Por fin llegó el viernes por la mañana para Tobin.No sólo era la primera vez desde hacía meses que se podía tomar un día libre, sino que tenía algunos planes que estaba ansiosa por llevar a cabo.
Mientras esperaba a que Alex llamara a su puerta echó un último vistazo para asegurarse de que todo estaba listo para el encuentro romántico que llevaba preparando desde hacía un par de días.
El día anterior le había resultado tremendamente difícil actuar como si no hubiera nada entre ellas, pero la había hecho picar en anzuelo.
—Cesta de almuerzo, controlada. Flores, controladas. Velas y cerillos, controlados. Vino blanco fresco, controlado. Pañales limpios, controlados. Juguete favorito, controlado. Biberones, controlados.
Entonces miró a Cara y le dijo:
—Creo que ya está todo, ¿no es así, Cara?
La niña agitó las piernas y sonrió.
—Tienes toda la razón. Tenemos que incluir un poco de música. ¿Qué te parece Edith Piaf? ¿Y Tommy Bennett? Ah, de acuerdo, algo de Alvin y las ardillas para ti.
Cara hizo algunos ruidos.
—De nada.
El timbre de la puerta sonó a las siete y media y Tobin tomó a Cara para ir a abrir las dos juntas.
Alex parecía agotada y helada, con los ojos y la nariz muy rojos. Lo que era curioso, porque no hacía tanto frío.
—Buenos días —dijo ella.
—Buenos días —le contestó ella con la nariz tapada y mientras entraba en la casa—Siento llegar tarde. Había mucho tráfico.
Tobin pensó que no la entendía muy bien. Al parecer, le estaba echando la culpa de su retraso al tráfico.
—No importa. ¿Estás bien?
—Tengo una gripe muy fuerte.
Para confirmarlo, estornudó.
Fuertemente y cuatro veces seguidas.
—Jesús.
—Gracias.
—De nada.
—No debería cuidar hoy a Cara. Pero si estás tan necesitada me puedo quedar hasta que encuentres a otra.
—La verdad es que me he tomado el día libre.
Alex suspiró aliviada.
—¡Menos mal! Entonces me iré a mi casa a meterme en la cama.
Tobin asintió.
—Buena idea. Espera a que Cara y yo nos abriguemos e iremos contigo.
Ella levantó entonces una mano.
—No es necesario. No quiero contagiarlas. Estaré bien.
—Olvídalo. Tienes un aspecto horrible y no deberías quedarte sola. Cara y yo te cuidaremos. Ya verás.
Ella fue a decir algo, pero Tobin se lo impidió.
—Yo te conduciré. Podrás venir por tu coche en otro momento.
Antes de que pudiera decir algo más, Tobin se dirigió a la cocina para recoger las cosas mientras pensaba que ella no podía haberse enfermado en mejor momento.
Eso le iba a dar una magnífica oportunidad de desarrollar su plan.
Al fin y al cabo ella era doctora.
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Sanando viejas heridas
FanfictionHabía una nueva mujer en la vida de Tobin Heath y estaba loca por ella, ¡eso cuando no estaba llorando o gritando, por supuesto! Gracias a su sobrina recién nacida, la soltera más sexy de la ciudad y sobretodo del hospital se había transformad...