XXXIV

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Haneul abrió sus ojos, uno tras otro con mucha delicadeza. Su cabeza dolía un poco pero era totalmente normal por todos los golpes que había sufrido. Inconscientemente llevo ambas manos a su pequeño vientre que aún faltaba muchísimo por crecer. Sonrió en grande, ella de verdad deseaba un hijo, pero esa sonrisa se fue desvaneciendo con el paso de los segundos. ¿Aún se encontraba embarazada? ¿Jimin le había hecho algo y no recordaba? Esperaba que no fuera así. Volteó su rostro a la derecha donde se encontró con la señora que la acompañó y ayudó.

Minhee le sonrió un poco, apoyo sus puños en el sofá impulsándose a levantarse. Era una buena persona, pensaba qué tal vez la dejaría sola en el hospital y sin alguien que la ayudara. La atención de Haneul se concentró en un lindo arreglo de flores muy hermosas, resaltaban en toda la habitación.

— Oh, veo que ha notado las flores. El señor Park ha venido hace dos horas, las deposito aquí y pregunto por su estado — Minhee estiró su brazo para tomar la pequeña nota que descansaba entre las flores, Haneul la tomó entre sus manos en cuanto se la había extendido. ¿Palabras bonitas por parte de Jimin? No era de verse muy seguido, bueno, en realidad, nunca.

— Tíralas, no las quiero aquí — Confesó con remordimiento, partió en dos la pequeña nota y las lanzo causando que los pedazos de papel se esparcieran por diferentes lugares.

— ¿Que? Pero señorita, son muy preciosas y el señor Park se veía muy feliz cuando las dejo a su lado — Comentó, Haneul soltó una pequeña risita y se encogió de hombros. Le importaba poco si él se encontraba feliz o no, por el momento, quería desaparecerse de Seúl y no volver más. Una lástima que no podía ni siquiera hacer aquello.

Park Jimin la había destruido de la peor manera, no solo a ella, también a las personas que más amaba. Por supuesto que en el paquete no incluía a su padre, le daba igual por el simple hecho de la forma en cómo la trató aquel día que aún no podía olvidar. Lo único que Park merecía era conocer a su hijo ¿no?

— Me da igual, unas flores no arreglarán nada ni mucho menos reparará todo el daño que me ha causado. ¿Acaso estás enterada de lo que ha hecho? — Su voz fue dura, Haneul mantenía su mirada en la pared blanca que se encontraba frente a ella, como si esta fuera lo más importante o estuviera alguna obra de arte colocada en ella mientras la chica analizaba cada detalle. Pero en realidad, estaba recordando todos los golpes y demás sucesos horribles que Jimin le ha causado.

Ella estaba decidida a que cambiaría, la tercer víctima era un "gran amigo" del instituto, el cual la había traicionado con Park. Mira que compartir información, comunicarle donde se encontraba Haneul cada día, le había causado una molestia muy grande. Básicamente, ella le entregaba toda la culpa a esa persona junto a su padre que la había vendido como una simple mercancía. Sentía que había quedado como una completa tonta en cuanto se enteró de aquello, pues, solía presumir y tener a su padre como lo mejor. Un ejemplo a seguir, amable, educado, cariñoso. Pero no, el señor Kang no era de esa manera, tantos secretos se llevó con él.

— En realidad no mucho señorita Haneul, solo...bueno, escuchábamos los gritos y nos hacíamos la idea de que algo malo sucedía. Lamentablemente no podíamos hacer nada para defenderla o sería mucho peor. Lo siento — Realizó una reverencia frente a Haneul en forma de disculpa, la chica asintió y le susurró un "tranquila, no te preocupes".

— ¿Cuando saldré de aquí? — Preguntó de repente, después de algunos segundos de silencio donde solo las máquinas emitían el típico sonido.

— En poco tiempo, tal vez un día más.

— No, no puedo esperar más. Me iré de aquí ahora mismo — Haneul se reincorporo de la camilla y de un tirón, de deshizo de las agujas intramusculares que llevaba en ambos torsos. Se dio la vuelta para bajar torpemente descalza y aprovechó a tomar las flores entre sus manos.

Harlotry | PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora