Capitulo 10

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Abie notó que palidecía. Había vuelto al pasado y Aaron la atacaba con sus ganas y la destrozaba con sus insultos. Había intentado defenderse, pero había sido imponible. El no le había dado la más mínima ocasión. Esa vez ni siquiera lo intentaría, no caería tan bajo. Sin embargo, le costaba quedarse allí, cara a cara con aquella presencia imponente que la abrumaba con su hipocresía. Era como una presión muy intensa que intentaba doblegarla y destruirla.

Se mantuvo firme. No era tan fácil destruirla. Habla sobrevivido a su primera arremetida brutal, que acabo con aquella indescriptible farsa de matrimonio, aunque se quedara temblando como una hoja y deseando salir corriendo. Quizá logro su propósito, pero eso no significaba que hubiera olvidado o perdonado aquella escena inhumana, el juicio perverso e hipócrita que había hecho de ella.

Reunió todo el temple que pudo encontrar, se metió las manos en los bolsillos y lo miró impasible.

—No he venido a hablar de una historia pasada —dijo con un tono seco— Aaron, he venido por el dinero que me has negado. No voy a discutir cómo acabó nuestro matrimonio, sólo que acabo y que me debes ese dinero.

Abie se quedó con la sensación de haber encendido la mecha, pero que no había disparado el cohete. Algo cruzó la cara de él, como si estuviera borrando cualquier expresión. Lo había visto muchas veces, normalmente, cuando hablaba con gente a la que no quería revelar lo que había dentro de su cabeza. También había sido una expresión habitual cuando hablaba con ella.

—Ya hemos dejado claro que no tienes derecho a recibirlo —replicó él con la suavidad del acero—. No obstante… —la miró con la misma expresión granítica de su rostro— quizá estuviera dispuesto a cambiar de idea. ¿Para qué quieres el dinero?

Abie se sobresaltó y en mascaro su semblante. No iba a decirle que Jem tenía algo que ver con la necesidad que tenía del dinero. Todavía recordaba muy claramente cómo lo había machacado verbalmente hacía dos años y el nombre de Jem sería como una provocación.

—¿Qué más te da?

Notó que la respuesta lo había enfurecido Aaron estaba acostumbrado a salirse con la suya, a conseguir lo que quería. Sobre todo, si era algo personal. Además, no se andaba por las ramas para conseguirlo.

Los recuerdos se le agolparon. La memoria era muy peligrosa. Era preferible que estuviera enfadado con ella. Su furia podía ser un arrebato desaforado o el poder frío, contenido e implacable de un hombre muy rico, pero cualquiera de los dos era preferible a… Volvió a poner freno a los recuerdos. Tenía que concentrarse en el dinero que había ido a buscar.

Sin embargo, si era así, ¿por qué sus ojos no dejaban de desear posarse sobre ese cuerpo alto y delgado que tenía tan cerca y mirar ese rostro irresistible como si fueran un animal hambriento?

—Es una cantidad considerable de dinero —Abie oyó que la contestaba e hizo un esfuerzo por atender—. No estás acostumbrada a tener tanto. Podrías ser presa de especuladores sin escrúpulos deseosos de quedarse con él.

Lo dijo con un tono suave y sin rastro de furia. Abie, sin embargo, se mantuvo cautelosa. Sabía que tenía motivos para hacerlo.

—Voy a guardarlo en el banco. Emplearé una parte en una casa y el resto se quedará allí —era una evasiva y lo sabía. Era verdad en parte, pero daba a entender, engañosamente, que quería comprar una casa, no levantarla, y que le quedaría bastante dinero, cuando, seguramente, no quedaría nada. Sin embargo, no le debía la verdad. No le debía nada.

—Muy prudente —murmuró él con la misma expresión de ocultar algo—. Muy bien, desbloqueare el dinero.

Ella se quedó paralizada, incapaz de creer lo que había oído.

Comprada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora