Capítulo 5: Revelaciones

1.7K 120 69
                                    




El mundo

.

By Gissa Graham
.

Escocia 1924

... Terry, ahí frente a ella, vestido todo de negro menos la camisa blanca, le recordó el motivo de su visita, el,porqué fue hasta Escocia atravesando el Atlántico, así que adelantó un par de pasos y lo abrazo, fuerte, colocando su cabeza en su amplio pecho, Terry de inmediato correspondió el abrazo, arropándola, recargando su barbilla en el cloche que cubría parte de los rubios rizos.

—Lo siento, lo siento tanto, no la conocí en persona, pero sé cuanto te duele su pérdida.

El joven británico no respondió, la abrazo con más fuerza, solitarias lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, «Candy, estás aquí, puedo abrasarte», cerró sus párpados.

Fueron más de dos los minutos que permanecieron en silencio abrazados, sólo sintiéndose y negándose a pensar en lo que a su rededor existía, pero la magia tarde que temprano se termina, un fuerte carraspeo de la garganta de la señora Baker hizo que Terry abriera los ojos encontrándose con la mirada acusatoria de su madre.

—Gracias. Gracias por venir.

Dijo el castaño al tiempo que con mucha delicadeza deshizo el abrazo para separarse de Candy, no mucho pero si lo suficiente como para poder observarla a detenimiento, sus ojos se volvieron a llenar ella, de Candy, quien parecía que lo volvía a ver como en aquel verano en esa misa a villa escocesa, cuando con los Corthwell repararon el biplano de su padre. Terrence continuó perfilando el rostro que extrañó por varios años hasta que su mirada se topó con esas pequeñas manchas cafés que tanto le gustaban, una sonrisa curvo los masculinos labios, y sin proponérselo alzó el brazo para que la mano tomará una de las blancas mejillas.

—Ahí están, las pecas, creí que habían desaparecido.

Ambos sonrieron. Él la soltó dando un par de pasos hacia atrás y metiendo sus manos en los bolsillos, sí, temía que volvieran actuar por su cuenta y de nuevo acariciarla o abrazarla.

El tic-tac seguía avisando que el tiempo avanzaba pero ellos no hacían más que mirarse, no sabían qué hacer, menos que decir, todo lo que cruzaba por sus cabezas parecía incorrecto en ese instante, él por creerla casada, amén del respeto que le debía y le guardaba a la memoria de Josie; ella por saberlo recientemente viudo.

Por su parte, Eleanor, no pudo esperar más, el carraspeo anterior sólo había servido para que ellos cambiaran de posición, pero cuando un minuto completo sucedió sin que ese par dijese nada, nuevamente la diva del teatro decidió que era momento de romper el silencio que para ella ya le era incómodo. Camino para acercarse a la joven mientras preguntaba.

—Candy, linda, dinos ¿por qué tu esposo no te ha acompañado? –tal vez sonó algo brusca al hablar pero tenía que traerlos a la realidad.

—Eleanor, no la incomodes, ellos saben lo que hacen –mencionó Terry sacando una de sus manos del bolsillo de su pantalón y volviéndola a guardar si se abre que ayer con ella–. Mejor voy a pedir a Austin lleve las cosas a la recámara donde te quedarás, creo que necesitas descansar un poco.

—Terry, creo que la familia de Candy tiene una villa de descanso cerca de aquí, muy probablemente ella ya pensaba dirigirse allá.

El castaño sólo dirigió la mirada a la rubia menor, desde que supo que ella iría jamás cruzó por su cabeza esa posibilidad, que dicha así de fácil por su madre era tremendamente lógica, incluso podía ser que su esposo ya estuviese esperándola ahí y por eso no llegaron juntos.

El mundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora