IV

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— Me encanta cuando usas bandanas, te ves muy guapo — Mencionó Haneul admirando la belleza de su «ahora» novio. Taehyung le sonrió en grande a través del espejo, mirándola por pequeños segundos donde parecía estar muy entretenida al mirarlo como se la colocaba.

— Pero amooor — Alargó la vocal, haciendo un pucherito con sus labios. El chico se dio la vuelta y se colocó frente a ella — Me veo muy tierno.

Haneul soltó una risita y se levantó de la cama para caminar hacía él, tocó un poco su cabello ondulado y perfectamente cuidado. Era tan suave a pesar de haberse decolorado demasiado el cabello en sus veinte años.

— ¿Y eso te molesta? Te ves muy lindo pero si quieres actuar como un hombre duro, créeme que cambia totalmente tu imagen aunque estés con esa bandana roja y parezcas un regalito.

— ¡Ah, Haneul! ¡Te amo! — Gritó, la chica colocó los ojos en blanco de manera divertida y prosiguió a besar los delgados y rosaditos labios de Taehyung.

Los dos sabían que eran el uno para el otro, se amaban demasiado, desde pequeños pensaron y se dijeron que deberían permanecer juntos para toda la vida, hasta que niñas llegaron a la vida de Tae y niños a la vida de Haneul , comenzaron los celos a pesar de que ellos no sabían de que se trataba ese sentimiento de verse mutuamente con otras personas que no eran ellos mismos. Habían pasado tantos momentos juntos, de alegría, melancolía y uno que no olvidan.

Ninguno de los dos olvida su primera vez, pues decidieron hacerlo cuando sólo tenían catorce años. Por supuesto que nadie sabía de esto y decidieron no hablarlo más. Eran tan solo unos niños que no sabían a la perfección del tema y que por suerte, Haneul no había quedado embarazada pero prometieron no experimentar más hasta que llegara la edad adecuada o... hasta que se casaran. Esa fue su promesa.

— ¿Siempre me protegerás? — Haneul decidió preguntarle pues había algo que la inquietaba y odiaba el sentimiento. Ella tenía miedo pero no sabía de que o quién. Solo esa inquietud que le causaba ansiedad.

Al menos no por el momento.

— Así será, como siempre lo he hecho desde pequeños — Susurró acariciando su cabello rubio, y era verdad, Taehyung siempre la había protegido desde que la conoció, siendo muy pequeña e indefensa. Como aquella vez que prefirió raspar sus rodillitas en vez de la pequeña Han. Nunca permitirá que resultara lastimada.

Ella sonrió contra su pecho y sintió tranquilidad en sus brazos. Esperaba que siempre fuera así.

— Salgamos a comer, ¿que dices? — Le preguntó emocionada, Taehyung asintió deshaciendo el abrazo para mirarla fijamente.

— Vayamos al restaurante donde solíamos ir — La tomó de la mano para salir corriendo escaleras abajo mientras Haneul le gritaba que lo hiciera con más cuidado o terminaría por estamparse contra el suelo. Como una estampa. En el último escalón tropezó y por venganza hizo que Taehyung también.

Los dos carcajeaban hasta que salieron lágrimas de sus ojos, siempre solían llevarse de esa manera y lo amaban. No se molestaban pero a veces si resultaban con raspones o golpes, y Haneul debería ser más cuidadosa por siempre llevar zapatos de tacón.

— Te odio, Taehyung — El chico no paraba de reír pero como pudo la ayudó a levantarse del frío suelo. Compartían carcajadas y entre ellas, pensaban lo bueno que era pasar el tiempo juntos.

Aquel restaurante donde acudían cuando tenían dieciséis años, a pesar de no ser un lujo pero la comida era deliciosa. Ellos nacieron y crecieron entre lujos pero solían no presumirlo y siempre hacían presencia en restaurantes donde todo era muy tranquilo y no tenían que comer correctamente sin tener una mancha en su boca. No les gustaba ese tipo de cosas. Aunque muchas personas los detectara y reconociera como los hijos de la élite en Corea del Sur, preferirían ignorar.

Decidieron ir caminando, pues el restaurante solo estaba a diez minutos y ellos aprovechaban para pasarla de lo mejor caminado, platicando sus aventuras y algunos robos de besos que Taehyung ocasionaba. Su novio seguía con la bandana en su cabello que le resultaba demasiado por ser de color roja, Haneul detuvo sus pasos para besarlo de manera profunda y recalcando que ese hombre no estaba disponible. Si, todo esto porque un grupo de chicas miraban demasiado a Kim y estaban con el ademán de acercarse a él pero Haneul no lo permitiría.

Cuando se reincorporó, sonrió en dirección a ellas de manera burlona y prosiguió a seguir caminando con su novio a un lado pero un hombre vestido de negro se estampó contra su cuerpo causando que estuviera a punto de caer al suelo pero Taehyung la sostuvo con fuerza para evitarlo.

— ¡Hey! ¡Deberías fijarte por donde vas! — Gritó con voz ronca y molesto, la chica mantuvo su mirada sobre el misterioso chico que vestía de negro y llevaba cubierto gran parte de su rostro.

Trató de tranquilizarse pues últimamente se encontraba demasiado paranoica con el tema de lo que estaba sucediendo en Seúl con las mujeres. Y es que repentinamente al llegar a los locales donde vendían comida callejera, en cada esquina había carteles sobre chicas desaparecidas, lo cual le causó un escalofrío. Pero no le pasaría nada si estaba con Taehyung ¿no? Es decir, él podría defenderla de esos hombres maliciosos. Eso creía.

— ¿Estas bien, preciosa? — Preguntó Kim al percatarse que Hanuel veía todo su alrededor pero específicamente los carteles de las mujeres que han desaparecido y lamentablemente no ha habido ningún rastro de ellas. Ni una sola pista.

Haneul tenía mucho temor de eso, que algún día ella fuera la siguiente. Pero este miedo no solo ella lo tenía, si no, todas las chicas en el mundo. Porque lamentablemente estos hechos sucedían en cualquier parte del mundo, algunos más que otros pero había casos lo cual era terrible. Haneul veía constantemente las noticias de diferentes países para saber un poco más como estaba el ambiente en demás lugares, le dolía ver a las mujeres protestando por respeto. Ella siempre quiso ir a una protesta pacífica pero lo tenía prohibido por parte de sus padres.

Por último, cerró sus ojos soltando un suspiro y tranquilizándose mientras tenía a Taehyung frente a ella sosteniendo su rostro.

No sabía si era parte de su paranoia pero volvió a ver el auto que anteriormente había visto, ¿acaso había más? Tal vez pero algo le decía que no. Tenía un presentimiento que no lograba descifrar. Lo único que necesitaba era relajarse, estar con su novio y olvidarse de todo lo que sucedía. Nada malo le pasaría, debía entenderlo.

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Harlotry | PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora