Epílogo

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La sección de maternidad estaba muy ocupada la mañana en que Alex dio a luz sus dos gemelos, Jeff  y Lucy. Tobin se había pasado toda la noche dando paseos como la clásica madre angustiada y Cara, que ya tenía tres años, le había hecho toda clase de preguntas acerca de sus nuevos hermanos.

Amy había pasado con frecuencia por la sala de partos y después se había quedado esperando en la sala de espera con Daniel, Luck y Samantha, su hija de dos años y lo mismo habían hecho también Lauren, Jrue y su hija Tyler. Lo que muy pocos años antes había sido un trío de amigas se había transformado en una gran familia.

Al final del día, cuando Tobin y sus esposos se llevaron a los niños a la cafetería para que comieran unos perritos calientes y refrescos, las tres mujeres se quedaron fuera de la zona donde estaban los niños, mirando a través del cristal a la multitud de niños, hablando de las dos últimas adquisiciones, los dos que estaban en dos cunas juntas y con un cartel que decía: Heath-Morgan.

—Hay que ver —dijo Lauren—Pensar que tienen sólo doce horas y que dentro de treinta y tantos años estarán como nosotras ahora. Pensar en todo lo que les puede pasar entre medias.

Amy asintió.

—Va ser muy rápido. No puedo creer que Luck tenga ya cinco años y Sam dos. No me parece que haya pasado tanto tiempo desde que Daniel y yo nos casamos.

—Y Tyler tres años—añadió Lauren— Casi me parece imposible. Y ¿saben qué más parece imposible pero es verdad?

—¿Qué?

—Que Jrue y yo estemos esperando otro. Estoy embarazada de catorce semanas.

Amy y Alex gritaron encantadas.

—¡Eso es maravilloso!

Amy la abrazó.

—Pero creía que tenías problemas para quedar embarazada.

—Si, bueno, pero supongo que los médicos no lo saben todo.

—Tienes razón —dijo Alex.

—Bueno, ahora que lo ha dicho Lauren, he de contarles que yo también estoy embarazada —afirmó Amy.

—¡No mientas! —exclamó Lauren.

—¡Vaya!

—Esto va a ser grande —dijo Lauren sonriendo —Una explosión de niños.
¿Quién iba a pensar que hace diez años las tres íbamos a ser responsables de traer al mundo tantas vidas nuevas?

—Sí, la Organización Mundial de la Salud va a empezar a mandarnos cartas desagradables si no dejamos de superpoblar el planeta —añadió Alex riéndose.

—Qué importa —afirmó Amy con un gesto displicente de la mano— Nuestros hijos son tan listos que van a resolver todos los problemas del mundo cuando crezcan.

—Habla por ti misma. Los míos van a jugar basquetbol. Ya lo he decidido — intervino Lauren.

—Y jugarán en Nuevo Orleans —intervino Jrue desde detrás de su esposa.

Le puso luego a Tyler en los brazos.

—Mira estos dedos. Definitivamente va a ser basquetbolista.

—Luck va a ser carpintero, como su viejo —afirmó Daniel cuando se reunió con ellos con Luck y Samantha de la mano—Y Samantha... Bueno, no estoy seguro. Es una bohemia. Probablemente sea poeta.

—¿Y Cara, Lucy y Jeff? —le preguntó Alex a Tobin cuando llegó a su lado con Cara—Los demás ya parecen haber decidido el futuro de sus hijos. ¿Tienes algún plan para ellos?

Tobin miró a la niña que le abrazaba fuertemente y luego, a través del cristal, a las nuevas adquisiciones de la familia.

—Podrán ser lo que quieran. Nunca me imaginé que podría llegar a tener una familia tan maravillosa. En este momento estoy abierta a lo que sea.

Alex asintió.

—Bien dicho.

—Pero no estaría mal tener otra doctora en la familia. O una abogada. O una futbolista.

Luego se juntó a Alex y se dieron la mano mientras miraban a los gemelos a través del cristal.

—Lo has hecho bien —le dijo Tobin al oído.

—Lo hemos hecho bien —le corrigió Alex.

—Oh, Alex —dijo Amy cuando se les acercó—No te puedes imaginar lo mucho que esos niños te van a cambiar la vida. Me refiero a que Cara tenía tres meses y medio cuando la conociste. A no ser que lo hayas experimentado por ti misma, no te puedes imaginar lo que te espera cuando un recién nacido aparece en tu casa.

Alex sonrió, recordando otro recién nacido que había conocido hacía muchos años.

Se sintió a la vez triste y alegre.

—Creo que me lo puedo imaginar, Amy —dijo suavemente— Y creo que nos va a ir muy bien.

Le apretó entonces la mano a Tobin antes de añadir:

—A todos.

Alex había tenido mucho trabajo psicológico con su terapeuta Chistine. Con el tiempo y sobretodo, el amor de Tobin y Cara hicieron que recobrara la ilusión de ser mamá.

Tobin y ella habían consultado muchas opciones para que Alex se embarazara, y por fin, con el tiempo y luego de muchos intentos el tratamiento funciono y por partida doble.

Fin.

Sanando viejas heridas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora