiese muchos tropiezos en el caminó.

En total fueron ocho largos meses los que transcurrieron desde que aquella caja forrada en seda blanca fue aventada y encontrada, cuando al fin Albert volvió a regresar a la casa de descanso de su familia. De la mano de Clarisse, su esposa, entraron como chiquillos riendo por bobadas, se les veía felices, ¿cómo no estarlo?, si llegaban de su luna miel, misma que había durado dos meses, uno más de lo planeado porque los esposos Andley habían decidido ir hacia Italia para comprobar que Candy realmente estaba estudiando medicina como sus cartas decían, la posguerra los tenía inquietos, al llegar al país con forma de bota la sonrisa radiante y el bello brillo en el mirar de la rubia les regreso el alma al cuerpo.

Candy estaba bien, los estragos del final de la guerra no habían dañado mucho aquella parte del continente, la vida continuaba, y el mundo seguía girando, a pesar de las batallas que se habían disputado más al norte, en Roma, y ella era muy feliz, completamente extasiada con sus estudios, tan concentrada en lo que era parte de su burbuja que casi todo lo que estaba afuera le era ajeno, tanto así que no se percataba del chico italiano, compañero de estudios, aunque un año adelantado, que no se cansaba nunca en desvivirse en atenciones para con ella. Gianluca Paccini era como se había presentado aquel guapo joven, claro que para Albert y Clarisse, sí que fue algo que llamó su atención, lo cual formó parte de su felicidad.

Pero la felicidad de los recién casados se vio opacada sólo un par de semanas después de aquel encuentro, cuando al regresar a Lakewood, el señor Smith ya no pudo guardar más aquella caja, ahora gris por el lodo en dónde había caído. Sin delatar lo que su amigo el mayordomo le había platicado, el jardinero describió al joven quien había arrojado el empaque y como lo había hecho, el buen entendedor no necesita más palabras y el patriarca Andley sí que lo era.

Hecho una furia el rubio fue en busca de su tía después de escuchar aquello. Ese día la señora Elroy Andley descubrió dos cosas, una, que no todo es lo que aparente y dos, que su sobrino podría llegar a convertirse en su peor enemigo sí seguía interviniendo en su vida.