Desperté al sentir un gruñidos muy cerca de la gasolinera donde estábamos durmiendo junto a Alexis, mi mejor amigo, rápidamente me acerqué a él que estaba durmiendo en el piso y moví su hombro
—¿Qué pasa?— preguntó en un susurro, abriendo los ojos rápidamente y agarrando el tubo de cañería que utilizaba de arma.
—¿Los escuchas?— susurré y él hizo silencio, los gruñidos se escuchaban demasiado cerca.
—Debemos irnos— susurró y afirme con la cabeza.
Nos levantamos con mucho cuidado del piso donde estábamos durmiendo, agarramos las mochilas, las armas y salimos por detrás de la estación de servicio, el sol nos pegó en la cara y tuvimos que achinar los ojos, parpadeamos hasta que nos acostumbramos a la luz.
Caminamos alejándonos del lugar con mucho cuidado de no llamar la atención de los queridos "zombies", Alexis bostezo levemente y reí por lo bajo, siempre tiene sueño en cambio yo con dormir pocas horas me es suficiente, golpee su brazo sin mucha fuerza y el me miró con cara de odio por lo cual reí.
Caminamos por los lugares de Buenos Aires que no estaban tan infectados y que conocíamos de memoria, habían barrios que estaban desolados y aprovechabamos esos barrios para juntar comida, ropa y botiquines, ahora mismo estábamos pasando por uno de esos barrios
—Che Martu, ¿Entramos en esa casa?— preguntó Ale señalando una casa que tenía un boquete en una de las paredes.
—Si pero no vayas a lo loco, vamos tranquilos, no confío mucho en este barrio— respondí con una mueca.
—Tranqui, solo quiero ver que hay— dijo, agarró su arma con fuerza y caminamos.
Entramos a la casa con cuidado de no hacer ruido, había mucho polvo en el piso y ladrillos, entramos a la cocina y comenzamos a buscar en la alacena y en las mesadas, abrí cajones y encontré un abrelatas que guarde en la mochila, dos cuchillos carniceros que rápidamente agarré, agarré dos cucharas y dos tenedores, cerré el cajón y seguí examinando.
En menos de diez minutos terminamos de revisar la cocina, pusimos todo sobre una mesa que había y miramos todo
—Encontré dos latas de atún que vencen el año que viene, tres de durazno en almíbar, dos paté, un paquete de café, dos paquetes de pipas, un paquete de arroz de un kilo, un paquete de polenta, un paquete de azúcar de un kilo, dos sobres de jugo de naranja y un paquete de yerba, ¿Puedo llevar la yerba? Quiero tomar mate— Dijo y empecé a reirme, ni en un Apocalipsis deja el mate.
—No tenemos termo ni mate— dije con una sonrisa y el me guiñó el ojo y de su mochila sacó un termo junto al mate.
—Encontré esto también— Dijo, reí y golpee su hombro.
—Esta bien, yo encontré dos cuchillos carniceros, agarré dos cucharas, dos tenedores, dos cuchillos normales, dos latas de puré de tomate, tres alfajores jorgito, dos paquetes de fideos, y no mucho más, la mayoría lo encontraste vos— dije y el rió.
—¿Qué vamos a llevarnos?— preguntó y hice una mueca, abrimos nuestras mochilas que estaban vacías excepto por unas botellas de agua de metal que teníamos desde que empezó esto, nos habíamos acabado lo poco que quedaba ayer.
—Yo me llevo los alfajores, el paquete de café, las pipas, el arroz, la polenta, los fideos, y el azúcar junto a los cubiertos que agarré, vos agarra un cuchillo carnicero y yo me quedo con el otro— respondí, metí todo en la mochila con cuidado y los cubiertos los envolvi en papel de cocina para que no hagan ruido, Alexis agarró lo que quedaba.
—Dejo una lata de durazno porque sino sería al pedo llevar tres, ya sería mucho peso en la mochila— dijo y yo lo miré.
—Dale, ¿Nos fijamos si encontramos otra ropa? Porque la verdad ya es hora de que nos cambiemos y si es posible ducharnos— dije y el soltó una risa.
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Zomboludos
Science-FictionLas aventuras de dos mejores amigos en un Apocalipsis...argentino.