12; can you leave us alone?

43 3 0
                                    

     La casa era amplia y luminosa. Tenía los suelos y el techo de madera oscura. La verdad, para ser de dos personas mayores y jubiladas que rondan ya los setenta era muy bonita y moderna; no me extrañaría si me dijesen que Dean les ha ayudado a decorar todo esto.

        - Ven, está en la terraza. 

     La seguí por el amplio pasillo mientras miraba las fotos y cuadros que había colgados: fotos de Dean de pequeño, los abuelos de sus padres, y algunas de sus cantantes favoritos.

     Llegamos a una gran puerta de madera pintada, con leves huecos por los que entraba un poco de luz. 

        - Oh, pasa por favor, les dejaré solos.

     Después de una última sonrisa, encontré el valor para abrir la puerta.

     Estaba sentado en una de las butacas con la cabeza entre sus manos, mientras miraba hacia el suelo. Estaba despeinado y con una camiseta gris algo arrugada.

        - Te he estado buscando.

     

No se molestó en girarse para ver quién era.

     

        - Pues has tardado mucho.

        - Bueno, he tenido que buscar bien para saber dónde estabas.

        - Supongo.

     Ahí fue cuando me fijé en que tenía un cigarrillo en su mano.

        - Dean, ¿desde cuándo fumas?

        - Desde hace una semana o así, ¿por? ¿te importa o qué?

        - Pues claro que me importas idiota -me iba acercando a él poco a poco-, te quiero.

     Levantó la cabeza; tenía ojeras y los ojos rojos. En su mandíbula había un rastro de barba. Sinceramente, estaba demacrado.

        - ¿Me quieres? -Tenía un brillo especial en los ojos, pero también una mirada triste.

        - Sí. Más de lo que he querido a nadie.

        - Confía en mí, por favor.

     Sabía por dónde iba. Quería que le enseñara los brazos, que le mostrara lo más profundo de mi ser, y puede y sólo puede, que estuviera dispuesta a hacerlo. Tenía la frente apoyada sobre la mía, y sostenía mi mentón para que le mirara a los ojos.

     Sin decir nada, me aparté completamente de él, y en silencio fui quitando las vendas que cubrían mis brazos. Dean miraba mis moviminetos, cada uno y analizandolo todo.

        - Son sólo tatuajes... ¿por qué no quieres que nadie los vea?

     Incliné la cabeza hacia un lado.

        - A veces es mejor que nadie sepa tu historia -dije en un susurro-, por eso los tapo. No digo que si los mostrase los fuese a explicar, porque los tatuajes son arte, y el arte no se explica; se interpreta, pero en ocasiones es mejor simplemente, guardarte la parte más íntima de ti, para ti. ¿No crees?

        - Supongo... te quiero Uxía, realmente lo hago, y no sé la razón por la que me comporté así, lo siento.

        - Eh... no pasa nada ¿de acuerdo? Era normal, y me alegro que te preocupes pero sabes que no puedo hacer nada.

     Al terminar de decir la frase siento al móvil vibrar en el bolsillo trasero de mis pantalones, y al ver en la pantalla el Número Privado colgué automáticamente. Total ya sabía de quien se trataba.

        - ¿Qué te apetece hacer? - la voz de Dean me sacó completamente de mis pensamientos.

        - Ir a casa, darme un baño, y pasar tiempo contigo, no sé, depende de lo que quieras tú.

        - Me parece perfecto - dejó de hablar por un momento y me besó - sólo deja que me vista.

        - Sí mi capitán.

     Después de que ambos soltáramos un par de carcajadas fue a arreglase; y justamente al salir por la puerta mi móvil comenzó a sonar de nuevo.

Rodé los ojos y vacilé un poco antes de contestar.

        - ¿Qué? Déjame en paz.

        - No podrás protegerle siempre Xía.

        - Eso ya lo veremos.

        - Más te vale contarle la verdad cariño, por su bien.

        - Él no tiene nada que ver en nuestros asuntos, no le hagas nada.

        - Te equivocas, te equivocas. Sin duda te quiere, está enamorado... bla bla bla, y , cariño, me interesas. Claramente tiene mucho que ver en nuestros asuntos.

        - He dicho que le dejes en paz. Pensé que podrías ser lo suficientemente inteligente para entender eso.

        - Oh, y lo soy, pero lo mio es mio.

        - Déjale.

     Y sin más colgué.

        - ¿Con quién hablabas?

        - Luego te digo, hay muchas cosas que debes saber, Dean.

     

Vacía [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora