Capitulo 9

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—Pero, ¿por qué tiene que haber algo más que un mero acuerdo empresarial entre mi tío y tú? —insistió ella.

Unos ojos azules, fríos e impenetrables se posaron en ella.

—¿Tú aceptarías la caridad? Arístides no está dispuesto a aceptar mi apoyo económico sin ofrecerme algo a cambio.

—¿No bastaría con una participación en Fournatos? —preguntó Abie.

Aaron Theakis no se inmutó.

—Tu tío quiere ofrecerme algo más —él hizo una pausa muy significativa—. Como sabes, tu tío no tiene herederos. Tú eres su familiar más cercano. Por eso quiere consolidar mi oferta de ayuda con mi matrimonio contigo.

—¿Quieres casarte conmigo para quedarte con su empresa cuando él se muera? —Abie no disimuló el tono despectivo.

Los ojos azules soltaron un destello y él apretó los labios.

—Quiero casarme contigo para que Arístides acepte mi ayuda y evite que su empresa desaparezca —la expresión cáustica volvió a sus ojos—. Puedes estar segura de que yo preferiría que tu tío aceptara sin condiciones. Sin embargo, su orgullo y dignidad ya se han llevado un mazazo al permitir que su empresa se viera expuesta a ese riesgo. No me gustaría ser ingrato con su oferta. Salvaría su orgullo, su dignidad permanecería intacta, su empresa estaría protegida y su futuro garantizado. En cuanto a ti-sus ojos volvieron a brillar y Abie notó algo muy extraño en su interior—, tu futuro también se solucionaría de la forma que tu tío considera ideal, al sentirse como sustituto de tu padre. Te casarías con un hombre a quien él puede confiarte tranquilamente.

—Está claro que vives en otro mundo si has pensado por un segundo que yo… —Abie se levantó.

—Siéntate, si no te importa —le ordenó él lacónicamente.

Abie obedeció y le fastidió haberlo hecho.

—Abie Fournatos —siguió él—, tenemos que encontrar una solución aceptable para todos entre tu intempestiva reacción, los comprensibles deseos de tu tío y mi intención de no permanecer impasible ante el ataque a la empresa de él. Por lo tanto, propongo una cosa —la miró a los ojos y apoyo las manos en los brazos de la butaca—: nos casaremos con la intención mutua de que el matrimonio tenga una duración limitada, la suficiente para que tu tío salga de esta crisis y salve su imagen pública y social. Creo que cuando tu tío vuelva a considerar que su empresa está a salvo, aceptará la disolución de nuestro fugaz matrimonio y llegará a otros tratos para salvaguardar el futuro de su grupo. Si aprecias a tu tío tanto como dices, aceptaras esta propuesta.

Los sentimientos se arremolinaron en el pecho de Abie. Uno era la aversión por sentirse tratada como una necia y una ingrata. El otro era más complejo, pero también mucho más sencillo. No quería casarse con Aaron Theakis, punto. La mera idea era ridícula y disparatada. También era…

Alejó esos pensamientos y dejó de mirarlo a los ojos. No estaba cómoda allí sentada, tan cerca de él, sola en su despacho. Él la alteraba y eso no le gustaba nada.

Hizo un esfuerzo por volver a mirarlo y captó cierto brillo de animadversión en sus ojos y algo más que le disgustó. Volvió a levantarse. Aaron no le ordenó que volviera a sentarse. Ella agarró el bolso y lo estrechó contra el pecho.

—No me creo que sea la única forma de solucionarlo. ¡Tiene que haber otra! —afirmó ella

Salió del despacho. Sin embargo, una cosa era marcharse indignada del imponente despacho y otra muy distinta volver a encararse con su tío. Se dio cuenta de que para él era evidente que se casaría con el hombre que podía salvar su empresa. Arístides le había ocultado esa información para no abatirla. Lo más espantoso era que si no hubiera visitado a Aaron y él no le hubiera explicado con una claridad brutal cuál era la situación, ella no habría dudado en decirle a su tío, con toda la delicadeza posible, que no tenía la mas mínima intención de casarse que un hombre al que casi no conocía y mucho menos con ese hombre que la cohibía cada vez que lo veía. El problema era que subía lo importante que era para él disfrazar la ayuda económica de Aaron con un matrimonio de dinastías. Sin embarco, no podía plantearse ese matrimonio ni aunque se limitara a un matrimonio de conveniencia y temporal como le había propuesto Aaron, Era ridículo.

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