Capítulo 5

429 27 1
                                    



Mientras paseaba a Cara en su carrito por la calle, Alex seguía maravillándose por las confesiones que le había hecho a Tobin el día anterior.

¿Por qué demonios le había hablado de la cantidad de tiempo que había pasado desde su último encuentro sexual?, se preguntó por centésima vez.

Eso no se lo había revelado nunca a nadie, ni siquiera a Kyle ni a sus amigas Amy y Lauren.

De todas formas eso no cambiaría nada.

Los chismes en el hospital se difundían muy rápidamente, más que cualquier tecnología moderna de comunicaciones.

Para cuando terminara la semana todo el mundo estaría al corriente de su vida erótica.

Y entonces todos los hombres y algunas mujeres la tomarían como blanco para ver si podían ser los primeros en hacerlo de nuevo con ella, para ver si podía ser alguno de ellos el que la hiciera cambiar de idea sobre la abstinencia.

De abstinencia nada, pensó.

La abstinencia sugería un esfuerzo de voluntad para evitar el sexo. Lo que le pasaba a ella era un caso desesperado de miedo. Tobin había tenido razón en eso y tenía que admitirlo.

Esa mañana había logrado evitarla muy bien y sólo habían coincidido en la cocina por un breve momento.

Suspiró cuando recordó su expresión; indicaba claramente que no tenía ni idea de cómo aproximarse a ella.

Pensaría que ella era una especie extraña. Una mujer madura y moderna que no tenía ni idea de las relaciones sexuales en la actualidad. No le cabía duda que Tobin debía de estar preguntándose en esos momentos si merecía la pena el esfuerzo.

Francamente, no podía culparla.

Seguramente ella no merecía el esfuerzo.

Esperando que un poco de aire fresco y conversación le hicieran bien, se había puesto unos vaqueros y un grueso jersey, había preparado a Cara y luego llamó a Amy y Lauren para invitarlas a almorzar.

Salió con la niña a dar un paseo, aprovechando la sorprendentemente suave mañana de invierno.

No quedaba nada de la nevada de la noche anterior, hacía una buena temperatura y el sol brillaba en el cielo. Esperaba que con eso olvidará los sucesos de la noche anterior.

Desafortunadamente, creía que nunca iba a poder olvidar la forma con que Tobin se había reído de ella cuando le dijo que no había estado con nadie desde hace quince años.

Cerró los ojos para tratar de olvidarlo, pero no pudo.

Cuando los volvió a abrir, el local de una agencia de viajes atrajo su atención y se detuvo para echarle un vistazo a un anuncio de un crucero por mar. No estaría nada mal si pudiera hacer uno. Dejar atrás sus problemas y marcharse hacia el sol poniente sin preocuparse de nada más.

Cara se agitó y rió en su carrito.

Alex la miró y le sonrió.

—No te preocupes, chica, te llevaré conmigo. No podría dejarte aquí.

La verdad de aquella frase la sorprendió.

Sólo llevaba unos pocos días con la niña y ya estaba más en contacto con ella de lo que se había podido imaginar.

Trabajaba con niños y, el cariño que le tenía a ella en particular era todo un misterio para Alex.

Sabía que cuando terminaran esas dos semanas la ausencia de la niña le dejaría un pequeño vacío en el corazón que no podría llenar fácilmente.

Sanando viejas heridas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora